Esos instantes me acompañan a casa.
Hacen eco en cada rincón de mi corazón.
Me piden que las repita.
Y soy esclavo de ellas.
Hasta llegar al infierno.
Quiero hacer algo, correr.
Pero mis piernas quedan inmóviles al ver como frunce su nariz a mi lado.
Sintió que llevaba esa paz.
Fue un precio muy caro.
Algo en mí susurra que valió la pena.