Buzón

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Despierto sabiendo que es tarde porque hay demasiada luz del sol entrando por mi ventana. Giro mi cabeza para ver la hora en el reloj de tortuga que mi tía me regalo hace muchos años. Son las once con veinticinco; pero que extraño, mi padre siempre me levanta a las siete para desayunar y después ponerme la primer clase del día en el televisor.
Tal vez se ha quedado dormido por haber llegado tarde anoche.
Me levanto de mi cama para ir a despertarlo, pero no lo encuentro en su habitación. Lo he buscado por toda la casa y por parte del bosque y ni rastro de él, ni una nota y todo esta exactamente igual a como lo dejé anoche. La verdadera preocupación empieza a invadir mi mente. Me preparo un pequeño desayuno y me siento a la mesa a releer el periódico de ayer, me aburre a la segunda página, dejo el periódico sobre la mesa y suelto un largo suspiro.
El buzón nunca me deja recogerlo, pero ya que él no ha llegado y no hay nadie más, creo que no habrá problema en que esta vez sea yo quien lo recoja.
Después de darme mi charla mental de convencimiento de que todo estará bien si lo recojo yo, salgo a toda prisa, abro el buzón y veo muchas cartas y el periódico que siempre le dejan a mi papá, entro a mi casa y me siento nuevamente a la mesa y lo primero que hago es checar el periódico, lo único que hay son las mismas historias mortificantes de política que yo nunca entiendo y mi padre me dice que son cosas que a él le gustaría que yo no entendiera jamás, pero que llegará el día en que me convierta en una desdichada que entiende la política.
Después de terminar el periódico empiezo a checar qué hay dentro de todos esos sobres, y no tardo mucho tiempo en darme cuenta del por qué mi padre no me dejaba recoger el buzón y es que son tan aburridos, solo hay papeles donde le piden que pague esto y el otro a mi papá, los mismos que veo siempre pegados al refrigerador con imanes del alfabeto, casi estoy por tirar la toalla blanca en señal de rendimiento cuando veo un sobre que es distinto a los demás y ligeramente más pequeño, lo abro y saco de él una pequeña nota. Nunca había visto una hoja de papel tan firme, suave y brillosa, de un color amarillo tan delicado, era como si acariciara mis dedos; que dice << Cuídate >> y hasta abajo de la nota trae unas iniciales L.N.M.
Estoy educada en casa pero no soy boba.
Nunca me habían asustado tanto las coincidencias, me llamo Laiana Nora Marin.

La luna bajo el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora