Capítulo IV.

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Anne sintió un olor a alcohol muy cerca de su nariz, frunció el ceño mientras volvía a sus sentidos. Un sonido taladrante perforaba sus oídos aún, pero disminuía conforme se iba adentrando nuevamente a la realidad. Abrió los ojos y divisó a un hombre de unos 40 años de edad muy cerca de ella.

"Levántate despacio", decía el doctor Frank.
"¿Qué pasó?", preguntó la chica mientras se incorporaba.
"Te desmayaste. Ryan me llamó ya que, al parecer, te golpeaste la cabeza al caer."
"Me diste un susto enorme", Ryan suspiró de alivio.
"Tuve una pesadilla horrible. Soñé que Justin regresaba y se enteraba de que Jason era su hijo", dijo distraídamente mientras tocaba su cabeza. Podía sentir dónde estaba el lugar del impacto. Genial, pareceré un unicornio deforme.
"Debes cuidarte más", el hombre mayor observó cómo el rubio se ponía súbitamente pálido. Suspiró. Las cosas se tornarían bastante difíciles.
"Lo sé, doctor", el sueño. "¿Dónde está mi hijo?", cuestionó sintiendo un repentino ataque de ansiedad. Necesitaba ver a su pequeño en ese momento.
"Bueno...", comenzó a intentar explicar el chico rascándose la nuca. ¿Por qué siempre me meto en este tipo de problemas?
"Aquí", contestó Justin saliendo de la cocina con su hijo dormido en sus brazos. Anne se puso pálida al verlo.
"Es un niño muy cariñoso", decía el castaño mirando amorosamente al pequeño.
"No. No. No. No..."
"Tranquila, Anne, no te hará bien ponerte así después de la caída que tuviste", intentaba calmarla el doctor.
"¡Tú!", apuntó al rubio.
"¿Yo, qué?"
"Tranquilízate", pedía el hombre mayor.
"¡Tú lo trajiste! ¡Por tu culpa se enteró de todo!"
"Anne, es suficiente. No necesitas esto en este momento", declaró el doctor Frank y el silencio reinó en el lugar.
"Dejaré al niño en su cuna", dijo Justin y se dirigió a la única habitación del departamento. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Todo el asunto era demasiado duro, más de lo que imaginó.

Cubrió al pequeño con una sábana mientras limpiaba una pequeña gota traicionera que bajaba por su mejilla. Sentía la falta de ese pequeño calor en sus brazos. Era la primera vez que veía a su hijo, pero ya estaba atrapado. Toda su vida había cambiado de propósito cuando esa pequeña sonrisa sin dientes se dirigió a él.

¿Qué debo hacer?, preguntaba a la nada. No había muchas personas en su vida que pudieran ayudarlo en ese momento. Sus padres no eran exactamente un ejemplo que él quisiera seguir. Y su abuelo... Bueno, podía hacer el viaje hasta su casa, pero eso significaría alejarse de Jason y de Anne por unos días. Las conversaciones con su abuelo solían durar todo un fin de semana.

Apretó los ojos y masajeó el puente de su nariz. No se podía ir justo ahora. La chica era capaz de desaparecer del mapa si se iba y, una vez que lo hiciera, no la volvería a encontrar.

Salió de la habitación y caminó de regreso a la sala.

"No puedo creer que esto esté pasando...", balbuceaba agarrando su cabeza entre sus manos.
"Sabes que no era mi intención que todo esto sucediera así. Yo solo quería que hablaran."
"¡Y de qué iba a servir! ¡Lo único que pasó fue que él se enteró de todo! ¡Todo este año sufriendo para que mi esfuerzo se vaya a la basura en 5 minutos!", las lágrimas comenzaron a resbalar por su rostro.
"Tranquilízate, Anne. Vamos, inhala, exhala. Siente el oxígeno circulando por todo tu cuerpo", pedía el doctor.

Justin cerró los ojos y suspiró. Sabía de antemano que la chica no quería su presencia ahí. Lo del niño había sido una tremenda sorpresa para él también. No sabía cómo tomarlo aún. De lo único de lo que estaba seguro era de aue no quería separarse de ellos nunca más.

"¿Mejor?" preguntó el doctor Frank después de que la chica hizo sus ejercicios de respiración.
"Sí. Gracias."
"Me quedaré un rato más por cualquier cosa."
"No es necesario…"
"Sí, lo es", intervino Justin regresando a la sala.
"Eres mi paciente y debo ver por tu bienestar. Además, no creo que haya problema en que escuche, ¿verdad?"
"No, claro que no", respondió la chica suspirando.

La sala quedó en silencio.
El castaño pensaba y pensaba. Se le había ocurrido una idea, pero no tenía el valor suficiente para llevarla a cabo. Tenía la impresión de que no saldría nada bueno de ello.

"Entonces, me supongo que este es el padre de Jason", preguntó el hombre mayor mirando a la chica.
"Sí. Él es Justin."
"Y está aquí por…", hizo un ademán con la mano para que alguien terminara su oración.
"Porque yo le dije que viniera", dijo Ryan avergonzado. El doctor Frank representaba una figura de autoridad lo suficientemente grande para intimidar a su persona de 24 años.
"Ya veo", el hombre asintió y analizando la situación. Sabía de antemano que esa escena sucedería en cualquier momento. Había intentado hablar al respecto con la chica, pero ella siempre evadía el tema.
"Creo que debes irte", dijo Anne mirando a Justin intentando juntar todo el valor posible.
"Pero el niño…", comenzó a decir el castaño intentando no desesperarse. Sentía que, si se iba, no volvería a ver a su hijo otra vez. Y no estaba dispuesto a estar más tiempo lejos de él.
"¿El niño, qué?", preguntó ella con su voz lo más fría posible.
"Aún hay muchas cosas que debes decirme", el chico intentaba mantenerse firme. No podía ceder en esta situación.
"No, no las hay."
"Es mi hijo también, An."
"No lo era hasta hace unos minutos."
"¡Porque no sabía de él! No me puedes alejar…"
"¡Sí puedo! ¡Es mi hijo!"
"Tranquila, Anne, recuerda que no es bueno que te enojes", intervino el doctor.
"Quiero que se vaya", dijo señalando a Justin.
"De aquí no me moverás", el castaño cruzó los brazos.
"Justin…", Ryan sabía que debía calmar la situación. Esos dos eran igual de testarudos.
"No, Ryan. No me separaré de mi hijo otra vez. Me quedaré a vivir aquí le guste o no. No pienso perderme otro segundo de la vida de Jason."

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