I

6.8K 494 60
                                    


Lo cierto es que al principio no estaba muy seguro de haber tomado la decisión correcta, es decir, él también quería volver a organizar fiestas y eventos, quería unir a la gente, hacerlos felices... pero ya no era ella, Rika no estaba. Y, por ende, él no estaba seguro de que aquello fuera a ser lo mismo.

Quizás se había precipitado.

Pero, por otro lado, era demasiado tarde.

Los demás aprobaban su decisión y parecían realmente emocionados con la posibilidad de volver al trabajo.

¿Qué hacer?

Sólo podía esperar.

Si bien, la incomodidad no se iba. La misma pregunta acudía a su cabeza día tras día ¿Acaso la había traicionado al tomar tal decisión? ¿De verdad estaba bien aquello? No había compartido sus inquietudes con nadie, a pesar de que había estado tentado de llamar a Jumin en varias ocasiones.

No podía seguir así.

Y, por ello, tomó una decisión.

La primera vez que se conectó al chat era de madrugada, y esperaba que el resto de miembros estuvieran, o bien durmiendo, u ocupados con sus propios asuntos. Tuvo suerte. Leyó todas y cada una de las conversaciones que habían tenido lugar desde la última vez que había entrado en la aplicación. Vaya... lo cierto es que estaba... sorprendido, tanto por la manera en la que todos se habían volcado a la hora de aportar nuevos invitados como por la forma en la que ella recogía todas esas ideas volcándolas en amables mensajes que traían consigo respuestas afirmativas por parte de los invitados. La R.F.A. volvía a la vida, y cada nuevo invitado suponía una pequeña celebración por parte de sus miembros.

Al terminar de leer sonrió para sí sin quererlo. Quizás no había sido tan mala idea.

La segunda vez no tuvo tanta suerte. Luciel. Pero no inició ninguna conversación, para su propio alivio. Leyó los nuevos mensajes: ellos parecían haberse acostumbrado a la presencia de la chica, y por ello, no se mostraban tan formales. A lo largo de diferentes chats se encontró fotos de muy diversa índole (hasta Jumin compartía instantáneas de un borrón blanco que suponía que sería su querida Elizabeth III), nuevas proposiciones y... vaya, había algunas indirectas muy interesantes. Sentía cierta curiosidad por ver las reacciones de ella, cómo a veces les seguía el juego, otras no llegaba a captarlas y como, la mayor parte del tiempo, las capeaba con mucho acierto y humor... No recordaba su nombre, la próxima vez tendría que fijarse más.

La tercera y cuarta vez volvió a encontrarse con lo mismo. Ya no era tan cuidadoso a la hora de comprobar si alguien estaba conectado, parecía que la suerte estaba de su parte y todos andaban sumidos en sus quehaceres, al fin y al cabo, había que tener mucho ánimo para estar despierto y conversando a aquellas horas. La verdad es que disfrutaba viendo a sus amigos tan activos y contentos, esforzándose por la causa, la causa de Rika. Y luego estaba ella, esa chica que había llegado sin ser anunciada, con la que todos parecían haberse encariñado, paciente, resuelta... y a veces un poco... peculiar. Tan diferente a su amada... esperaba que todo fuera como la seda, que todo fuera como antes, pero no igual, sólo bien, para todos, porque ellos se lo merecían.

Durante la quinta visita lo distrajo la llegada de un mensaje a su bandeja de entrada. Luciel.

"¿Va todo bien? Ya es la quinta vez que te conectas en dos semanas, lo que resulta un tanto inusual."

"Sólo quiero comprobar que todo va bien. No se lo digas a los demás, por favor, no quiero que se preocupen."

Se sintió como un niño al que descubren en plena travesura. A pesar de que no tenía motivos para ello. Optó por maquillar la situación anunciando la fecha de la próxima fiesta, que tendría lugar en unos pocos días. Estaba decidido a acelerar el proceso lo máximo posible, librarse las inquietudes y de ese sentimiento de culpabilidad que le había recorrido al sentirse descubierto. Cuanto antes mejor.

Cundió el pánico, era muy poco tiempo. Yoosung lo acribilló con sus comentarios, Jumin intentó hacerlo razonar y ZEN trataba de convencerlo para retrasar la fecha. Entonces apareció ella. Y los puso firmes a todos. Les instó a organizar una lista de invitados con la mayor brevedad posible, fijó una hora para reunirse todos en el chat y hacer una lluvia de ideas en cuanto a la localización, las diferentes actividades y la comida, encomendó una función a cada uno y los mandó a trabajar.

Vaya carácter.

MC: V, ¿sigues aquí?

V: Sí.

MC: Gracias por fijar una fecha tan rápido. Aunque apenas quede tiempo, quiero que sepas que conseguiremos que salga adelante.

Silencio por parte de él. Aquella determinación lo sorprendía, así como la cierta agresividad que traían consigo sus palabras.

MC: No me malinterpretes, no estoy siendo irónica ni nada por el estilo, osea, no te lo tomes como un ataque ni nada, yo...

Parecía que las dotes de mando de ella flaqueaban por momentos. Se rió en la soledad de su apartamento, y preparó una respuesta, puesto que no quería preocuparla de más.

V: Sé que lo conseguiréis. Adelante, mucha suerte.

Satisfecho, salió de la aplicación. Definitivamente, aquella chica le caía bien, aunque seguía sin quedarse del todo con su nombre.

A partir de ese momento, sus incursiones fueron mucho menos habituales. En la siguiente conversación todos la había felicitado por esa seguridad y determinación; como estaba planeado, se reunieron en el chat por la tarde, una tónica que se mantuvo durante varios días, con el fin de que no quedaran cabos sueltos. A medida que se acercaba la fecha, los mensajes eran menos, y muchos de ellos versaban sobre cosas banales, como la ropa que iba a llevar cada uno de ellos, o si realmente era adecuado que Jumin trajera a Elizabeth III a la fiesta. Ella debía de estar aterrada, y se sentía parcialmente culpable ya que en parte era cosa suya, pero lo disimulaba bien ante los demás.

No obstante, esos últimos días estaban resultando bastante duros para él, puesto que veía cómo algo que tanto les había costado volvía a la vida, pero ella ya no estaba. Temía pronunciar su nombre, puesto que no se sentía capaz de contener las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos, emborronando la poca visión que le quedaba. Ojalá pudiera estar con ella, pudiera ver lo que habían conseguido gracias a su causa.

De todas formas, no tardaría demasiado en volver a verla.

Por el momento tenía que cuidar de la últimaincorporación de la R.F.A., por la que había desarrollado cierta simpatíadespués de haber leído todos aquellos mensajes. Era seria y fuerte, pero, aveces, le parecía ver su faceta más frágil, sobre todo en algunasconversaciones nocturnas en las que compartía sus inquietudes con Jaehee, entrelas dos parecía haberse forjado un vínculo bastante fuerte, aunque cabía decirque ninguno de los chicos se quedaba atrás: Jumin intentaba hacerla reír con supeculiar sentido del humor, Yoosung siempre le preguntaba qué tal le había idoel día, ZEN se aseguraba de mandarle una foto diaria (en algunas aparecíasosteniendo papelitos con mensajes de ánimo escritos) y Luciel parecía volcarseen ayudarla siempre que tuviera problemas con el funcionamiento de laaplicación, incluso había rastreado a algunos de los invitados al no recibirrespuesta a los mensajes de la chica. Ella formaba ya parte de la familia, y élquería protegerla.

You Had Me at Hello [V, Mystic Messenger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora