Invitación

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Una semana. Habían pasado exactamente siete días desde que nos habíamos visto y desde que yo creí en sus palabras, sin poder pensar en otra cosa. Torturándome día tras día porque ya no sabía que más pensar.

Los primeros dos días cree una dependencia extrema hacia mi celular, no había lugar al que no lo llevara porque no quería que me llamara y yo no estuviera cerca para poder responder. Pero nada paso, y yo preferí pensar que debía estar muy ocupado con el trabajo porque, bueno, ser presidente no es fácil. Pero luego vino el tercer y cuarto día cuando en serio me comencé a preocupar. Preguntándome que había pasado o si había hecho mal, pero pensaba y pensaba y no encontraba algún error o alguna palabra que lo haya alejado de mí. Los últimos tres días decidí dejar de pensar y concentrarme en el trabajo y en mi hija, o eso quería hacer, volver a ser como era antes que nos encontráramos, pero no pude. No podía dejar de recordar ese día, pero sabía que debía detenerme, y busque la mejor (o la peor) manera de poder olvidarlo: con trabajo, trabajo y más trabajo.

Así pase mi semana sin saber nada de MinHo. Ni siquiera KiBum estaba a mi lado, porque si, no habíamos vuelto a hablarnos desde ese día. Pero mi mente estaba tan perdida, tan llena de MinHo que le reste importancia. Porque aún no lograba comprender que había pasado para que no me llamara siendo que me había dicho que así seria.

¿Que había pasado? ¿Se dio cuenta que ya no sería lo mismo y por eso decidió alejarse? O ¿Su prometida se habría enterado? No, no me gustaba ninguna y menos la última. La idea de imaginarme a su prometida apareciendo un día por la puerta de mi oficina, exigiendo que me alejara de su prometido, hacia erizar mi piel.

Sin embargo, aquí me encontraba, aún con la esperanza de esa llamada que parece tan lejana comparada hace una semana atrás, donde el haber vuelto a vernos parecía el comienzo de un nosotros, de una nueva oportunidad. O quizás solo yo era el que había pensado así, que esa noche había significado más que solo sexo, pero parece que estaba equivocado.

Gire la tarjeta gris entre mis dedos, observándola como si ella pudiera darme alguna explicación, pero solo había logrado memorizarme el número que tenía impreso, y ahí volvía a recordar el motivo por el que llevaba más de diez minutos con ella entre mis manos, estaba en una disputa de si llamarlo y romper mi orgullo o esperar y mantener intacta mi dignidad.

A la mierda el orgullo.

Deslice mi dedo por la pantalla y, con dedos torpes comencé a marcar el número; luego llame. Solo sonó una vez y la mecánica voz femenina me decía su discurso desalentador. Mire una vez más la tarjeta, pensando que había ingresado mal el número, pero no había sido así. Perdí la cuenta de cuantas veces llame y solo me detuve cuando, el celular fue apagado. ¿Esta era su forma de decirme que no quería saber nada de mí? Entonces porque no me contesto y me dijo 'TaeMin, me di cuenta que lo de nosotros na va a poder volver a ser', y así yo no me sentiría tan idiota y herido, porque me dolía su rechazo, después de lo que paso ese día una parte de mi tenía la esperanza de poder arreglar los errores, pero MinHo no me estaba dando esa oportunidad.

Pero aun así necesitaba una respuesta, antes de que mi maldito y herido orgullo pierda lo poco que le queda de dignidad y vaya a buscar su respuesta.

Tomando mi abrigo, me pare de mi asiento y camine hacia la puerta. Estaba determinado a acabar hoy con esto, ya no quería sentirme así, tan herido, desilusionado y enamorado de alguien quien me había dejado claro que no quería volver conmigo. Pero era obvio, ahora tenía a alguien más.

Sentí mis ojos picar y antes de que alguna lagrima callera, mi celular vibro en mi bolsillo y su rostro apareció en mi mente mientras una sonrisa surco en mi cara. Quizás no me había llamado por el trabajo, quizás estaba en alguna reunión cuando lo llame y por eso apago su celular, quizás... lo que sea. Cualquier cosa la aceptare.

Bajo la luz de la luna [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora