Los planes de Michelle.

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Michelle era un bebé feliz. No hacía otra cosa que aprender, divertirse, comer (y descomer) y dormir. No lloraba a menudo y en cambio su risa se oía casi de continuo. Todo lo nuevo llamaba su atención, y lo procesaba con sus grandes ojos, con mucho detenimiento. Ya estaba empezando a hablar, aunque normalmente era difícil traducir lo que decía, y aunque nunca había gateado, ya se sostenía en pie solita. Agarrándose a los muebles, era capaz de desplazarse andando con cierta soltura, demostrando su precocidad. Dicho en otras palabras, era un peligro. Lana había comprado protectores para todos los enchufes, y había quitado del alcance de la niña las cosas pesadas que pudieran caerse encima, o que pudieran romperse. Pero casi todo en una casa normal era potencialmente peligroso, sobre todo para alguien cuya cabeza llega a la altura de las esquinas y los tiradores metálicos de los muebles. Sean tenía tentaciones de salir a comprar alguna especie de casco para proteger esa cabecita.
Habían pasado por casa de Sean a recoger sus cosas y ahora él había dejado su bolsa en la pequeña habitación de huéspedes, ocupada también en parte por el voluminoso equipaje de Michelle, su sillita de paseo incluida. La cuna estaba en la habitación de Lana, y Josh había instalado también el baby monitor, por si hacía falta.
Se acercaba la hora del baño y Sean, con Mich siempre a la vista, empezó a llenar la bañera.
- "Agua", dijo Michelle. Sean la miró fascinado, pensando que era un genio.
- "¿Has oído, Lanita? ¡Ha dicho agua!
Lana había empezado a preparar la cena, y se rió al escuchar a Sean.
- "Ya había dicho Josh, que sabe el nombre de muchas cosas, y que tengamos cuidado con lo que decimos, porque lo repite todo", le gritó.
- "Pensé que tu papi exageraba, Mich",
Sean le hablaba a la niña en un tono de lo más natural, nada de voces agudas o palabras pronunciadas imitando las voces infantiles.
- "Papi Mich", ella asentía con la cabeza. Después de un rato en que parecía pensar soltó "¡Josh!". Y después de un rato "Mami Mich... inni". Sean la agarró en brazos, abrazándola.
- "Bien, Mich, eres una verdadera grabadora . ¿Vamos a ver que hace la madrina Lana ?"
- "Dina- ana" Mich estaba en racha inspirada.
- "¡Lana, Lana... ! Escucha lo que dice" Sean le recordaba a Michelle al oído "Madrina Lana". Cuando llegaron, ella lanzó a voz en grito, mejorando su intento anterior
- "Dina-ana"
Lana se quedó pasmada. Sean seguía explotando el filón
- "Y yo padrino Sean, a ver, padrino Sean"
- "Dino-Chean ". Lana y Sean se rieron a la vez, y la niña también con ellos
- "Dino-chean" repitió la gracia, gritando más fuerte.
Lana también creía que era demasiado pequeña para tanta fluidez, pero las pruebas estaban ante sus ojos. La besó antes de seguir con la cena. Sean volvió con la niña al baño, probó el agua, metió el aro de seguridad en la bañera y empezó a desvestir a Mich. Cuando llegaron al pañal, Michelle empezó a decir:
- "Uf, uf". Sean se moría de risa. Lana, desde la cocina se asomó a ver qué pasaba.
- "Y tanto que uf, uf", decía Sean, recogiendo bien el pañal con popu, envolviendo el cargamento bien cerrado, mientras pasaba la toallita limpiadora por el trasero de Mich, que hacía gestos con la nariz. Lana lo cogió para el cubo de la basura, después de ver como Sean metía a la niña en el agua, sentándola en el interior del aro. Michelle empezó a palmotear con entusiasmo. El primer salpicón le mojó toda la cara a Sean.
- "Mich, no..." Pero Michelle tenía otra idea, el agua siempre le había parecido de lo más divertida. Palmoteó con los pies, echando agua al suelo. Se aplaudía a sí misma, para luego dar palmadas al agua de nuevo. La camisa de Sean recibió esta vez la mayor parte del líquido. "Mich, que no se tira el agua..." La risa de la niña le desarmó.
Lana se había asomado y fue rápido al equipaje de Michelle. Efectivamente, Ginnifer le había metido algunos juguetes para la bañera, para que estuviera más entretenida y calmada. Se los dio a Sean. Un patito, un cocodrilo, un cuento apto para el agua... Sean los echó a la bañera
- "Atito..." Mich cogió el patito y lo empezó a abrazar contra su cuerpo, como si lo estaba meciendo "Aa-a, aa-a, Atito, aa-a, aa-a". A Sean no le cabía más sonrisa en la cara ¿No era un amor de niña?
Lana había cogido su cámara y estaba haciendo fotos. Sean estaba tan absorto en la niña que ni se había dado cuenta. Había también una esponja en forma de piña, y en ella Sean echó el jabón líquido de bebés que tan bien olía. La frotó suave mientras ella alcanzaba el cocodrilo. De pronto, agarró el bicho por el rabo y empezó a dar golpes con él en el agua, haciendo un efecto maremoto que desbordó el agua de un lado de la bañera, encima de los pantalones de Sean, su camisa y el suelo. Sean se sentía impotente. Casi tenía más agua encima él que la niña... Lana, que daba viajes entre la cocina mientras ultimaba la cena y el baño para ver el espectáculo, no pudo menos que reírse al ver el estado en que estaba quedando su compañero.
- "Podrías aprovechar y bañarte con ella, total ya..."
Sean la miró pícaro.
- "¿Y quién me frotaría a mí con la esponja?"
- "¡Dina-ana" afirmó Mich, moviendo la cabeza afirmativamente de forma exagerada. Sean y Lana no podían aguantar la carcajada, y Michelle se les unía, intentando superarles en volumen. Otro palmoteo le mojó a Sean todo el pelo, de lo poco que le quedaba seco. De nuevo todos se rieron. Casi sin poder hablar, a causa de la risa, Sena le dijo a Lana
- "¿Recuerdas lo que nos advirtió Joshua, que no la dejáramos tomar el mando? Pues creo que por hoy hemos fracasado estrepitosamente".
Se tuvieron que volver a reír cuando Mich continuaba dando cabezadas afirmativas a la vez que decía "Sí, sí, sí"
Cuando completó la limpieza de todas las partes de la pequeña, hasta de las más innobles por donde se vierten los desechos, el padrino Sean envolvió a Michelle en la toalla y la frotó para secarla, antes de ponerle el pañal limpio y el pijama para la noche. Lana vino entonces con una toalla grande y se la echó por encima a él, de broma, empezando también a frotarle.
- "Mejor que te quites la ropa, estás completamente mojado, no te vayas a resfriar"
Sean se quitó allí mismo la camisa y la camiseta. Lana cogió las prendas y las echó al cesto de la ropa sucia. Se quedó esperando por los pantalones, para colgarlos a secar. Qué demonios, pensó Sean, se pasó el momento de ser tímidos. Se quitó los pantalones y los calcetines, quedándose en sus boxers. Lana le echó de nuevo la toalla alrededor y le envolvió en ella, brazos y todo atrapados. La toalla era azul, como sus ojos, y pensó que nunca había visto a Sean tan guapo, ni en una grabación. Siguiendo un impulso lo abrazó, lo besó en los labios rápidamente y se apartó para coger a Michelle, que había observado la escena sentadita en el suelo tranquilamente.
- "Kiss" dijo la niña. Se tuvieron que reír.
- "Muy bien, ya no podremos tener secretos, con esta pequeña observadora atenta a todo lo que hagamos"
- "Kiss, kiss, kiss" le dijo Lana, mientras la llevaba a la cocina, dándole un beso con cada palabra. Sean se las unió rápido, ya vestido cómodamente con una camiseta, pantalón de pijama y pantuflas
-"Kiss" dijo Sean, y besó también a Mich, sentada en el regazo de Lana dispuesta a comer su plato de papilla de cena. "Kiss", continuó Sean, y besó a una desprevenida Lana en los labios, tan rápido como ella lo había hecho antes.
La cena transcurrió sin incidencias, en gran parte porque Michelle estaba hambrienta y cansada. Sólo una tos inoportuna que plantó el contenido de la cucharada que acababa de tomar en los cabellos de Lana, y una mano metida involuntariamente en el plato que se pudo limpiar antes de que se posase en ninguna otra cosa, los daños se minimizaron, estando los dos pendientes de que nada saliera mal. Mientras Sean recogía el plato y la cuchara de la niña, Lana se sentó un poco con ella en el sofá. Para cuado Sean se les unió, Michelle ya estaba dormida en brazos de su madrina. La cámara estaba sobre la mesilla baja y Sean no se pudo resistir a tomar la foto. La llevaron a la cuna y apenas se movió. Empezaba su necesaria recarga de energía.
Mientras Lana ponía la mesa para ellos, Sean limpió el agua derramada del baño, dejando de nuevo todo en su lugar. Se sentaron a cenar con miedo de mirarse. Sin la niña de por medio, se sentían tímidos al recordar lo que había pasado, por más que hubiera sido bien inocente. Tenían sobre la mesa el baby monitor, tan eficaz que prácticamente oían a Michelle respirar.
- "Qué buen invento"
- "Sí"

🌟10 y sigo🌟

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