V.- Sentimientos

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—Oye Dave, vamos a comprar cigarros y después a la casa de Jenny, ¿vienes?

Miré enseguida en la dirección en la que estaba Alix, él se encontraba leyendo algo mientras Keisi lo miraba.

Su mirada recaía con la inocencia y tranquilidad, tenía en su rostro una pequeña sonrisa boba y parecía incluso que cada cinco segundos suspiraba. Cuando esa chica se dio cuenta de que la miraba enrojeció totalmente y desvió la mirada, negué burlón y después la mano de Cárter balanceándose arriba y abajo para llamar mi atención me hizo quitar la vista de ella.

—¿Dave?

—Ah, un momento...

Caminé hacia ellos con un nudo en mi garganta, mi cuerpo se sentía pesado y cada latido que daba mi corazón reventaba mis costillas.

—Keisi princesa, te robaré un poco de tu tiempo, y tú renacuajo, te quedas aquí.

—Yo también quiero ir —Alix hizo un pequeño puchero y me reí.

—No, debemos hablar los adultos.

Tras decir eso este asintió enojado y Keisi y yo salimos del aula, hasta llegar a la azotea en donde no había nadie.

Al final nos acercamos y nos miramos, no como enemigos, sino como aliados.

Ella era muy pequeña y bonita, delgada y la poca estatura que tenía la hacían parecer una niña, se veía así porque usaba muy poco maquillaje y no fumaba o tomaba, tampoco iba de cama en cama como las universitarias que conocía, y si había una palabra que la describiera, podía usarla hoy:

Pureza.

—Alix es alguien muy importante para mí, pero no puedo decirte que te alejes de él.

—Dice que está preocupado por ti, porque te has distanciado y piensa que es bueno. Pero no es así, él te extraña y no puedes alejarte nada más porque estoy yo. Si sé de alguien que cuida a Alix más que a su propia vida eres tú... y yo no quiero romper una amistad como la suya Dave, no me importa dejar de lado mis sentimientos por Alix si así ustedes dos seguirán juntos.

—Mi amistad con él seguirá bella, pero no puedo ser egoísta, ¿sabes? —la miré a ella, sus ojos, posiblemente eran los mismos que los míos, y las palabras que diría saldrían disparadas de mi garganta como dos proyectiles, y marcarían un final a unos sentimientos ocultos, que quedarían enterrados en lo más profundo de mi ser. Sentimientos que me impedían, a la vez, odiar a la chica que me había robado al chico que amaba, pues lo sabía—, a él le gustas.

Keisi se atragantó con su saliva y se puso roja como un tomate, me miró nerviosa y avergonzada, parecía un pequeño conejito temblando de miedo y como había notado, comenzó a jugar con sus manos, tronó sus dedos de formas impensables y después se atrevió a mirarme con nerviosismo.

—¿Ah... sí?

Me reí y su rostro enrojeció más, al igual que unas infinitas ganas de llorar marchaban en fila hacia mis ojos.

—No mentiría sobre algo taaaaaan obvio, además —me acerqué a ella—, ¿a ti también te gusta no es así?

Estos sentimientos jamás llegarían a él, el ser mejores amigos de infancia era como un consuelo, y el poder continuar a su lado era un regalo, jamás me había importado que algún día alguien llegara y se lo llevara de mi lado y jamás me había interesado que él aceptara irse con esa persona, siempre pensé que Alix se quedaría a mi lado por siempre, que algún día, con la excusa de que éramos mejores amigos podríamos vivir juntos y que, tal vez... él se daría cuenta de lo que sentía por él, que tal vez, él y yo podríamos ser felices, y que ahora sí, podría decirle que lo amaba, que lo amaba y que lo amaba. Que lo había amado en silencio desde secundaria, y que lo seguiría amando por siempre.

Los ojos de un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora