Capítulo 5

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La tostadora sonó dando a avisar que el pan, ya tostado, estaba listo.

Cortó dos naranjas y las exprimió, tomó el vaso, las tostadas y se dirigió al balcón.

Era una mañana tremendamente fría pero el rubio lucía una camisa sin mangas y pantalones cortos.

Era extraño regresar después de tanto tiempo, pero más extraña aún era la situación que se acaba de encontrar la semana pasada cuando vino de vacaciones.

–¿Quién lo diría...?– aún estaba sorprendido, de que aquella chica diminuta tuviera tales hobbies –Espiar a su vecino, já– bufó con incredulidad.

Algo extraño le sucedió cuando la encontró frente al elevador envuelta en esa bufanda azul marino, quería tomarla en sus brazos y levantarla, verla allí le provocó abrazarla.

Era extraño ya que, no siendo el rubio un mujeriego ni nada de eso, no solía sentír tales cosas por una mujer, mucho menos una que acababa de ver, se había olvidado de esa sensación extraña en el estómago y la leve debilidad en las rodillas que provoca el amor.

–Amor, pff– él sabía que no la amaba, a la bajita, no, el amor a primera vista es algo superficial y realmente no existe, solo que ella le recordó todo eso.

–Debería poner el anuncio de renta nuevo, esa chica me valió dólares– dijo rodando los ojos mientras tomaba un trago de su jugo de naranja.

Estando sentado en el suelo del balcón tenía una vista perfecta de la ventana de la chica, las cortinas, casualmente, estaban abiertas, Ryan nunca lo pensó, pero verla ir y venir a través de ese gran ventanal resultaba entretenido, quizá, solo quizá podría entenderla.

–Holly... hasta su nombre,– soltó una carcajada de la nada– hasta su nombre es más inocente que ella¹.

Le parecía curioso, no dejaba de estar sorprendido, aquella cosa insignificante, tan pequeña, encerrando tal perversión.

Finalmente se levantó y regresó dentro, tomó su móvil e hizo una llamada.

¿Ryan?

–¡James!

¡Ryan! Ha pasado un tiempo, dime, ¿Cuál era el problema con el departamento del piso 3?

–No me creerás– tomó asiento en el comedor y se pasó la mano por el cabello mientras sonreía –era cierto.

¡Tienes que estar jugando!– respondió su amigo entre risas.

–Si creíste que era una broma deberías esperar a ver la causante del problema.

¿Cómo es? ¿Una chica mala?– se escuchó morbo en el tono de James, para variar.

–Es una cosa diminuta, su nombre es Holly, pero créeme, sus intenciones no lo son– no aguantó más y comenzó a reír, su amigo por otro lado estaba muy incrédulo.

¡Debes estar de coña! Si su nombre es Holly ya tiene un destino escrito, y ese es ser una monja.

–Quizá.– suspiró y sintió como su respiración se normalizaba –En fin, te llamaba para avisarte que puedes poner el departamento en renta en unas dos semanas.

De acuerdo, pero ¿sabes?– una risa nerviosa le salió involuntariamente –deberías presentarla al grupo, ya sabes lo que dicen, las más tímidas son las m-

–Sí, sí, como quieras James, suerte– dijo cortando al chico y regresó su mirada al balcón.

Si lo pensaba bien, sería interesante conocer a la chica, a sus veinticuatro años siendo heredo de una exitosa empresa familiar y dueño de su propia compañía, no tenía mucho por lo que preocuparse. Aún asi, no me malinterpreten, el rubio no gustaba de lo extravagante, disfrutaba más de las cosas sencillas y cómodas.

–Tal vez podría conocerla, sería... definitivamente una nueva experiencia– volvió a reír, se había levantado de muy buen humor como pueden ver.



¹. Holly; es un juego de palabras, ya que 'Holy' significa 'santa' y se pronuncia igual que 'Holly', y como pueden ver, nuestra Holly de santa no tiene ni un pelo.

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¡Nos leemos pronto!

Ryan, mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora