Mi corazón se detuvo al ver a Candelaria de pie junto a la puerta de la habitación, aunque para mi sorpresa no se veía enojada, se veía triste.
- Disculpa, ¿te desperté?
- No, tranquila. - me senté en la cama tratando que mi corazón deje de latir tan fuerte. - ¿Qué necesitas?
- Solo quiero a alguien con quién hablar. - ella se acercó sentándose a mi lado.
- ¿Y Ruggero?
- Me dejó hablando sola y se fue para el balcón.
- Lo siento. - sonrió tristemente.
- No tienes porqué, no es tu culpa. - en cierta forma me sentía culpable y es que lo era, lo era por acostarme con Ruggero cuando estaba con ella.
- Pensé que lo iban a solucionar.
- Yo también, pero algo le pasa Karol. - me miró extrañada. - ¿Tú sabes qué le pasa, verdad?
- No, lo siento, pero no.
- Vamos, tú sabes qué es.
- En realidad no Candelaria, Ruggero a mí no me dice nada, la relación de nosotros al hablar no pasa mas allá del trabajo.
- Pero pasas todo el día con él, hasta en la noche, vas con él a todos lados hasta en las giras, ¿como es que no van a hablar? - me encogí de hombros.
- Es así, para Ruggero soy solo su asistente personal. - se me quedó mirando como si del todo no me creyera y después se tapó la cara con sus manos, suspirando.
- De mujer a mujer ¿te puedo preguntar algo? Y por favor, respóndeme con toda sinceridad. - me dijo y mi corazón comenzó a latir fuerte de nuevo.... Ya me jodí...
- Dime - le dije con miedo.
- A Rugge le gusta otra ¿verdad? - la miré raro.
- No.
- Por favor, respóndeme con la verdad.
- Esa es la verdad. - le dije sinceramente. - A Ruggero no le gusta otra, he de reconocerte que cuando terminaron sí tuvo uno que otro... - me quedé callada buscando la palabra correcta. - digamos que uno que otro vacilón, pero no fue nada.
- Sexo nada más.
- Algo así.
- Bueno, eso ya lo sabía.
- ¿No te molesta?
- No, bueno, habíamos terminado, no puedo decirle nada, pero ahora cuando estoy con Rugge sus ojos no me miran igual, sé que hay otra... uno lo siente Karol, y no soy boba, sé que le gusta otra persona.
- Sinceramente no sé qué decirte, porque así como tú dices, yo estoy prácticamente todo el dia con él y no le he visto una mujer que pueda decir que "le guste" - hice comillas con mis manos. - La única eres tú.
- Bueno, entonces puedes ser tú. - me dijo seria y mi corazón otra vez comenzó a latir pero de repente comenzó a reír. - Lo siento, no quise asustarte. - me reí sin saber en sí como tomar sus palabras. - Tranquila, sé que eres una buena mujer, al menos si Rugge me engaña preferiría que fuera contigo que alguna de las modelitos con que anda últimamente.
- Pero no lo hace. - le dije seria.
- Lo sé cariño, no te estoy acusando, es solo una suposición. - le sonreí.
- ¿Crees que su relación tenga futuro? - me atreví a preguntarle.
- No sé... - bajó su mirada jugando con las sabanas de la cama. - Lo quiero mucho Karol, llevamos dos años y más en esta relación, ya Rugge pasó a ser una gran parte en mi vida, pero las cosas últimamente no están bien, además siento que necesito a una persona más seria y madura para mí, Rugge es muy inmaduro aún.
- Disculpa, pero creo que cuando te hiciste novia de Ruggero sabías que él era menor que tú, lógicamente van a tener un nivel de madurez diferente y además el maduró mucho al estar a tu lado si no te diste cuenta. - lo defendí.
- Lo siento si te ofendí. - me dijo riendo al ver como había defendido a Ruggero.
- Lo siento, pero es que es verdad. - seguía seria. No solo Ruggero era el culpable de todo y ella tenía que darse cuenta.
- Lo sé, pero sin embargo me atreví a arriesgarme por él.
- Entonces debes aceptar las consecuencias Candelaria.
- ¿Por qué lo defiendes tanto?
- Porque trabajo para él, lo conozco, sé que Ruggero no es el único malo aquí.
- ¿Me estás diciendo que soy yo la mala del cuento? - me dijo ofendida.
- Tampoco, no he dicho eso, es solo que cada uno cuenta su lado haciendo quedar al otro mal, cuando los dos tienen la culpa, sé que Ruggero ha andado de putito últimamente. - dije haciendo que ella riera y yo también. - Pero Candelaria, cuando él estaba contigo no te engañó y tú te empeñas en no creerle nada y lógicamente él se desespera.
- Pero cómo quieres que confíe en él, si mira lo sociable que anda últimamente.
- ¡Tiene veintitrés años, estaba soltero, si no coqueteara sería gay! - ella me miró frunciendo el ceño. - Y no estoy justificando su conducta, es solo que hay que ponerse del lado de los dos.
- Pero eso también me lastima.
- Díselo a él entonces.
- ¡Ya se lo dije! Pero hay algo que no lo deja que solucionemos las cosas. - suspiró. - Algo no, alguien no lo deja, joder, estoy segura que a Ruggero le gusta alguien más. - dijo y la puerta se abrió dando la imagen de Ruggero con el ceño fruncido y el cabello despeinado. Se nota que había pasado sus manos varias veces por él.