Capítulo 5

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 Desperté por el fuerte sonido de mi alarma.

—Ahg, déjame. —me quejé con la cara metida en la almohada. Dí palmadas a ciegas hasta encontrar mi celular, cuando lo encontré apagué el desagradable ruido.

—Comenzamos la rutina, yay. —dije para mí misma sin ánimos.

 Después de bañarme, vestirme, desayunar y quejarme salí de la casa abriendo la puerta del auto donde estaban las chicas y Lewis, y la cerré una vez adentro.

—¿Y esa cara Alex? —preguntó Monserrath soltando una risa.

—No dormí bien. Es todo. —dije tratando de sonar despreocupada. No podía contarles mi situación con un cierto "J.M." quien sabía quién era, tenía mi número y definitivamente me estaba vigilando. Según él/ella quería ayudarme. Claro, y yo soy un panda.

—Mejor empieza a despertar porque hoy los chicos tienen una firma de autógrafos. Érika estará afuera, Meredyth y Alex estarán vestidas de fans locas, mientras Monserrath y yo estaremos vigilando desde arriba. —indicó Stacy.

 Oh, que divertido estar entre un montón de gente con exceso de energía y gargantas de acero. Nope, no es bonito.

 Llegamos al lugar. Estaba un poco desierto debido a la hora. Habíamos llegado mucho más temprano para poder prepararnos.

—Ponte esto. -habló Meredyth pasándome una remera y un gorro con la cara de los chicos. Estiré mi mano perezosamente y me los puse sin ganas. —Prepara tu garganta amiga.

 Yo no quería gritar. Digo, te rompes la garganta y dejas sordo a medio mundo, ¿para qué? No podía hacer nada más que asentir pesadamente con la cabeza.

—Vamos. Es hora.

 Salimos del auto y nos dirigimos a la puerta del hotel. Mostramos nuestras placas a los guardias de seguridad, los cuales dejaron pasar a Stacy y a Monserrath.

—A ustedes les toca la parte divertida. —dijo Érika desganada apoyándose brúscamente por la pared.

—No tiene nada de divertido gritar como maniática, Érika. —dije levantando una ceja.

—Ustedes, al menos, harán algo. Yo estaré aquí, vigilando la nada. —dijo haciendo cara de perrito mojado, moviendo sus manos señalando el vacio.

—Deja de quejarte, —la regañé —y ayúdame con esto. —dije pasándole un marcardor rojo que tenía en mi bolsillo.

 Ella solo asintió y tomó el marcador de mi mano. Quitó la tapa y presionó la tinta por mis mejillas escribiendo "1D". Me devolvió el marcador y le dediqué una sonrisa.

—Escucho gritos. Prepárate para quedar medio sorda. —dijo riendo mientras cruzaba la calle,

—Meredyth, estaré al frente, así que voy a entrar. —comenté empujando la puerta a lo que ella asintió.

 Entré y me apoyé por la barrera que separaba el pequeño escenario de donde estarían las fans. Una risa alegre y exagerada captó mi atención, Niall, pensé. Su risa era tan contagiosa que me hizo sonreir. ¿Cómo hacía este chico para estar siempre de buen humor?

—Niall, levántate del suelo. —ordenó una voz masculina. Louis. Trataba de permanecer firme, pero Niall no paraba de reir, lo que hizo que otras risas se unieran.

 De pronto, las risas fueron cesando y lo único que podía escuchar eran pasos. Mi celular empezó a sonar en el bolsillo de mis jeans, vibrando impaciente a que lo revise. Lo saqué, un mensaje nuevo, anunciaba la pantalla.

De: Niall.

Mira arriba a tu derecha.

 Curiosa hice lo que me dijo, y ahí estaba él, con su típica sonrisa, mirando hacie mí. Lo saludé con la mano devolviéndole la sonrisa, él me devolvió el saludo. Volví mi mirada a mi teléfono para responderle.

Para: Niall.

¿Qué haces allá arriba?

De: Niall.

No me dejan bajar. Ah, hola :)

Para: Niall.

¿Por qué no te dejan bajar? Hola :) Tu risa es tan ruidosa que la pude escuchar estando cinco pisos abajo.

De: Niall.

Por las fans. Suelen decirme eso.

Para: Niall.

¿Qué suelen decirte? ¿"Por las fans"?

De: Niall.

¿Qué?

Para: Niall.

¿Qué?

De: Niall.

Jajajajajaja. Me mareé.

Para: Niall.

Somos dos.

De: Niall.

Debo ir. ¿Te veo después?

 "Claro", envié y guardé mi celular. Una pequeña risa escapó de mis labios mientras negaba con mi cabeza. Este chico no era normal.

 Luego de eso, creo que las puertas se abrieron, porque el lugar se empezó a llenar de murmullos. Honestamente, me estaba aburriendo y mis oídos empezaron a doler cuando 20 minutos después Paul, el guarda-espaldas, apareció por una puerta a la derecha. Las chicas gastaban sus cuerdas vocales solo porque Paul salió. No quiero saber cómo será cuando salgan ellos, pensé.

Perseguida. {n.h.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora