Capítulo 15

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- ¿Por qué tantos empleos? -pregunté después de haberme reído otro rato.

Tomó un sorbo de café.

-En todos me fui por mi cuenta, excepto en el supermercado, ahí sí me despidieron, pero en el festival ya estaba trabajando en donde estoy actualmente, solo fue algo temporal... ha sido un año algo borrascoso en ese sentido.

- ¿Y a qué se debe esa inestabilidad? -pregunté ahora con una actitud seria pero cautelosa.

Su sonrisa desapareció y el agarre de su mano se tornó tensa.

- Cuatro empleos en menos de un año dicen mucho de una persona, ¿verdad? -dijo a la defensiva.

Citó a Fred, el día del festival. Me di cuenta que había escuchado la pelea, pero si de algo habíamos evitado hablar era precisamente nuestro último encuentro y tampoco me había atrevido a preguntarle por la chica rubia que lo acompañaba, tal vez por miedo a desengañarme.

-Ya oscureció... -comenté viendo a la ventana. -tengo que ir a la tienda de arte, si no vuelvo con algo de material me veré en muchos problemas. -saqué mi teléfono y respingué. – ¿Podrías prestarme tu teléfono para hacer una llamada? El mío casi no tiene batería...

Me entregó su teléfono con una expresión más tranquila. Me excusé y salí de la cafetería para llamar a Agatha.

- ¿Cómo va todo? -quiso saber.

-Como soñado...- soltó una risa maniática.

Esa mañana le había contado todo con tanta emoción, y expectativa... también se lo conté a Fred, pero se negaba a rotundamente a la idea de que me viera con Bruno. Más que molesto, pude percibirlo nervioso con respecto al tema. Viendo que no me convencería de dejarlo plantado, sugirió que ambos me llevasen a la cita y se mantuvieran cerca del lugar, -por si acaso- había dicho Fred.

-No puedo darte muchos detalles, pero...-un zumbido me cortó la frase y pensé que también la llamada. Vi la pantalla del celular para asegurarme, pero lo que vi me dejó confundida.

- ¡Aló...! - gritaba mi amiga, confirmando que la llamada no se había terminado.

-Agatha, ¿dónde están? – dije sin querer sonar alterada.

-Estamos comiendo un helado... ¿qué ocurre?

-Necesito que vengan...

Terminé la llamada y me escondí detrás de un quiosco del centro comercial donde se encontraba la cafetería. A los pocos minutos mis amigos venían corriendo hacia a mí. Sin decir nada, les mostré la pantalla del teléfono.

-Hey, guapo chico del destino

-Tenemos que hablar de nuestro futuro bebé.

Agatha leía una y otra vez, mientras Fred me miraba con reproche.

-Desde el inicio te dije que esto no me parecía.

-No sé qué decirte...- dijo mi amiga.

Eran dos mensajes de dos chicas diferentes, la primera estaba registrada como Megan y un corazón al lado del nombre, y la otra aparecía como Casey.

Negué con la cabeza, sin terminar de creérmelo. Es que todo había sido tan magnífico, su sonrisa, la expresión con la que me miraba, su caballerosidad, todo me contradecía al pensar que era un muchacho cualquiera, que cortejaba a varias chicas a la vez.

- ¿Aún irás con él a la tienda de arte? - preguntó Fred un poco molesto.

-Tiene que ir- contestó mi amiga.

-Era sarcasmo... vámonos, Velvet. Entrégale su teléfono y olvídate de él.

-Wow, alto. ¿Te crees su padre o algo así? Deja que le dé una oportunidad al chico.

-Agatha, ya le dio una pensando que era muy diferente a como acabamos de descubrirlo...

-Creo que Agatha tiene razón... iré con él, y... lo enfrentaré. Si efectivamente no es honesto... fin del asunto, lo dejaré a la deriva de otro destino. –dije resuelta, pero con melancolía al pensar en la posibilidad de desilusionarme.

Me asomé de mi escondite para ver a Bruno esperándome a la entrada de la cafetería. Lucía tan guapo con sus anteojos, y verlo, sabiendo que estaba esperándome...

-Puede ser peligroso- opinó Fred, como completando mi pensamiento.

Los vi una última vez, antes de dirigirme con Bruno, con un torbellino de pensamientos que amenazaba con arrasar con mis esperanzas e ilusiones.

-Los seguiremos, por si acaso- sentenció Fred, y se retiró con Agatha que me miraba intentando darme ánimos.

Cuando íbamos en moto hacia la tienda de arte, me abrazaba físicamente a Bruno y al buen concepto que tenía de él, tratando de ignorar las dudas y los malos pensamientos, pero no podía dejar de pensar en los mensajes y en cómo aclarar las cosas.

Cuando llegamos a la tienda de arte, antes de que entráramos, contestó una llamada de Casey, una de las chicas que le había mensajeado.

- ¡Hey, Casey! Sí de hecho estoy bastante ocupado...- me miró- Casey, lamento cortarte a medio hablar, pero de verdad este no es el momento... si lo he estado pensando, hablaremos luego.

Colgó la llamada y se quedó viendo los mensajes que anteriormente, yo ya había visto. Me miró un poco confundido, como si esperara a que yo dijera algo.

-Al parecer eres el chico favorito del destino, me gustaría saber con cuántas chicas te ha juntado...

Abrió sus ojos achocolatados y ladeó la cabeza. Me giré un poco avergonzada, por mi repentino comentario. Definitivamente no tenía pensado abordar el tema así, pero él se mantuvo un momento sin pronunciar palabra.

El auto de Frank se estacionó frente a la tienda de arte, al otro lado de la calle

-Leíste los mensajes...- adivinó.

-Fue por accidente, llegó uno mientras hablaba por teléfono.

Después de un largo silencio respingó.

-Uno es de mi mejor amiga Megan por eso tiene un corazón al lado. Pero respondiendo a tu pregunta, ¿quieres saber con cuántas chicas me ha juntado el destino? –. Empezó a caminar al alrededor con una sonrisa pícara– Quizá con más de las que piensas... pero, aunque haya sido un destino indiscreto y caprichoso, la fuerza que me dio el placer de coincidir en esta vida contigo, -me tomó de la mano- aunque haya sido solo una broma en la que ninguno de los dos quería participar, pero de la que terminamos disfrutando.... ya no puedo darme el lujo de andar por inercia, dejándome llevar por la vida sin un destino...-se rio en un susurro- que claramente no eres tú...

InerciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora