Capítulo 26

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Corrí lo más rápido que pude, las lágrimas que caían con descuido de mis ojos nublaban mi vista, pero eso no me detuvo. Mis pies iban de una calle a la siguiente, haciéndose camino entre autos en movimiento y atropellando de vez en cuando a las personas que se cruzaban en mi camino. Podía sentir cada vez menos mis piernas, mis pulmones ardían a consecuencia de mi constante jadeo y mi rostro parecía que estaba por romperse por los constantes golpes del frío viento.

Reduje mi velocidad a medida que iba aproximándome a una calle particularmente conocida, de mi boca salía un humo blanco que indicaba la temperatura. Trotando, me acerqué a un edificio moderno y, silenciosa como sombra en la noche, me dirigí hacia el estacionamiento. Para conveniencia mía uno de los portones eléctricos no se había cerrado del todo, dejaba espacio suficiente como para que con esfuerzo pueda caber mi cuerpo allí. Miré frenéticamente de un lado a otro, cuidándome de cámaras de seguridad o personas curiosas, me lancé al suelo y arrastré mi cuerpo debajo del portón. De nuevo, me tomé unos segundos para asegurarme que no haya nadie y entré al edificio.

Tomar el ascensor sería muy descuidado, pensé. Entonces fui directo a las escaleras, subiendo de a dos o tres escalones por vez, utilizando el pasamanos para tomar impulso. El corazón se me subió a la garganta y mientras más pisos dejaba atrás, menos equilibrio tenía y más fuerte debía sujetar el pasamanos. Sentía la falta de oxígeno en mis pulmones y si no fuese porque ya había llegado, desmayaría. Una puerta pintada de un brillante rojo me aguardaba, estiré la mano y con el peso de mi cuerpo la empujé. Giré a mi derecha y me lancé a correr como pude hasta el final del pasillo, chocando contra los muebles y arrastrándome por la pared.

Empecé a llorar desesperada al sentir mi cuerpo traicionarme, sollozaba sonoramente a lo largo del pasillo. Mi carrera terminó cuando llegué a una puerta específica, la golpeé con fervor sin dar tiempo a mi cuerpo de recuperarse, y con un último sollozo me apoyé por el marco. La puerta se abrió y unos brillantes ojos azules me miraron.

--¿Qué pasó? --preguntó poniendo sus brazos alrededor mío, estabilizándome.

--Niall...yo... --mi cuerpo se rindió sobre él.

Dos semanas antes...

Para: J.M.
¿Te parece si explicas qué rayos pasó anoche?

Envíe el mensaje frustrada mientras juntaba mis cosas y salía de la casa para esperar a Lewis.

Tenía demasiadas preguntas y ninguna llevaba su respuesta. J.M. no dio señales de vida en todo el día y no sabía si preocuparme o estar feliz. Por un lado, ya no tendría que estar pendiente de no mencionarlo (o mencionarla) en un momento de descuido, pero había algo que no encajaba en la extraña situación. ¿Qué eran todos esos documentos que había visto? ¿Por qué habían firmas en cheques y recibos de un hombre muerto? ¿Y qué tenía que ver yo en todo ese lío?

Salté del susto al escuchar una bocina, Lewis se había estacionado frente a mí.

Como si el mundo entero estuviera persiguiéndome, entré al auto con el corazón saltando de mi pecho. Cerré los ojos en un intento de no perder la cordura, salté del asiento al escuchar la puerta del conductor abrirse y volví a saltar cuando se cerró. Mejor agente las polainas, pensé. Recuerdo sólo un momento en mi vida en el que estuve así de nerviosa y alerta, fue en mi primera misión; temblaba de miedo en pensar que podía olvidar poner el seguro a mi arma y dispararme una pierna.

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⏰ Última actualización: Feb 17, 2020 ⏰

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