- ¿Qué haces hablando con Cande? - me dijo en un tono fuerte, tragué en seco.
- No la regañes Rugge, fui yo quien la busqué, necesitaba a una amiga con quien hablar. - le dijo Candelaria pero la mirada de Ruggero hacia mí no se suavizó, al contrario, se intensificó. - Ya me voy. - ella se levantó yendo hacia él. - Piensa en lo que hablamos ¿si? - Ruggero la miró a ella asintiendo. Candelaria se volteó hacia mí. - ¿Me podrías acompañar y abrirme la puerta?
- Claro. - vi como ella salió de la habitación, me levanté y caminé al lado de Ruggero sintiendo su pesada respiración al lado mío, tragué algo nerviosa y caminé hasta la puerta con Candelaria.
- Cuídate Karol, lo siento si te metí en problemas con Rugge.
- No te preocupes, solo está de mal genio. - le traté de sonreír mientras cerraba la puerta, suspiré mirando la puerta... sentía su presencia detrás de mí cada vez más cerca hasta que sentí sus manos en mi cintura obligándome a dar un giro para verlo, sus pupilas estaban dilatadas y oscuras, su boca estaba entre abierta dando una respiración pesada y sus músculos estaba tensos. - Ruggero, yo... - traté de hablar pero sus labios ya estaban sobre los míos besándome salvajemente... de esta sí no me escapaba.
- ¡¿Desde cuando eres amiga de Cande?! - me dijo mientras me quitaba la camisa dejándome otra vez como estaba hace unas horas en su cocina.
- No lo soy.
- ¿Entonces por qué ella dijo eso? - empezó un viaje de besos por mi cuello.
- Necesitaba a alguien con quién hablar, no le podía decir que no. - esta vez no me dijo nada, pero me hizo recordar lo que hablé con Candelaria, no podía hacer esto. - Ruggero, espera - traté de alejarlo pero su agarre hacia mí se hizo más fuerte haciéndome sentir su gran erección. - ¡Ruggero basta! ¡Piensa en Candelaria!
- ¡Le dijiste que te estabas acostando conmigo, verdad! - me miró a los ojos sin despegarme de él.
- No, no le dije nada Ruggero.
- ¿Entonces por qué no quieres hacer nada conmigo? Y no me digas que no quieres, joder, porque sé que ahora mismo estás totalmente húmeda y preparada para mí. - gruñó pegándome más a él.
- No es eso, es solo que esto no es lo correcto Ruggero.
- Hemos estado follando por dos años Karol, ¡dos putos años! Sin importar si estoy de novio o no, ¡y ahora me vas a decir que esto no es lo correcto!
- Pero esta vez es diferente.
- ¡¿Por qué?! - me cargó montándome en el mesa del comedor. Traté de bajarme pero no me dejó.
- Déjame bajar.
- No te vas a bajar. - me dijo autoritario. - Dime ¿por qué esta vez es diferente?
- Porque... - traté de buscar una excusa que permitiera hacerlo entrar en razón, pero por Dios, hasta yo quería tirarme encima de él y follar toda la jodida noche.
- No me mientas. - me amenazó.
- Me gusta alguien. - solté de repente y su boca formó una linea recta.
- ¡¿Qué?!
- ¡Sí, eso, me gusta alguien y si tú no le eres fiel a tu novia pues yo sí!
- ¿Es en serio? - su mirada pasó de ser dura a no poder comprenderla y ahí estaba otra vez esa mirada que no entendía qué era.
- Sí.
- Lo quiero conocer. - me dijo de repente haciendo que mi corazón comience a latir de los nervios.
- ¿Por qué? - le dije mientras veo como se comienza a alejar de mí.
- Solamente lo quiero conocer, y no es una pregunta, es una orden, mañana vamos a ir donde tu noviecito. - me dijo sin más yéndose hacia su habitación mientras yo me quedaba maldiciendo una y mil veces del porqué había dicho eso.
Pasé toda la noche caminado en el cuarto muerta de miedo, sabía que cuando a Ruggero se le mete una idea en la cabeza no la suelta.
Tenía que presentarle a alguien, pero ¿a quién?
¡Ohh, ya sé!
