- Sí.
- Yo no soy malo con las mujeres. - lo miré. - Cuando me gusta alguien o estoy de novio con alguien no soy malo con ella. - me dijo mirándome. Y sí, tenía razón, en todo el tiempo que Ruggero salía con Candelaria nunca la engañó y la trataba como una princesa... aunque nunca dejó de acostarse conmigo, entonces supongo que sí, sí la engañó, pero sé que para él eso no cuenta.
- ¿Por qué me dices eso?
- Porque Cande no me cree que le fui fiel cuando estaba con ella.
- Y no le fuiste fiel. - me volvió a mirar suspirando. - ¡Te acostabas conmigo cuando estabas con ella!
- Me refiero aparte de ti.
- Entonces le fuiste super fiel. - le dije haciéndolo reír, me acerqué llevándole un plato de espagueti. - Pero Ruggero, si Candelaria se entera que te acostaste conmigo para ella si va a ser infidelidad.
- Lo sé.
- ¿No te da miedo que ella se entere?
- No. - enrolló un poco de espagueti con su tenedor para luego metérselo a la boca. - Está muy bueno.
- Gracias, supongo que ya me puedo casar. - le dije sonriente.
- ¿Cómo así?
- Sí, en Latinoamérica cuando la mujer aprende a cocinar se dice que ya se puede casar.
- ¿Es una regla eso?
- No, solo lo dices algo así como un cumplido o como que ya en la vida de la mujer a cumplido un requisito para casarse. - me miró alzando una ceja. - No sé si me entendiste pero es algo así. - le dije riendo.
- Tranquila, más o menos te entendí. - tomé un sorbo de cerveza. - Pero Karol...
- ¿Qué?
- No te cases por favor.
- Tengo veinte años, créeme, casarme todavía no está en mis planes. ¿O acaso en los tuyos si?
- Me creerías que hace dos meses lo tenía pensado. - me dijo haciendo que mi corazón se encogiera. Sabía que Candelaria estaba metida en esa propuesta y no yo.
Suspiré viéndolo.
- ¿Con Candelaria? - le pregunté con algo de esperanza.
- Sí, pero al siguiente mes terminamos y ahora volvimos otra vez... y pues...
- Te dije que no es una relación sana.
- No empieces. - me dijo algo cansado. Por primera vez en mucho tiempo estábamos hablando tranquilos y sobre todo él me estaba escuchando, no quería arruinarlo.
- Está bien. Entonces ¿qué vas a hacer?
- ¿Qué crees que debo hacer?
- Ya tú sabes mi opinión. - le dije encogiéndome de hombros.
- ¿Por qué no te agrada Cande?
- Sí me agrada Candelaria, me cae bien, en serio, las veces que he hablado con ella me ha parecido una buena persona...
- Pero... - me dijo mientras seguía comiendo, casi acabando con el plato.
- Pero no me agrada "Ruggelaria" - le dije haciendo comillas con mis manos.
- Y a algunas Ruggeristas tampoco les gusta Ruggelaria, pero a otras sí.
- Lo sé, soy Ruggerista, Ruggero, sé todo lo que hablan y no hablan. - él me miró asombrado.
- ¿Eres Ruggerista?
- Sí, desde que escuché "Allá Voy".
- ¿Fue la primera que escuchaste mía?
- Sí.
- ¿Qué fue lo que más te gustó de ella?
- Su letra, tu voz, es muy linda esa canción y en el vídeo te veías demasiado tierno.
- Sigo siendo así. - me dijo haciéndose el ofendido.
- Uff, sí claro, has cambiado mucho Ruggero.
- Crecí. - me dijo encogiéndose de hombros. - Pásame el sándwich.
- ¿Tienes más hambre?
- Bastante. - tomé su plato vacío de espagueti y le di el sándwich. - Algunas fans se alejaron por eso.
- Pues son eso, fans, no Ruggeristas.
- Lo sé. - me dijo sonriendo mientras me veía detenidamente haciendo que me sonrojara. - Karol...
- ¿Umm?
- No llevas brasier ¿verdad? - miré abajo, inmediatamente tapándome con las manos, no me había dado cuenta de que la camisa era algo transparente. - Quítate la camisa Karol.
- Ruggero...
- Quítatela. - me volvió a decir, pero en su rostro no había señal de dureza, más bien algo de cariño, suspiré y me lo quité quedando solo en el hilo de encaje que él me había dicho. - Mucho mejor. - me sonrió mientras le daba otro mordisco al sándwich. - Entonces eres Ruggerista...
- ¿Piensas que te siga hablando mientras estoy casi desnuda en tu cocina?
- Sí, ¿por qué no? - me miró divertido. - Amo verte así, si supieras lo perfecta que eres para mis ojos... - me sonrojé y esta vez fui yo la que me le acerqué, capturando nuestros labios en un beso.