Ángel es el menor de tres hermanos. Sentía una admiración excesiva por Fabián, el hermano mayor, tanto así que deseaba seguir el mismo camino que él, recibirse de arquitecto como él, comprarse un auto igual al suyo, escuchar las mismas canciones... Prácticamente quería ser Fabián.
Hace tres días; mientras se preparaba para ir al colegio, escuchó por accidente una conversación que mantenían Fabián y Javier, el otro hermano. Ambos acababan de regresar y Javier hacía reclamos al hermano mayor.
Al parecer; Fabián se había adelantado a un coche y casi provoca un accidente. Ángel se mantenía oculto, aguardando a que su hermano, digno de todo su respeto, se justificara y la discusión terminase.
"Las leyes de tránsito son letra muerta aquí. Si no conduces como todos, te pasarán encima. En la ruta predomina la ley del más fuerte..." se expresó Fabián.
Las palabras sonaron huecas para Ángel, vacías. Salió de su escondite, saludó a sus hermanos y fue al colegio.
Hoy, Ángel es distinto. Sus metas son otras, sus gustos también. La mirada que dirige a Fabián cada mañana ya no brilla, no hay entusiasmo en sus ojos.
Aquella admiración casi idólatra se convirtió en lástima.
"Pobre Fabián, es un mediocre más del montón. Es una pena que no haya luchado por marcar la diferencia y se entregara sin dificultad"; piensa Ángel.
Pudo haber sentido lástima de sí mismo, pero no lo hizo. Él no quería ser uno más del montón, quería ser como Fabián; el hermano que no se enteró de que era un ejemplo a seguir para alguien.
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Diez relatos Y Un divague
RandomUn breve compilado de mis ocurrencias. Cosas que me llegaron a la mente de pronto, sin qué ni para qué y que logré transcribirlas a tiempo antes de que mi memoria fugaz se encargara de hacerlas volar por el viento.