Sykiuna historia de sirenas

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Cap. 1

Lunes 15 de Abril, 2013

Lucy se despertó de golpe. Su respiración era muy acelerada. Había tenido una terrible pesadilla.

En el sueño, ella tenia cinco años y flotaba a la deriva en un mar con una densa niebla. La lluvia era copiosa y los truenos y relámpagos no ayudaban. Acostada sobre una pequeña tabla de madera y cubierta con algas, estaba a punto de romper en llanto.

Su pequeño pecho se contraía de la angustia. Sus extremidades temblaban para tratar de crear algo de calor en su cuerpo. Estaba sola y no recordaba como había llegado ahí.

Casi de la nada, apareció un barco pesquero dirigiéndose hacia ella. Lucy creía que iba a seguir su rumbo y la iba a chocar, así que empezó a llorar. Con sus alaridos de dolor, el ruido de la tormenta pasó a un segundo plano y alertó a uno de los hombres en la embarcación.

-¡Hay algo en el agua!

Todos los pescadores se acercaron a ver. La misma voz, grito:

- Es una... ¿Niña?

Velozmente colocaron una escalera para que bajara, pero el hombre decidió saltar. Nadó hasta ella con mucha dificultad, forcejeando contra las olas que le impedían alcanzarla. Unas brazadas más tarde, lo logró. La pobre criatura ya no tenía más fuerzas para gritar y parecía al borde de la muerte con sus labios tan azules como el agua. Cargándola en brazos, subió de nuevo al barco.

Lucy pellizcó su brazo para comprobar que había sido solo un sueño...parecía tan real.

Refregándose el brazo, fue a tomar un baño. Probablemente era el único ser que se emocionaba por darse un chapuzón de agua fría al amanecer, y con mucha razón. Su anatomía era completamente distinta a la de sus vecinos humanos. La sangre corría por sus venas a un paso mucho más rápido, su corazón tres veces más desarrollado para soportar los fríos más intensos.

Tarareando una canción de cuna de su infancia, se sumergió en la bañera con agua hasta el tope. Su altura de un metro y setenta centímetros le impedía estirar sus piernas del todo. Observó divertida como sus dos rodillas imitaban una isla en el medio del mar y sonrió. Sintió como el agua humectaba cada parte de su cuerpo, como la absorbía por sus poros. Luego extendió el brazo fuera del agua. Las escamas plateadas se asomaban por toda su piel. Los dedos de los pies y de las manos tenían membranas entre cada dedo, como los sapos o los patos. Debajo de los codos tenia pequeñas aletas para ganar velocidad cuando nadara.

La transformación no estaba completa y tristemente nunca lo estaría. Lucy cerró sus ojos y metió la cabeza debajo del agua. Sus agallas se dividieron a los costados de su cuello, absorbiendo oxígeno de una manera totalmente distinta. Al abrir los ojos y vio el cielorraso blanco del baño a través del agua.

Para Lucy, esa era la mejor sensación del mundo y la experimentaba todos los días antes de ir a la escuela. El agua le daba la fuerza suficiente para continuar, como una pequeña motivación antes de salir a enfrentar al mundo.

Pasó su mano por sus rodillas y se entristeció. Cuanto extrañaba manifestarse por completo. Hacia ya años que no sentía como sus piernas se unían en una sola y magnífica cola de syki. Extrañaba su fuerza, extrañaba realmente nadar.

Ella dejo de manifestarse por completo a los nueve años. Fue a principios de diciembre, en la noche salio de su casa por la ventana y corrió las dos cuadras que la separaban del mar. Al llegar, escondió su ropa y se zambullo al agua.

Su manifestación fue completa. Se hizo amiga de una tortuga marina y nado y nado. Olvido por completo que los de su clan podrían encontrarla y regresarla al Océano. No le importaba. Por una vez quería olvidarse de todo y relajarse.

Syki, una historia de sirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora