Capítulo 10

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—Director, —empecé e hice una pausa, tratando de pensar qué rayos le iba a decir. —uhm... Encontramos un arma en el edificio.

—Mhmm —él asintió. —Y ¿las demás chicas sabían de la existencia de dicha arma? —preguntó con suma seriedad. La típica sonrisa casi tatuada en su rostro no estaba por ningún lugar para ser encontrada.

—No, señor. —un nudo se empezó a armar en mi garganta mientras el director miraba a las chicas, luego a mí y asentía con su cabeza. —Solo yo.

—Solo tú. —repitió y volvió a asentir. —Bueno. ¿Y qué pasó después?

—Uhm... —su pregunta me tomó por sorpresa. Yo esperaba, no sé, más ¿preguntas?  o un poco más de ¿sospecha? —Luego evacuamos el ehm-edificio y sacamos a los chicos-One Direction con perfil bajo.

  Era increíble lo mal que empezó a funcionar mi cerebro, o dejó de funcionar mejor dicho. El director asintió con su cabeza para que siga hablando.

—Luego, acordamos que Monserrath, Stacy y Meredyth te llamarían para saber qué exactamente hacer. Uhm...después fui junto a Érika, que estaba afuera, para ver si había alguna señal de que alguien haya entrado. —hice una pausa y miré a mi amiga. Ella bajó la cabeza y empezó a jugar con sus dedos. Miré de nuevo al director y continué. —Fuimos hacia la puerta trasera y al llegar vimos a un chico con un arma.

—¿Pudieron ver su rostro?

—No. —respondió Érika por mí aún mirando el suelo. —Tenía una capucha que cubría su rostro.

—Estaba por seguirlo cuando nos vió, sacó su arma y... y corriendo... —traté de bajar el nudo que estaba en mi garganta y seguí. —corriendo empezo a disparar.

  El director asintió, (estaba empezando a pensar que era lo único que sabía hacer), unió sus manos entrelazando sus dedos y los puso sobre el escritorio. Sus ojos iban de un papel a otro, pero no los leía, sino pensaba. Di un paso atrás y me paré entre Érika y Monserrath. Érika en ningún momento levantó la cabeza ni dejó de jugar con sus dedos.

  Ella era muy sensible a ciertas cosas, como sentirse impotente y, como yo, odiaba sentirse así. Impotencia. Eso fue lo que sentí al ver a aquel encapuchado correr sin yo poder hacer algo al respecto. Quería proteger a Érika pero no podía ni protegerme a mí misma, quería correr, seguirlo y atraparlo...pero ¿qué haría después? ¿Atar sus manos? ¿Con qué? ¿Mis cordones?

   Cálmate. Ya no puedes cambiar lo que pasó, Alex.

  El director empezó a juntar los papeles esparcidos en frente suyo, los puso uno sobre otro, los golpeó levemente por el escritorio dejándolos de lado y luego nos miró.

—Vayan a sus casas, chicas. Me encargaré de seguir el protocolo. —todas asentimos al mismo tiempo a su orden. —Pueden retirarse. —nos dijo mientras señalaba la puerta detrás de nosotras con una de sus manos.

  Y fue exactamente lo que hicimos. Al salir de su oficina cada una tomó caminos diferentes. Caminé hacia Érika, quien rápidamente fue hacia la cafetería, agarré una silla y la llevé a su lado para sentarme. Minutos en silencio pasaron y parecían interminables, hasta que Érika habló.

—Duele, ¿sabes? —giré mi cabeza y mis ojos cayeron sobre una Érika muy distinta a su forma normal de ser.

  Fruncí el ceño, no entendiendo a qué se refería.

—Sentirse impotente, confundida. —aclaró, como si pudiese leer mi línea de pensamientos, y soltó un sonoro suspiro muy parecido al de esta mañana.

Perseguida. {n.h.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora