Capítulo 4: Cita inesperada

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Emma

Mientras esperaba a Colton afuera del instituto, una moto negra se paró al frente de mí.

— ¿Te llevo? —preguntó el tipo sentado con un casco en la mano.

— Lo siento, mi novio está por llegar.

Rio — ¿Así que soy tu novio? —dijo quitándose el casco y bajando de él.

— ¡Colton!

—¿Esperaste mucho muñeca?

—No mucho, pero creí que dijiste que me acompañarías a casa.

—Eso haré, te llevaré — dijo bajando de ella.

— ¿Y si mejor vamos caminando?
Nunca he subido a uno y soy muy joven para morir en accidente.

—Confía en mí, es seguro —dijo dándome la mano.

Acepté dudosa, me ayudó a subir tomándome por la cintura y luego me puse el casco por seguridad.

— ¿Lista?

—Eso creo.

—Muy bien, abrázame fuerte o si no caerás.

Y antes de poder quejarme arrancó a toda velocidad.

— ¡Despacio! —chillé aferrándome a su espalda.

— ¡No te escucho!

Después de cinco minutos no temía más; sentía el viento en mis manos, se veía un lindo paisaje, poco a poco empecé a soltarme y Colton se dio cuenta, noté que me observaba desde el retrovisor.

—¡Sabía que te gustaría muñeca! — dijo para luego ir más rápido.

Estaba disfrutándolo, la adrenalina, el viento y la velocidad, todo este tiempo me preocupaba por lo peligroso que sería, pero me siento volar.

Luego recordé que Colton no sabe donde vivo.

— ¿ A dónde me llevas?

—Iremos a comer, hoy no almorzaste por mi culpa.

—Genial, muero de hambre.

Este chico me leía la mente, podía confiar en él. Nos detuvimos y estacionó su moto cerca de la plaza.

— ¡Llegamos! —dijo quitándose el casco.

Hice lo mismo y me ayudó a bajar.

— ¿Y ahora?

— ¿Qué es lo que te apetece?

— ¡Una hamburguesa! — contesté sin dudar.

Rio —¡Muy bien! — dijo copiandome.

— Idiota —dije divertida.

— ¿Me ayudas?

— ¿Quieres que te cargue?

— ¡No! Solo déjame apoyarme en ti, no quiero hacer esfuerzo.

—Mejor te cargo, así es más rápido.

Y antes de poder decir algo ya estaba en sus brazos.

—Ni se te ocurra dar otro paso más, bájame ahora mismo.

—No lo haré, quiero la hamburguesa tanto como tú.

— Pero todos nos están viendo —dije sonrojada.

— ¿Quieres que te cargue a solas?

—No me refería a eso pervertido.

—Lo sé, ya llegamos.

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