IV.- Mirada

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Mis días con Keisi pasaban volando, pasaban de una forma mágica, única y especial. A ella le gustaban muchas cosas que eran de mi agrado, como la música clásica y algunas bandas de música, sus temas de conversación también eran muy interesantes, o al menos, a mí me llamaban la atención, podía escucharla todo el día y jamás me aburriría, además era muy inteligente y guapa.

O al menos eso decía Dave...

Dave... ¿en dónde estaba?

No había sabido de él desde la segunda hora, y al parecer Keisi notó mi preocupación ya que tomó mi mano y por acto reflejo giré no cabeza en su dirección.

—Si buscas a Dave salió desde hace rato y no ha vuelto, se fue con Cárter y Jenny.

—Ah...

¿Por qué? Dave siempre había estado conmigo, ¿por qué se iba con ellos?

Un nudo amargo se situó en mi garganta al recaer en mi egoísmo, yo siempre había querido que él se fuera con sus amigos, que saliera y se divirtiera, y aunque él decía que parecía su mamá, lo cierto era que quería que él hiciera todo lo que yo no podía. Que tomara, que fumara, que saliera a fiestas, que tuviera amigos, que tuviese novia, todo. Todo lo que yo jamás podría hacer o tener, deseaba que Dave lo tuviese, él no debía quedarse a mi lado y resignarse a una vida miserable como la mía.

Pues los comentarios que escuchaba de él eran buenos, él era popular pero jamás les hacía caso, muchas chicas andaban detrás de él pero no les hacía caso. Y eso era por mi culpa, porque él me cuidaba...

—Es bueno que vaya y se divierta, ¿no crees? —pregunté y escuché un pequeño suspiro de Keisi.

—No parecía muy contento, ¿por qué no hablas con él?

—Pero... si hablo con él va a pensar que estoy celoso o algo así, y entonces dejará de lado a sus amigos...

—Alix... él sólo tiene un amigo y ese eres tú —apretó mi mano y entre abrí mis ojos.

A veces quisiera poder ver, quisiera estar en un sueño y que cuando abriese mis ojos todo estuviera normal, poder ver la mano que me tocaba, poder ver aquellas pequeñas arrugas en la piel, ¿Keisi traería esmalte de uñas? ¿Tenía anillos o pulseras? Bueno, esto último sí lo sabía porque no sentía ningún metal, ¿pero tenía esmalte? ¿De qué color? Ella era muy tranquila, así que debía ser un color cálido, alguno pastel... bonito, como su voz y risa, cálido como su tacto.

Quisiera poder ver lo que estaba frente a mí, ni siquiera recordaba el rostro de mis padres, o el mío, no me conocía y tampoco conocía a Dave, o a Keisi. Sólo conocía sus voces, y su tacto, ¿con eso era suficiente para poder conocer a una persona?

¿Entonces por qué sentía que no conocía a Dave del todo, que lejos en alguna parte, se hallaba esa pequeña parte desconocida que jamás me mostraría?

Su sonrisa...

Quería ver su sonrisa.

Sus ojos.

Recordaba que eran muy bonitos, de un hermoso color amatista. Únicos.

En el jardín de niños siempre lo molestaban por el color de sus ojos, decían que era un gato y eso le enojaba porque no le gustaban.

Su rostro también era borroso...

Todas las personas que me rodeaban flotaban en una densa nube que se mantenía estática frente a mí, y que frágil como nuestros suspiros se rompía con un pestañeo. Por eso no la tocaba, porque temía que esa pequeña imagen que tenía de todos se esfumara para siempre.

Los ojos de un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora