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- ¿En serio piensas que le estoy haciendo daño a Cande? - me dijo entre besos.

- Algo.

- ¿Crees que soy malo con las mujeres? - sus manos pasaban por todo mi cuerpo haciendo que mi mente se bloquee. - Respóndeme Karol. - atrapó mi pezón derecho con su boca haciéndome gemir de inmediato por sus lentas pero deleitosas caricias.

- Más o menos.

- ¿Crees que soy malo contigo? - subió sus besos hasta mi rostro para verme a los ojos, mi corazón se detuvo en su mirada, me dio un beso corto en los labios. - Dime, Karol ¿soy malo contigo? - por primera vez se había preocupado por mí.

- ¿Desde cuanto te preocupas por mí? - me miró mientras se quitaba la camisa dejándome ver sus hermosos músculos llenos de tatuajes. ¿Había algo mas perfecto que él? ¡Claro que no!

- No he dicho que me preocupes, solo quiero saber. - y como si me hubieran echado un balde de agua fría, así se sintió esa respuesta. Se levantó para quitarse el pantalón junto con los boxers, no importa cuantas veces lo haya visto desnudo ya, siempre me impresionaba lo potente e intimidante que era. - ¿Entonces soy malo contigo?

- No. - mentí.

- ¿Por qué me mientes Karol? ¡Odio que me mientas! - sujetó mis manos con fuerza poniéndomelas encima de mi cabeza.

- Si sabes la verdad ¿por qué me preguntas? - le dije en un tono bajo, me tenía como él quería, desnuda, en su cama y a su merced.

- Porque quiero saber por qué me aguantas esto, dime, ¿por qué lo haces? - dijo abriéndome las piernas con sus propias piernas, sin dejar de mirar mis ojos colándose en mi entrada presionando, comenzando a sentir esas sensaciones que solo él me hace sentir. - Siempre me ha causado curiosidad por qué me aguantas todo Karol. - un camino de sus besos recogí por mi cuello, la cabeza de su erección comienza a entrar lentamente en mí, mientras mi respiración iba aumentando.

- Y a mi me causa curiosidad el por qué soy la única mujer con la que más has mantenido sexo contínuo. - entró en mi sin ninguna cautela, de una, haciéndome soltar un sonoro gemido. - ¡Mierda!

- Eso a ti no te importa. - jadeó mientras me sumerjo en algún punto entre el dolor y el placer.

La plenitud que siento es indescriptible, el dolor es intenso, pero el placer... Joder, no hay palabras para describir el placer, y esto no me lo esperaba. La presión de mis músculos a su alrededor hace que sienta cada vena palpitante y cada sacudida de su erección. Mi cuerpo libera un poco de la tensión acumulada y un placer puro ocupa su lugar.

- ¡Ruggero! - grité cuando sus embestidas comenzaron a ser más rápidas y fuertes, me sorprendo a mí misma moviendo mis caderas al ritmo de él intentando que entre más.

- ¿Me deseas, Karol?

- ¡Sí! - gemí, se agarró de la cabecera de la cama para tener más fuerza al entrar.

- ¿Te gusta que te folle?

- ¡Sí sí! - pasé mis piernas alrededor de sus caderas mientras él me penetraba con más ímpetu.

- ¿Entonces por qué mierda dijiste que no te gustaba? - su pene se hincha y se estira mientras continua acelerando sus movimientos. Estoy ida en el placer, casi delirante. - Joder Karol ¡me vuelves loco! - se retira lentamente y avanza de nuevo pero esta vez más rápido haciéndome dar un grito. Me suelta las manos y me agarra de las caderas y tira de mí con fuerza para obligarme a recibir cada una de sus arremetidas, que me entran hasta el fondo. He perdido todo sentido de la realidad. No hay nada más, aparte de Ruggero, su apetito brutal y mi cuerpo ansioso de él. Es algo que no puede explicarse. Y justo cuando siento que mi orgasmo está cerca se sale de mí, dejándome a mitad de un magnifico orgasmo. - A la próxima piensa antes de hablar, bonita. - me dijo sonriendo, él sabía lo que había hecho, sabía que me había dejado en la mitad de un orgasmo. Si él juega, yo también sé jugar.

- ¿Ese es tu castigo? - me miró a los ojos, sentí como sus manos se iban apretando a mi cintura. - ¿Ese es tu castigo o es que no eres lo suficientemente hombre como para hacer llegar a una mujer? - mierda, ¿esas palabras acaban de salir de mí? Su mirada se endureció al igual que su ceño... y otra vez placer puro, duro y dulce placer cuando lo sentí entrar de nuevo, sus caderas empiezan a moverse con fuerza, rápido, duro, salvaje. - ¡Dios! - gemí, sentí que mi cuerpo se iba a partir en dos.

- Maldición, Karol. - me agarra de las piernas entrando una y otra vez aumentando el ritmo, estaba enojado, lo había hecho enojar pero no me importa lo único que importa es que estoy con él... Ruggero busca mi boca besándome con pasión y posesión deslizándose dentro de mí una y otra vez, mis gritos comenzaron a ahogarse en sus besos mientras clavé mis uñas en su brazos viendo como la habitación comenzaba a dar vueltas y de repente todo era negro. De pronto solo sentí su cuerpo sobre el mío tratando de regular su respiración, podía sentirlo todo, su calor, su respiración, los latidos de su corazón. Dio un profundo suspiro y se levantó para mirarme. - Y solo por si te quedaba la duda, la trabajadora y el jefe, ¡sí follan! - me dijo en un tono duro y áspero, casi como una orden. Y sin mas salio de la habitación dejándome con un gran vacío en mi corazón...

TUYA | Ruggarol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora