Era tercera vez que lo intentaba, bueno, cuarta con la de hace unos momentos, sin embargo ¡solo obtenía el mismo maldito resultado! Dios. Sé que quizás abuse del champagne —y otros licores— después de la inoportuna escena de hace algunas horas, y también sé que si le sumaba el cansancio y el dolor de cabeza, harían una combinación ilustre en mi cuerpo. Pero, eso no significa que me haya equivocado de habitación o haya olvidado una clave tan fácil como mi año de nacimiento.
Esto era frustrante. Y más cuando el estúpido pitido me recordaba que había ingresado mal la clave cuando lo intente por quinta vez. Mierda, esto era suficiente. Me apoye en la puerta cuando un pequeño mareo movió el suelo bajo mis pies. Maldición. Debería ya haber estado durmiendo o duchándome, no fuera de la habitación por más de diez minutos a punto de desplomarme del cansancio —y la casi borrachera—
Sin intentarlo de nuevo, sabiendo que obtendría el mismo resultado, me volví por el pasillo hacia los ascensores. Debía de encontrarme muy mal como para que, la melodía que siempre había ignorado, me agudizara los oídos y con pequeños pero intensos golpes, me atormentaran la cabeza. Cuando las puertas se abrieron, no espere a que se extendieran en su totalidad para salir de ahí; ignorando las escuetas voces de dos señoras que exigían una disculpa cuando pase entre ellas. Claramente las ignore.
Con pasos algo inestables, llegue con éxito a la recepción, encontrando a la esbelta figura de la recepcionista del otro lado del mesón tarareando una canción mientras se pintaba las uñas de un color cereza. Ajena a que su jefe se encontraba frente a ella, y de no muy buen humor.
— Yesy.
Sus manos se detuvieron al tiempo que giraba su cabeza hacia mí, con ojos desmesurados guardo, o escondió, rápidamente el frasco de esmalte bajo el mesón; dejándolo fuera de mi vista.
— Señor Choi, buenas noches —una sonrisa llana aparece en su rostro mientras mirada de reojo sus manos—. ¿En qué le puedo ayudar?
— Yesy, ¿serias tan amable de decirme el motivo, o razón, por el que no puedo ingresar a mi habitación?
— Oh, por supuesto. ¿Me permite su número?
— 709 —me apoye en el mesón, masajeándome las sienes mientras observaba la pantalla.
Con dedos rápidos y eficaces —y olvidándose de su esmalte sin secar— tecleo en la computadora. Ingreso el número de mi habitación, unos cuantos clic's y, a pesar de que el motivo por el cual no podía ingresar apareció en pantalla, espere hasta que Yesy me lo dijera, con palabras que sabía solo acrecentarían mis ganas de acriminarme contra alguien.
— El señor, Kim JongHyun, anulo la reservación de la habitación 709 esta mañana. Pero —volvió a teclear—, reservo la Suite; pagando los gastos. Sus maletas fueron trasladadas ahí.
Maldito Kim.
Buscando en mi billetera encontré la tarjeta que me había dado, y que con el transcurso de la noche había olvidado completamente. Al parecer, Kim se había anticipado a que no iba a ocupar la habitación y recurrió a su autoridad como segundo al cargo. ¿Pero era necesario todo esto por una simple habitación? Ya, está bien, quizá me quería dar un regalo por mi presidencia, pero aun encontraba innecesaria que sea una habitación de mi propio hotel. Simplemente no tenía lógica para mí.
— Yesy, ¿sería tan amable de explicarme cómo ocurrió esto sin mi consentimiento?
— Lo siento, señor Choi, pero mi trabajo comienza desde las diez. No estoy enterada de lo que ocurra durante el turno de la mañana.
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Bajo la luz de la luna [2Min]
Fanfiction[HISTORIA CANCELADA] "La vida es un conjunto de experiencias que pueden ser buenas o malas, que solo dependerán de la forma de vivir de cada uno" [SHINee: 2Min] Los miedos e inseguridades a veces nos obligan a tomar malas decisiones. Y eso lo sabí...