Pienso. Sí, yo pienso. A veces pienso cuando mi cabeza de humano le da por intentar comprender el sentimiento natural, los mismos pensamientos e incluso el funcionamiento del mismo.
Y llego a una conclusión, claro que llego: No entiendo una mierda.
Tampoco es algo que me quite el sueño, que me preocupe. De hecho, me causa diversión. Una sonrisa desconocida por el mundo que se asoma tras la máscara de látex que confunde al más novato es lo más sincero que se puede ver de mí. Porque claro, soy un pobre diablo, un diablo con miles de cicatrices en sal que están por curar aún a día de hoy.
Soy lo oscuro de la luz que ella emana, soy el cuchillo que roza su piel delicada con cada mirada. Soy el látigo de la realidad que golpea su piel cada vez que ella hace el amago de querer tocarme. Soy el fuego que quema sus alas, soy la comida de su estómago que ruge, hambriento. Soy la miel caducada en sus labios, soy lo que no puede tener en su vida, soy lo que contrarresta su orgullo y su fuerza destructible.
Soy lo que jamás quiso encontrar: Su debilidad.
Entonces me pregunto; porque ella para mí es un libro abierto; que es ella para mí. Ella no sabe nada de mí, o no quiere saberlo. Un suave escalofrío recorre mi espinazo al imaginar que sabe lo más ínfimo de mí, pero me tranquilizo al instante al saber que es algo imposible. Si bien es por mi forma de ser, o porque quiere echarme de su vida como una garrapata en su oreja izquierda.
Ella no sabe nada de mí; no puede saber nada.
Ella es un cuento repetitivo y censurado. Es lo dulce de mi boca llena de dientes picados. Es el alcohol al curar mis heridas, es el agua que quita la sal de mi piel. Es lo más profundo de mi océano, desconocido y temido, pero tan llamativo que te hundes sin saberlo en lo inexplorado. Es el juguete nuevo de un hermano mayor, es una guitarra apunto de ser estrenada, una nota aguda, un movimiento de caderas interminable al ritmo de mi voz...
Ella es el ángel que haré caer del Edén hacia mi infierno.
Miro el reloj que hay sobre la pared. Faltan quince minutos para el nuevo ritual. Puedo escuchar los gritos animados que provienen del exterior. Esta siendo una gira larga pero de lo más curiosa. Cada concierto es mejor que el anterior y las emociones que se desprenden sobre el escenario son únicas: Imparable, indestructible, amo del mundo, egoísmo...
Recuerdo que no hay nada bueno en mí.
Mi cabello cae lentamente sobre mi rostro parcialmente maquillado. La máscara está descansando sobre la mesa, y la única luz que hay en aquel habitáculo es la que entra por los agujeros de las persianas del atardecer del día. Los guantes chirrían entre mis dedos y el traje se ciñe a mi cuerpo con cada movimiento. Es increíble las veces que he hecho esto y aún mantengo dentro de mí esa sensación de emoción cuando me miro al espejo con las ropas del grupo y sin la máscara.
Entonces la duda asaltó en el silencio acoplado de la sala. Quizá eso es todo lo que soy, una máscara pintada para ocultar lo que soy, lo que hay debajo de tanta mierda. Quizá mi puesta en escena no se diferencia de mi realidad. No lo sabía, tampoco me importaba. O al menos eso creía durante unos segundos orgullosos y mentirosos.
Y de nuevo en mi mente compleja llena de eufemismos apareció su recuerdo. El recuerdo de sus ojos decididos, su ceño fruncido y su boca que dibujaba una línea recta. Recuerdo su voz robusta, negándome la pura realidad. Recuerdo cada movimiento nervioso a mi impasibilidad, recuerdo cada detalle y cada pliegue de su piel sobre mis dedos.
Recuerdo todo de ella, pero claro, ella nunca lo sabrá.
Ella niega, estaría muriendo en esa mentira durante siglos para hacer el intento de salvar su orgullo y su coraza imposible de penetrar. Juraría mil veces que no siente lo más mínimo, juraría que no volvería una vez más a mi llamada, juraría mil y una vez más que no siente algo similar a lo que yo podría sentir; quizá y seguramente, menos negro que lo que yo siento.
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If You've Ghost... || Cancelada
Fanfiction"Deberías haberme hecho caso cuando te dije que te alejaras de mí. Tú no sabías dónde te metías, solo eras una esclava más de la lujuria, de la irracionalidad de tu corazón que mentía a su propia realidad. Los dotes que proceden de los hijos del Án...