A veces la decisiones que tomamos en la vida, no siempre son las correctas. Pero el tiempo nos ayuda a verlas desde otra perspectiva y tenemos la opción de remediarlas. Sólo que hay que saber hacerlo a tiempo.
Escrita por Candelaria.G.White
Pasaron el resto del fin de semana en una nube de pasión. Excepto unas cuantas incursiones necesarias a la cocina, no salieron del dormitorio principal.
No había sido una promesa de para siempre, pero Candy se había sentido agradecida.
Aun así, sabía que estaba loca, pues se estaba exponiendo a más sufrimiento.
Mientras siguiera enamorada de Terry, no iba a tener paz porque no podían estar juntos sin hacerse daño y tampoco podían vivir separados.
Por lo menos ella, que se estaba muriendo de pena. Aquello no era justo.
Candy suspiró suavemente sin dejar de mirar a Terry. La única luz que había en la habitación procedía de la chimenea de piedra, de los rescoldos. Afuera había una gran tormenta invernal y estaba lloviendo.
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Candy también sentía que en su interior se estaba librando una dura tormenta.
¿Qué podía hacer? Había intentado vivir sin él y lo único que había conseguido había sido pasar cinco meses terribles. Se había entregado por completo a la universidad para no pensar ni sentir, pero le había parecido una forma de vivir completamente vacía. Lo cierto era que quería estar con Terry, que sin él jamás sería feliz.
Terry era su primer amor. Se conocieron en el colegio. Él era dos años mayor. Cuando Candy cumplio los dieciocho decidieron casarse, muy jóvenes. Pero estaban enamorados.
El era el mejor amante que jamás había tenido. Sus caricias la quemaban, su aliento la acariciaba, su voz la hacía excitarse aunque acabara de tener un orgasmo, su piel seguía encendida mucho después de que la hubiera tocado.
Candy cerró los ojos y sintió su miembro en el interior de su cuerpo, sintió los latidos de sus corazones acompasados y no pudo evitar preguntarse, como de costumbre, cómo era posible que dos personas estuvieran tan conectadas y tan alejadas a la vez. Observó con detenimiento a Terry mientras éste se levantaba de la cama y caminaba desnudo por el dormitorio. Tenía un cuerpo bien formado, esbelto y ía el pelo castaño oscuro y le caía sobre los hombros. A Candy aquello siempre se le había antojado muy sensual y él ni siquiera parecía darse cuenta.
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