sentimiento de felicidad

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-Yuri... ¿No crees que exageras... sólo un poquito? - intervino de pronto Otabek, incapaz de ocultar su gesto de burla al ver como Yuri "adaptaba" una cama improvisada y segura para Charlotte.

Lo que se traduce a, básicamente, tirar el colchón matrimonial de la habitación de huéspedes al piso, rodearlo con aun más mantas y colchas sacadas de quien -sabe -dónde, y poner una "trampa" en la puerta de la habitación para darse cuenta si algún intruso intentaba infiltrarse a la habitación de los menores; la cual consistía en un bote lleno de basura, pinturas y otras cosas extrañas que Yuri encontró en su departamento, puesto encima del alfeizar de la puerta y así, en dado caso de que alguien quisiera entrar, simplemente le caería encima.

Claro, esa era la primera fase del plan, la segunda era despertar con el escándalo y moler a golpes al ladrón.

-Sigue subestimándome, pero cuando quieras que te defienda de los delincuentes, no te conoceré - bufó de manera indignada el rubio, mirando su "obra de arte" con una gran adoración mientras le tomaba una foto.

-Yuri, me metía en peleas callejeras en los barrios de Kazajistán, no creo que tengas que cargar conmigo en caso de un asalto- dijo meneando la cabeza de manera resignada, al parecer perdido en sus recuerdos.

-Sí, de acuerdo, señor "perfecto y multidinámico" pero no te creas mucho, que también aprendí a defenderme muy bien - le recalcó orgullosamente - nunca pudieron contra mí los idiotas de la preparatoria.

-Enserio eres sorprendente, ibas pocas veces a la semana debido a la beca de deportista, y en esos pocos días sólo te dedicabas a meterte en problemas ¿Cómo rayos le hacías? - acercándose lentamente a Yuri mientras le golpeaba la frente con el dedo índice de su mano derecha.

- ¿Yo? No quieras echarme la culpa a mí, Otabek, eran los típicos brabucones celosos, incapaces de ver como llamaba tanto la atención en las clases -cruzándose de brazos mientras tomaba la mano que Otabek tenía en su frente y la juntaba con la suya -siempre fui el mejor de la clase, tenía que serlo o me quitarían privilegios en la beca, eso, aunado a que siempre fui popular entre las chicas y varios chicos, más el hecho de haber competido varias veces a nivel internacional y ser campeón del oro me generó bastantes "enemigos" - recordando amargamente todas las veces que fue acorralado al terminar las clases.

-Bueno, en eso tienes un buen punto, eres bastante fuerte -sí, Otabek no podía juzgarle, pues varias veces pasó por lo mismo - creo que JJ y Nikiforov han sido muy buenos testigos de eso - riendo ante los recuerdos de todas las veces que el rubio terminó cediendo ante las provocaciones de los mayores.

-No te rías, tienes suerte, a ti no te agarraron de su burla - apretando inconscientemente la mano de Otabek.

Demasiado fuerte.

-O-Ok, te creo soldado, sólo no me rompas la mano - pidió ligeramente adolorido al sentir como sus huesos empezaron a tronar.

- ¿Ehh? ¡Lo siento! -gritó el rubio al caer en cuenta de que por poco le destroza la mano al kazajo - ¡Te juro que no fue a propósito! ¡Simplemente me dejé llevar ante la mención de esos idiotas!

-En ese caso, procuraré estar alejado de ti cuando esos "idiotas" estén cerca, no quiero terminar con algún hueso roto.

-Por Dios, Otabek, eres casi igual de exagerado que Víctor - resopló el rubio, acomodándose dignamente la chaqueta que traía puesta y dirigiéndose a la entrada - mejor me voy por los enanos antes de que empieces a llorar o cosas así - riendo ante la imagen de un Otabek con el peinado y dramatismo de Georgi.

My new familyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora