De cuando uno llora.

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Llora uno, lloran todos. Me veo y me consuelo como un tonto. Mañana no hay nido, mamá ha volado, yo me he perdido. Me vacío. Me siento extraño y absorto, me reconforto, mamá no volverá y mi corazón lleva años roto.

Qué más da llorar una vez que diez, sé que las gotas son agua sin fe. Mañana atenderé a razones, hoy prefiero creer.

Creer que me sigues queriendo, aunque te cueste verme. Creer que me añoras cuando ya no escribes para mi. Hoy puedo perderme y suspenderme en este aire gris, que cuando llore, que lloraré, tendré tiempo en el que arrepentirme.

Y ya no sé a que dios rezar, o si rezo, a quien he rezado y cuando aprendí.

No me sé enderezar a mi mismo, como voy a criar algo nacido de ti.

Si ni mi propia sangre me obedece, ¿Como planeo crear algo directo del marfil?

Y me rindo ante la llamada del salvaje genio, que me aflora en la piel y me llama al misterio; me pide que resuelva y yo le resuelvo: si me quieren, porque me quiero; que si me odian, se ganarán el cielo.

Como la bestia atrapada en el fango del río, me sumergirás en el turbio mar de mis adentros. Me ahogarás con un solo pensamiento; y tus palabras me pesaran, para pasar, perse; a ser mi único pensamiento.

Si te amo es que te escribo, y si te escribo es que te añoro.

Por eso ya no escribo, para no sentirme solo.

Para no manchar un cuaderno de signos de llanto.

Para no ser una gota sin fe, sino un río creyente.

Que se vierte por ti, que te escribe penitente;

muriendo en ti, siendo tu afluente.


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⏰ Última actualización: Feb 21, 2017 ⏰

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