Juntos.

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Estábamos solos en su habitación, mirándonos. Los dos con lágrimas en los ojos y el corazón en la mano.

Ambos con la razón dormida. Ambos buscándonos. Persiguiendonos en círculos. Y ambos nos olvidamos de todo, excepto de que estábamos juntos.

Tus ojos me miraban, con ese brillo tan conocido, con ese sentimiento que yo creía extinto, pero no.

Acercaste tu cara a la mía, besadome, haciéndome olvidar todo el dolor que había sentido, haciendo que de cada herida brotara una flor.

Te devolví el beso, buscando más, acercando nuestros cuerpos, acelerando nuestra respiración, queriendo fundirme en tus brazos y que tu te fundieses en los mios.

Nos sobraba la ropa.

Quería recorrer todo tu cuerpo con mis labios, quemar mi recuerdo en tu retina, dejar una marca permanente en tu piel, demostrando que eres mio.
Sentía sus dedos recorriendo mi cuerpo, hábilmente, dejando un hormigueo por donde tus caricias pasaban.

Sentía tu calor rodeándome, tu respiración en mi cuello, tus labios rozandome más el alma que la piel.

Y así estuvimos hasta el amanecer.

Recorriéndonos.

"Todo esto, todo esto puede ser tuyo,
todo lo que hay aquí, todo esto puede ser tuyo,
todo esto, todo esto puede ser tuyo.
Solo dame lo que quiero,
y nadie sale herido."

Abri los ojos despacio, con miedo, temiendo que todo hubiese sido un sueño, eso terminaría de romperme.

Pero no era un sueño.

Javier aun estaba durmiendo, su pecho desnudo se movía al ritmo de su respiración, su boca, a pesar de estar dormido, se torcía en una sonrisa. Sonreí al verlo. Era muy guapo, y yo estaba con él, a su lado, como siempre.

Me acurruque en su pecho y dormí un poco más, disfrutando del tranquilo latido de su corazón.

Corazones confundidos [Yuzuvier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora