¡Ahora si este es el penúltimo cap!
🌟15 votos y subo el ultimo😭🌟Pd: no me odien por qué dije que el anterior sería el penúltimo. ❤️
Déjenme un comentario lleno de amorKathleen Maguire estaba encantada con la perspectiva de tener a su hijo en casa para Acción de Gracias. A menudo se sentía muy preocupada por él. Siempre había sido reservado. Nunca dejaba traslucir sus sentimientos, sus emociones, hasta el punto de que cualquiera dudaría de que los tuviera. Pero ella sabía cómo era su Sean, y sabía que sí, que a pesar de su fachada era un hombre afectuoso y lleno de amor para dar, aunque se hubiera encerrado en su concha de tal forma que a simple vista era difícil apreciarlo. Por eso, cuando Sean la llamó diciendo que iría, y que Lana lo acompañaría, Kathleen no pudo evitar emocionarse. Algo había cambiado en Sean, hasta en la voz se lo notó, y el cambio era indudablemente para mejor.
Conocía a Lana Parrilla desde hacía años, por referencias. Incluso tenía una foto de ella. Sean se la había enseñado una vez, y ella se la había pedido para quedársela. Solía hablar a su madre de ella, como amiga, como compañera de trabajo valiosa y valorada por él, como protagonista de anécdotas que ponían una sonrisa en la cara de Sean cuando se lo contaba. Sólo por eso, a Kathleen ya le gustaba. Además, según su hijo, era inteligente, simpática, afectuosa y muy activa. El día que Sean le enseñó aquella foto, en la que estaban él y Lana sonriendo abiertamente a la cámara, Kathleen quedó impresionada. Era una auténtica belleza, con su físico tan... único. Facciones definidas, ese cabello tan llamativo, y sobre todo esos ojos, grandes y preciosos. Y era algo chaparrita, tenía curvas, tal como Kathleen pensaba que una auténtica mujer debía ser, y no esas escuálidas niñas que la prensa y los medios proponían como modelos de belleza, ojerosas y anoréxicas, a las que sólo se apreciaban los huesos. Lana no, Lana tenía de todo, y todo en su sitio.
A grandes rasgos, Sean le había contado en diferentes ocasiones a lo largo de los últimos meses la historia de Lana, con su valor para conseguir lo que se proponía. Por eso Kathleen la admiraba más, por su valor para proponerse una vida, un futuro. No podía con la impaciencia de conocerla por fin personalmente, y saber si, como esperaba, el hecho de que Sean la trajera a Inglaterra, a su casa, significaba que habían dado algún paso adelante en su relación.
Sean llamó para decir a su madre que Lana y él irían el mismo día, jueves, por la mañana, y que se quedarían en Inglaterra para el fin de semana.
Kathleen no podía disimular la excitación que la noticia le producía
- "Sean, ¿Lana y tú... ya sabes... hay algo que me tengas que contar?
- "Mamá, ya hablaremos, ¿vale?"
- "Sean, hijo, adelántame algo... Dime, al menos, si tengo que preparar una habitación... o dos".
Sean sintió sus mejillas enrojecer. Su madre siempre le leía, aún en la distancia.
- "¡Mamaá!". Se calmó un poco. "En realidad, una"
- "¡Biennn, hijo, ya era hora!"
- "¡Mamá!"
- "¿Qué mamá ni qué mamá? ¡Hijo, que ya eres mayorcito! En lugar de preparar tu antiguo cuarto, los pondré en la habitación de invitados, así no tienen que tener cuidado de que los oiga... je, je"
- "¡Mamaá!"
- "Sean Martin, hijo, qué pesadito estás con tanta ¡Mamáa!"
Cuando Lana y Sean llegaron a Inglaterra y se dirigieron a casa de Kathleen, ella estaba ya rellenando el pavo para la cena. Abrazó a su hijo, que la levantó del suelo, como acostumbraba a hacer, y después abrazó a Lana, tan fuerte que la sorprendió. Después la tomó la cara entra sus manos y la plantó dos sonoros besos en ambas mejillas. Lana se sentía abrumada ante tanto despliegue de cariño.
- "Eres aún más preciosa que en foto. Hija mía, es que tienes una cara... preciosa"
Lana sintió las lágrimas aflorar a sus ojos, entre el entrañable recibimiento, los piropos que nadie le había dicho. No al menos con la intención con que lo había dicho Kathleen
Kathleen se levantó muy temprano, como solía. Cuanto mayor te haces, menos necesitas dormir, lo había comprobado por sí misma. Y quería hacer galletas caseras para el desayuno. A Sean le volvían loco desde niño. Estaba feliz por él, por ellos. Por fin Sean tenía a alguien con quien compartir toda su vida, y eso la tranquilizaba. Le había visto tan solo (Tanya no le caía para nada bien), que su futuro la preocupaba. Pero ahora no, ya no. Lana era un encanto, y la quería. Eso se podía ver a distancia. Ayer, después de llegar, había estado un poco tímida, pero poco a poco se fue abriendo para mostrarse con su personalidad, franca y alegre. Kathleen los había puesto a trabajar con ella en la cocina, y los tres se lo habían pasado muy bien cocinando. Le había prohibido que la llamase Mrs. Maguire, de manera que para Lana ya era Kathleen, de momento. Por la tarde, habían salido de paseo y habían regresado a casa para cenar. Todos se habían cambiado, y se habían puesto guapos. Kathleen no pudo hacer otra cosa que admirar a la mujer que su hijo había elegido para compartir su vida, después de tantos años de amistad. Con su vestido rojo y el pelo retirado hacia atrás, estaba impresionante. Sean no podía dejar de mirarla, y su madre lo comprendía. Se les veía bien, cómodos el uno con el otro, relajados.
Al bajar y dirigirse a la cocina vio que en el salón, acurrucada en el sofá frente a la chimenea, estaba Lana. La observó un momento sin que ella se diera cuenta y notó que estaba llorando. Al acercarse, Lana se sobresaltó. Se limpió la cara rápidamente con un pañuelo que tenía en la mano
- "Lanita, hija, ¿qué pasa?"
Lana se esforzaba por no llorar más, pero más lágrimas rodaron en silencio por sus mejillas. Kathleen se sentó junto a ella.
- "Dime, ¿es por Sean?"
Ella sonrió, y su cara perdió un poco la imagen de tristeza.
- "No, claro, que no. Sean es un ángel..."
Kathleen no pudo evitar reírse espontáneamente
- "Perdona, hija. Es que ha usado la palabra justa con que yo me refería a él cuando era un bebé, mi ángel... Pero entonces, Lana ¿Qué pasa?"
- "Nada, he bajado para no despertar a Sean. Pero no pasa nada. Que soy una tonta"
- "Eso no está en absoluto probado, hija, más bien todo lo contrario. Y me vas a contar lo que te pasa aunque nos tengamos que quedar aquí todo el día"
Lana la miró, con una sonrisa triste.
- "Te vas a reír de mí, con razón. De verdad que no me pasa nada. Es sólo que... me ha venido la regla... ya sabes, la menstruación. Como ves, una tontería"
Kathleen procesaba la información, empezando a entender un poco
- "¿Y te sientes mal, tienes normalmente molestias?
- "No, no... no es eso"
Ahora Kathleen sí lo acabó de comprender
- "Entonces es que no querías que viniera, o esperabas que no lo hiciera..."
Lana no pudo menos que sonreír ante la afirmación de Kathleen
- "Vaya, ya veo de dónde viene la mente deductiva de Sean". Kathleen sonrió y le acarició la cara con la mano. El gesto de ternura hizo brotar más lágrimas de los ojos de Lana. Kathleen se sentó más cerca de ella y abrió sus brazos, para rodear con ellos a Lana mientras ella apoyaba la cabeza en su hombro.
- "Y cuánto tiempo llevas intentando... ya sabes"
Lana suspiró antes contestar. Sabía que Kathleen se iba a reír
- "Tres semanas". Efectivamente, Kathleen soltó una carcajada, aliviada. Bueno, no pasaba nada, entonces. Por Dios, tres semanas... y esta niña llorando como una magdalena... Retiró un poco su cara hacia atrás para mirar a Lana, que por el contrario la escondía, un poco avergonzada, en el hombro de la mujer mayor
- "¿Tres semanas... y ya estás llorando? Mira, de todas las cosas que Sean me había contado de ti, nunca dijo que fueras llorona"
- "Es que lo hemos intentado mucho" Se escondió aún más en el cuello de Kathleen. Se sentía segura allí. "Muchísimo", añadió. Kathleen se rió otra vez
- "¿Sabes cuánto tardé en quedarme embarazada de Sean, después de casarme con su padre? ¡Dos años! Y te aseguro que también lo intentábamos muchísimo. Ya sabes, en aquellos tiempos, además, no había tantas distracciones, tantos canales en la tele... La mejor diversión, y la más accesible, era... intentarlo". Lana se tuvo que reír. Kathleen la abrazó más estrechamente.
- "No tienes que preocuparte, Lana. Esto no es una ciencia exacta, es más bien una lotería. Cuanto más juegues, naturalmente, más oportunidades tendrás. Pero, por Dios, no empieces a sufrir tan pronto. Si te agobias, puede ser contraproducente. Sólo relájate y disfruta, corazón mío, que eres joven y tienes mucho tiempo por delante"
Se quedaron un poco más de tiempo así, las dos estaban a gusto.
- "Yo no lloré hasta pasado un año" confesó Kathleen. "El día antes había sido nuestro primer aniversario, y tenía un retraso de un par de días. Creía que ya... y no. Lloré en la baño, yo sola, todo lo que quise. Y ya ves, mi ángel llegó pasado el segundo año. No desesperes. Los Maguire se hacen del rogar, pero merece la pena la espera"
Lana ya se había calmado por completo. Se sentía muy bien charlando con Kathleen.
No sé por qué me parece que tú y yo vamos a hacer un buen apaño". Lana sonrió
- "¿De verdad que Sean era un ángel?"
- "Oh, oh, no sabes cómo. Era divino, y no es porque fuera mi hijo..." Lana se había incorporado un poco para mirarla. Kathleen ponía una cara cómica. "No es porque fuera mi hijo, ya te digo, porque todo el vecindario y medio Inglaterra lo reconocían así, Sean era el bebé más guapo que te puedas imaginar. Con esos ojos tan azules, una boquita pequeña y sonrosada, y esos rizos dorados... Un angelote de las pinturas clásicas. Tenía el pelo tan bonito que yo se lo dejaba muy largo, lo reconozco. Hasta que un día su padre salió de paseo con él y le llevó a que se lo cortaran. ¡Me llevé un disgusto! No le hablé a mi marido en dos semanas. ¡Y todo porque alguien le dijo que qué niña más guapa!"
Lana soltó la carcajada, al tiempo que Kathleen.
- "Espera, espera, no hace falta que te lo imagines... ¡Tengo pruebas!"
Se dirigió a la estantería y tomó un álbum de fotos. Pronto encontró lo que buscaba y se lo tendió a Lana. Ella sonrió por fin totalmente, boca y ojos implicados en el gesto... y después se tapó la boca abierta con la mano. Era una foto en blanco y negro de Sean, tendría unos dos años. Estaba tan lindo...
- "Ooohh" Lana se maravillaba. "De verdad que era un angelito. Oooh Dios, qué guapo... Kathleen, por favor, por favor, me tienes que prestar esta foto. Tengo que escanearla, y hacer una copia para mí. Te prometo que te la devolveré"
- "Bien, si es con vuelta... Te propongo una cosa: Me la devuelves en Navidad. Si no vienen a pasarla conmigo, yo iré a Vancouver"
Lana la abrazó con un gesto rápido
- "Trato hecho"
- "¿Te sientes mejor?"
- "Sí. No sé qué me pasó... no creas que soy siempre tan llorona. Es más, no lo soy nunca"
- "Cuestión de hormonas. Espera a estar embarazada y ya me contarás... tan pronto eres la mujer más feliz del mundo como la más desgraciada... Y a eso no sé si añadirás también el mal de las preñadas por un Maguire..." Kathleen se reía para sí. Lana la interrogaba con la mirada. "No, no te lo voy a decir, para no sugestionarte. Pero si a ti también te pasa en su momento, ya te lo contaré. Me sucedió a mí, mi suegra me dijo que también a ella, y también que su suegra se lo había contado... No es nada malo, no temas, ni tampoco tan raro, pero un poco particular... y repetido generación tras generación"
Lana se quedó intrigada, pero no quiso insistir. Kathleen se puso en pie
- "Y ahora voy a la cocina a hacerle a mi ángel sus galletas preferidas ¿Quieres aprender la receta?"
- "¡Claro! Me encantaría"
Cuando Sean bajó a la cocina, las dos mujeres de su vida sacaban del horno la segunda tanda de galletas caseras, las auténticas y genuinas "Kath-cookies" por las que desde niño tenía auténtica debilidad... Metió la mano en la bandeja, y se quemó. Las dos se rieron de él. Sean no sabía qué había pasado con ellas, pero si ya el día anterior pudo apreciar que habían congeniado bien, hoy le pareció que estaban verdaderamente a gusto una con otra. Nada le podía hacer más feliz
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Ensayo General.
Fanfiction¿Que pasa si Joshua y Ginnifer hubieran tenido una niña? ¡En vez de un niño! ¿Y sus padrinos fueran Sean Maguire y Lana Parrilla? Padrinos de diez ¿no? Lana tenía 1 año y medio de haberse separado de Alfredo DiBlasio, por obvias razones. Las pelea...