Capítulo 1

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–No tiene nada de malo –habló para sí misma.

Tomó los binoculares y pensó un momento hacia donde dirigirlos.

–Hace un tiempo no veo al del 03-14 –susurró y se posó sobre sus rodillas.

Era una noche de sábado y Holly hacía lo de siempre, lo normal. Miraba las estrellas, la luna y a sus vecinos por la ventana.

¿Que por qué? Pues estaban más buenos que el sonido de la lluvia. Y créanme que Holly ama el sonido de la lluvia.

Esta noche había decidido mirar al sujeto 3, el que vivía en el tercer piso del edificio del frente.

–No es nada malo, en absoluto –se repetía.

Dirigió su mirada a la ventana de la sala de estar del sujeto 3, ella sabía que debería llegar en un par de minutos de su trabajo.

Era una situación bastante complicada, puesto que conocía sus horarios y rutina desde que abría ojo, pero no conocía su nombre, ocupación o voz.

Pero claro está que Holly no era ninguna idiota, viendo en la forma que se vestía podía suponer que el sujeto 3 trabajaba de abogado o tenía algún cargo importante, no es nada fácil ver hombres vistiendo traje y corbata todos los días.

Como era de esperarse el sujeto 3 llegó minutos después de que Holly tomase sus binoculares, dejó su maletín sobre el sofá y se aflojó la corbata, la escena que no se cansaba de ver.

En este punto Holly no podía despegar la mirada del hombre, con ese aire de misterio, algo bohemio emanaba de él, sin embargo no se le veía satisfecho con la vida que llevaba, ella sabía que aunque le encantara ver como se aflojaba la corbata cada noche mientras se dejaba caer el sofá, se le veía cansado.

Sentía pena, pena y satisfacción, pena porque ella quería que todos se sintieran tan bien como ella lo hacía cada día en la seguridad de su apartamento, y satisfacción porque claro, ver vecinos guapos nunca está de más.

Cuando menos lo esperó, el sujeto 3 quedó dormido.

–No... No, Dios, no puedes dormir en ese sofá, despertarás con dolor en el cuello... –susurró– Y no le haz dado comida a los peces –dirigió su mirada a la gran pecera– Este hombre –rodó sus ojos, pero en el fondo se preocupaba por los pequeños animales.

Se levantó y se dirigió a la cocina, la reparó de arriba abajo.

–Bueno, comer pasta no está tan mal –dijo mientras encendía la televisión y ponía un documental del universo– Te acostumbras después de los primeros tres meses, quizá me convierta en alguna nueva forma de vida –buscó por alguna lata de atún en la alacena– "Chica es encontrada en un apartamento después de comer pasta y atún por dos años" ya puedo verlo en los titulares... ¿No quedan más latas? No me lo creo... Si solo han pasado cinco semanas desde que hice la última compra...

Mientras analiza la situación se decide finalmente a salir, haciendo una lista de las cosas que necesita para no volver a salir en un buen rato.

El exterior le asustaba, le disgustaba, le parecía un ambiente tan hostil que decidió refugiarse en su apartamento, allí podía hacer todo lo que necesitaba y le gustaba, allí todo estaba bien, no habían peligros, solo eran ella y sus binoculares, y su pasta, y el atún.

Ryan, mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora