Pensar que Holly pudo dormir y no se sintió culpable por haber espiado a sus vecinos el último año y medio sería mentira, un mentira muy gorda.
Cuando cerró las persianas y regresó con su pasta, perdió el apetito, no dejaba de preguntarse si sus vecinos se sentirían observados y de aquella forma tan incómoda como ella acababa de sentirse al ser objeto de diversión de ese chico en el balcón del sujeto 3.
–¿Tal vez el sujeto 3 se veía tan estresado... –se detuvo a sí misma. No, no podía ser que fuera su culpa, no podía ser que el sujeto 3 se sintiera incómodo a tal punto de mudarse, no podía, es que la idea no tenía ni pies ni cabeza.
–No, no... –buscó por una excusa en su cerebro, era bastante buena con ellas– No hay forma que se mudara tan rápido, digo, sus cosas seguían ahí, en su departamento.
Se levantó de golpe, en la oscuridad.
Sus cosas seguían allí, en el departamento, pero el chico... ¿Qué hacía allí?
Nunca, desde el año y tres meses que el sujeto 3 llevaba viviendo allí había llevado a ese chico, sí, que había llevado mujeres, mujeres, a su familia al parecer y, ah, ¿ya dije 'mujeres'?
El sujeto 3 era un vividor, un tipo frío, alcohólico y totalmente desentendido de su alrededor, pero Holly no lo sabía, o no lo quería aceptar, ella solo se dedicaba a observarle cada día a las 7 a.m y a las 9 p.m por dos horas máximo, con suerte, el sujeto 3 estaba libre los sábados y lo veía hacer pesas.
–Pero aún así, ese chico no me da buena espina –Holly, como les dije antes, no es estúpida, sabía que el sujeto 3 se rodeaba de personas de alta sociedad, o al menos de mujerzuelas que se vestían muy bien, ese chico, no, en absoluto, no podía ser su amigo.
Los días pasaron, y cada vez que Holly intentaba espiar el departamento del sujeto 3 se detenía a sí misma, no era correcto.
El jueves llegó, y con él la reunión de vecinos que Holly intentaba ignorar, pero no había nada qué hacer, ya había dicho que iría, era de palabra.
Al salir, un viento frío le acarició el rostro, había escuchado en las noticias que ese sería uno de los días más fríos en los últimos años, eso le emocionaba por dos razones, le encantaba el frío y quizás, con suerte, se cancelaría la reunión.
Rodeó el edificio y se encontró con un montón de personas de las cuales solo conocía un par, todos la miraban con extrañeza, así que ella comenzó a mirarlos de la misma forma, el espíritu salvaje de Holly salía en las situaciones más inesperadas.
Quiénes se creen, juzgándome con sus miradas, como si no pudiera jugar a ese juego también... pff –se repetía una y otra vez mientras buscaba al señor David, no pensaba quedarse allí atrás de esa multitud, si fue a la reunión al menos haría que su opinión importara.
–Probando, probando, uno, dos... –escuchó a Henry, el hijo de los Anderson, seguía sin entender cómo vivían tres personas en un espacio tan pequeño.
–Es suficiente Henry, suficiente –el señor David parecía bastante cansado.
–Solo un poco más... –decía Henry.
–Lo siento, tengo cosas importantes que decir.
–Yo puedo ayudarle –una sonrisa inocente se plasmó en su cara. Este niño Henry, todos sabían que era un terremoto, parecía dulce y adorable pero el mismo Satanás vivía en él.
–Henry, es en serio, no tengo tiempo para jugar –dijo quitándole el altavoz al pequeño mientras suspiraba.
De haber sabido que estaría viendo como Henry Anderson hace otra de sus rabietas hubiera permanecido en cama –no habían pasado 10 minutos pero Holly se aburría.
ESTÁS LEYENDO
Ryan, mi vecino
Teen FictionHolly está feliz en su pequeño espacio, no cree necesario conocer personas nuevas. Ryan estará feliz siempre que conozca a personas nuevas. ¿Qué pasará si estos dos opuestos se encuentran? -- Basada, en parte, en el drama Flower Boy Next Door.