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❝Zack, ¿Niño bueno o malo?❞

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Zack, ¿Niño bueno o malo?


Nadie elije cómo ser en esta vida. Desde pequeños somos una plastilina que tratan de modificar, volviéndonos a lo que somos ahora. A veces en pleno desarrollo, o hasta más grandes nos terminan cambiando. Unos para hacer el bien, y otros para empeorarlo.

Mis padres eran un tanto —especiales—, vivíamos en el subterráneo. El porcentaje de estar vivo allí era dé %0,01. Por lo tanto me adiestraron para poder sobrevivir.

Mi primer juguete fue un cuchillo, o eso es lo que me contaron. Me dijeron que estuve horas y horas tratando de ver cómo se agarraba sin hacerme daño. Era gracioso para mis padres ver cómo su pequeño hijo, se lastimaba los dedos u otra parte del cuerpo con tal de ver cómo se usaba su nuevo regalo.

Mi padre me enseño a cómo usarlos, luego que aprendí —por las malas— el agarre de estas.

Primero era descubrir la punta, qué parte cortaba y las diferentes fuerzas que se deben poner cuando se entierra en la victima, dañarla o en casos habituales, matarla.

Luego me enseñó a leer un poco y estudiar qué partes del cuerpo podían matar, herir o simplemente torturar a tu presa.

Aprendí a la edad de seis años —luego de llorar y llorar por no aprender una sola palabra, recibiendo golpes como castigo— a leer y comprender.

Cuando nació mi hermana, todo empeoro. Tanto para mí, como para ella. En alimento, como el maltrato físico y verbal.

La defendía en casi todo, las malas jugadas las llevaba yo claro. Cada acción tiene una consecuencia, pero mientras ella no sea tan lastimada, hacia cualquier cosa.

Mi primer asesinato lo recuerdo bien tenía alrededor de diez años. Mi padre me llevo a caminar en medio de la noche, decía que allí transcurrían menos los policías militares.

Llegamos a una casa muy al fondo del subterráneo, él me presento como su sucesor.

  

Chicos, les presento a mi sucesor ¡Zack Suzune! exclamó de forma satisfecha.

Los hombres le sonrieron con malicia y gracia. Mientras que uno, que aparentemente parecía el segundo líder, llevaba un abrigo largo y negro, con un sombrero del mismo color sobre unos cabellos azabaches. Mostraba una cara de pocos amigos al verme.

Es un mocoso, Isaac. No creo que sea lo que necesitamoscomentó indiferente.

Mi padre sonrió con malicia ante aquel comentario.

¿Por qué no probamos? Lo retó.

El contrario asintió no tan convencido. Empecé a caminar al sentir un empujón por parte de la gran mano de mi padre. Mire toda la casa estudiando cada parte, por curiosidad más que nada.

A lo lejos se veía una gran puerta de madera negra, la cual nos llevó a un sótano bastante espacioso, muy alejado del lugar de encuentro. Allí se encontraban dos personas sentadas en unas sillas, atados con cadenas grises y pequeñas manchas carmesí. Una mujer y un hombre, pude distinguir, ambos rubios con vendas muy ajustadas en sus ojos y boca.

Allí tienen. Estas son las personas que pidieron que matemos. Según dijeron que debían grandes cantidades de dinero al subterráneo cuando se fueron a la superficie. —Una sonrisa con malicia ocuparon en sus comisuras. El estremecimiento de mi cuerpo creció, al ver sus orbes de verde oscuro observarme—. Tsk, pensaron que podían salvar con ir allí. Lastimosamente, perdimos el rastro del mocoso. Podría especular que tenía la misma edad que el tuyo.

Bueno, ¿Solamente tiene que matar uno y entrara en el grupo? preguntó.

El hombre asintió sin reproche, mientras su escuálido cuerpo se apoyaba en la pared con una posición relajada.

Hijo haz lo que te enseñe. Empieza con la mujerordenó dándome un cuchillo.

Lo agarre entre mis manos temblorosas. Mis dedos sudados apretaban el mango con seguridad, como si supieran lo que debían hacer por reflejo. Lo que por dentro no quería que pasara.

Pero papá, no quiero matarlos.

Mire a mi padre mordiendo el interior de mis mejillas. Realmente no entendía, estas personas no me hicieron daño.

Si no lo haces, tu hermana pagara tu trabajo no hechome amenazó. Trague duro, sabía que podía matarla o herirla, no me quedo elección. Por lo tanto me acerque con el cuchillo. Sácale el vendaje y hazlo.

Está bienrespondí por lo bajo.

Camine con miedo hacia la señora, se encontraba en el suelo con un vestido gris manchado. Bajo la luz de una vela, se podían notar los moretones en sus brazos, las marcas de los dedos gruesos en su cuello y raspones en su rostro. Respire hondo, tratando de darme aliento a mí mismo.

En puntas de pie, estire mi mano por sobre su cabeza, tratando de sacar el vendaje que tenía un gran nudo hecho. Como solución, pase el filo del cuchillo por esa parte, causando un leve corte en el cuero cabelludo de la mujer y su conciencia.

Ella miró aterrada todo el lugar con una respiración acelerada y evidentes gemidos de dolor que eran ahogados por el vendaje de su boca. Cuando sus orbes se posaron en mí, empezó a llorar sin razón alguna.

Tenía hermosos ojos celestes con bordes azules opacos, los cuales me miraban suplicantes. Se me hacían conocidos, como si fueran en un sueño.

Lo siento, papá me pidió que lo haga.

La mujer abrió exageradamente sus parpados. Balbuceos salían de su boca vendada.

A causa del nerviosismo de mi cuerpo y el que ninguna de las personas presentes hablaba a excepción de ella, me posicione frente a la misma con un gran miedo. Alcé mi cuchillo con impotencia, mientras apretaba el mango como soporte.

Lo siento, lo siento, lo siento...

Y de golpe, el cuchillo entró en el estómago de la contraria. Al principio toda la capa de carne impedía aquella acción hasta que mis brazos la forma encorvada de ella, puse perforar su órgano.

Los gritos descontrolados y tortuosos de la mujer, despertaron al hombre que tenía a su lado el cual empezó a moverse para tratar de salvarla. Sus balbuceos resonaban por toda la habitación, acompañados de los gemidos femeninos a causa de la venda.

Un nudo en mi estómago creció al verla retorcerse, tratando de quitar el objeto que la mataban por dentro. Enterré varias veces el cuchillo con los ojos cerrados, rompiendo sus órganos vitales. Tratando de eliminar el sentimiento de culpa que aumentaba con cada clavada. Mis manos se aferraban al mango, como si fuera mi único sostén para sobrevivir en aquella prueba.

Al escuchar que la mujer paro sus gritos, abrí mis parpados lentamente, observando mis manos manchadas de sangre y un líquido viscoso que no sabía qué era. Alce mi tensa mirada temiendo a lo que me encontrara. Ella tenía sus ojos azules desorbitados y perdidos en la nada.

Mi pequeña mano se acercó a su cuello, comprobando si estaba viva, y al no recibir conciencia de parte de la contraria, afirme a mi padre y al líder que murió.

El hombre que estaba atado lloraba desconsoladamente, yo no entendía que era el amor en ese momento, ¿Tan importante eran?

Mi padre me saco de allí para mi suerte, dándome la felicitación por mi gran logro, y que pasaría a la siguiente parte. 

  

Caught ❥ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora