El kazajo vio con asombro la enorme construcción, que se trataba de su nueva escuela; tres edificios, cada uno de otros tres pisos. Lo primero que pensó fue en lo difícil que será encontrar el baño allí dentro. Entró con calma, sin desviar la mirada. No tenía a nadie con quién hablar en ese instante, pues no conocía a nadie allí.
La campana timbró, oyéndose por todos los pasillos e indicando el inicio de clases. Buscó puerta por puerta la que tuviera el cartel 4-B. Para su suerte, logró encontrarse con el profesor de la respectiva clase y lo llevó a su aula. Tuvo que pasar por la típica presentación ante la clase, lo cual fue muy incómodo. Llegar a mitad de año es de las peores decisiones que pudo tomar.
Se sentó casi en las últimas filas, al lado de una chica pelirroja, la cual le dedicó una sonrisa amigable; se veía agradable. Él le devolvió el saludo con un asentimiento de cabeza y prestó atención a la clase.
ҳ̸Ҳ̸ҳ
— ¡Hola, chico nuevo! — la chica de hace un rato se levantó apenas el profesor abandonó el aula y se acercó a Otabek. — ¿Cómo era tu nombre? Lo siento, lo olvidé. —dijo rascando su nuca.
—Otabek Altin. —respondió serio. Para ser sincero, se sentía un poco intimidado ante la efusiva chica frente suya.
— ¡Lindo nombre! Soy Mila Babicheva, un gusto. —extendió su mano, la cual Otabek dudó un poco en aceptar. —Anda, no muerdo. — entonces él por fin aceptó el saludo. —Puedes tenerme confianza; como representante femenina de la clase, tengo la misión de hacer que todos mis compañeros se sientan a gusto. ¿Comprendes?
— Hum... sí. — respondió algo distraído. Quedó algo sorprendido al oír que esa chica era la representante de la clase; por su aspecto y actitud, hubiera imaginado que era más bien la payasa del grupo –y lo era, de hecho-.
Se fijó con más detalle en ella; su cabello estaba bastante despeinado, los dos primeros botones de su camisa estaban desabrochados, las mangas de la misma se encontraban remangadas a la altura del codo y la corbata brillaba por su ausencia. Su actitud era ferviente y, algo estruendosa. Jamás había visto a una representante como ella.
—Eres callado, eso me gusta. —arrastró su mesa para darle espacio al kazajo. — ¿Vamos a la cafetería? Te presentaré a mis amigos.
Otabek se mantuvo en silencio por unos segundos, pensando en si era buena idea ir o no.
— Eres algo inseguro. —le tomó de la muñeca y lo arrastró fuera del salón.
El camino se basó en Mila explicándole pequeñas cosas sobre la escuela a Otabek, y este escuchando sin responder.
— No corras enfrente del inspector o te dará un reporte; es el más gruñón de la escuela. —entraron a la enorme cafetería donde estaban todos los alumnos almorzando. —Si quieres comprar algo en la cafetería, espera a lo más unos cinco minutos para no morir aplastado por los de cursos mayores.
— ¡Mila! — una voz femenina detuvo los instructivos de la pelirroja. Ambos voltearon, y pudieron ver a una chica de piel morena, cabello negro y grandes ojos violetas haciendo señas desde una de las mesas.
—Sígueme. — se acercaron a la mesa, donde estaban sentadas dos personas. — Chicos. Él es Otabek, es nuevo aquí. — señaló al aludido. —Otabek. Ella es Sara, está en nuestra clase.--- señaló a la chica que llamó su atención hace unos segundos. — Él es Chris, de último año. —un chico de cabello mayormente rubio le saludó con una mano, mientras que en la otra apoyaba su cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Con las rodillas raspadas ||Otayurio||
FanfictionOtabek Altin siempre había sido molestado en su escuela; hasta que un día, su compañero de clases, Yuri Plisetsky, lo defiende de sus abusadores. Desde instante se sintió eternamente agradecido con su pequeño salvador y deseaba decírselo, mas no con...