Capítulo 1: Devil Fest

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*Este Capítulo es más introductorio hacia la chicha de la historia. Denle un poco de paciencia que intentaré que no os defraude.
Espero que os vaya gustando, vuestros comentarios y votos me animan muchísimo, no os hacéis una idea. ¡No dejéis de hacerlo!
¡Que lo disfrutéis!*


Narra Alaska

Canis Lupus empezó siendo un grupo de un par de amigas que quedaban las tardes en mi garaje, nunca hicimos el grupo para transformarlo en algo "profesional". Todo comenzó con un trabajo de Biología en el instituto, sobre las especies que estaban al borde de la extinción. La profesora formó grupos de seis personas para tomar un animal a elegir, y hacer una exposición. Así fue como el destino quiso juntarnos para formar una manada.

Quedábamos las tardes para preparar las imágenes, las diapositivas o la información. De aquel grupo solo conocía verdaderamente a Albus, o a Ann, si queréis llamarla por su nombre de verdad y no por su mote. La conocía desde que entré al instituto, y ella solía cantar, con su potente voz, las canciones de Heavy Metal más fuertes del mundo de la música. Era algo que siempre logró impresionarme, nunca había escuchado una voz como la suya, con tantos registros diferentes. Su madre era cantante de ópera, por lo que supuse que le había enseñado algún que otro truco... por no decir el manual entero.

Cada una escogimos una raza de lobo para exponer, y de esas razas, nacieron nuestros motes para la banda. Nos empezamos a encariñar a causa de quedar casi todas las tardes, y en vez de utilizar nuestros nombres, utilizábamos los motes que eran las razas de los animales. Así, fue como empezó nuestra amistad.

Arabs tocaba el piano desde los cinco años, y cuando se enteró que Albus y yo quedábamos algunas tardes para tocar algunas canciones, quiso unirse.

Después llegó Orion con su bajo, que empezó a tocar cuando descubrió un canal de Youtube, y quiso acompañarnos en las tardes musicales.

Las dos guitarristas, Nubilus y Kenai, llegaron casi al final de trimestre, cuando una pudo reunir el dinero para comprarse su Ibanez y la otra, cuando tuvo tiempo de practicar los suficientes solos de canciones conocidas.

¿Qué decir? Fuimos pasando de hacer el trabajo para coger los instrumentos en mi garaje y tocar todas juntas canciones del Metal más melódico al más Hardcore.

Nos transformamos en amigas inseparables, en una manada que se cuidaba, en una pandilla diferente al resto del instituto, en una que solo pensaba en el ahora y no en qué carrera iba a hacer cuando saliera de aquel edificio mohoso.

Al terminar el instituto, cada una hizo algo diferente. Algunas Bachillerato, otros grados o módulos. Pero todas teníamos lo mismo en la cabeza: Quedar las tardes para tocar. Porque solo en aquel momento nos sentíamos libres, podíamos aullar a la Luna y disfrutar de la música bien alta. No había problemas, solo risas, complicidad, y anécdotas.

Los sábados solíamos ir a un pub en el que su ambiente y música era exclusivamente de Rock y sus ramas. Había conciertos de bandas de los poblados cercanos casi todos los sábados, e incluso asistieron bandas conocidas por todo el país. Las cervezas rodaban y las risas, los coros con las manos alzadas eran únicas. Nos sentíamos las reinas, sin nadie que nos pudiera pisar. Una noche, en la que el concierto matutino había acabado, Albus se subió para coger el micrófono y cantar la canción que sonaba por los altavoces, de la lista de reproducción de la dueña. La banda en cuestión y los que estaban en aquel gran antro se giraron para ver como cantaba. Su pelo rubio despeinado en dos trenzas, y sus ojos oscuros por el maquillaje, lucían ahora bajo los focos. Su rostro agresivo al cantar y su voz capaz de llegar tanto a graves como a agudos impresionó a todos allí presentes, animándola con palmadas a seguir cantando, a seguir su ritmo. Abrió los ojos y nos indicó con la mano que subiéramos, que nos adueñásemos de los instrumentos.
Lo bueno de aquel sitio era que todos éramos una familia, había confianza, y, además, se habían quedado embelesados por la voz de Albus.
Nosotras, sin pensarlo a causa de la cerveza en vena o los chupitos de Tequila, subimos, y esa misma noche tocamos como nunca antes frente a más de cincuenta personas la canción de Bat Country de Avenged Sevenfold. Ese, sin saberlo, fue nuestro primer concierto oficial. La gente del resto de los bares se acercaba para ver qué estaba pasando, pues la música era jodidamente alta y la gente cantaba con nosotras, aplaudía y saltaba. El Bar se llenó a su aforo completo, y la dueña obtuvo tantas ganancias que... se transformó en nuestra representante.

If You've Ghost... || CanceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora