Parte Cuatro

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Se sintió absurdamente confundida entre los brazos del hombre al que había amado por tantos años y que ahora estaba cumpliendo su más secreto sueño... ¿Era eso normal? ¡Qué va! Y si así fuera no le importó mucho.

Elevó las manos hasta poder acaricia su cabello y tratar de prolongar el beso. Si bien ya la habían besado otros hombres, y entre ellos Bruno, nada podía compararse con la corriente eléctrica que circulaba por sus venas al sentir el contacto de Esteban...

Él, por su parte, no apartó los brazos de la estrecha cintura de María, al contrario se obligó a abrazarla aún más y cuando ambos sintieron que los pies les fallaban, Esteban apoyó sus manos en la puerta encerrando el cuerpo de María...

-¡Dios! – le costaba respirar, María seguía tocando su cabello y el trato de tomar aire mientras besaba su cuello...- Bruno...

Mencionar el nombre del que fuera su prometido no los ayudo en mucho, más bien fue como un balde de agua fría para ambos...

-¿Cómo te has atrevido a ofenderme de esta manera Esteban?- lo alejó de ella y dio dos pasos dejándolo atrás...- ¡esto es un insulto!- mencionó rozando sus labios con los dedos sin que él lo notara.

-Por Favor María esto- menciono dejando caer los brazos a sus costados- esto no parecía un insulto para ti hace unos momentos.

-¿Acaso insinúas que consiento "esto"?- dijo supuestamente alarmada, aunque por dentro rogaba volver a sentir sus labios y...- por si no te has dado cuenta, el que llegó y me besó fuiste tú...

-Sí, sí, es cierto, pero tu correspondiste mi beso- se acariciaba el cabello desesperado- María, no puedes negar que...

-Vete Esteban...

-Mary...- Esteban intentó detenerla mientras la veía avanzar de regreso a su casa.

-No vuelvas a llamarme de esa manera- giró molesta hasta estar frente a él y lo fulminó con la mirada- Nunca fue de mi agrado ese estúpido apelativo- desvió la mirada e inmediatamente observó a los guardaespaldas de Esteban.

-¿Por qué? Yo comencé a llamarte así mucho antes que tus padres. ¿Esa es la razón de tu molestia?- miró en la dirección que María miraba, y con un rápido gesto le ordenó a su equipo de seguridad que subieran a sus carros.

-Te siguen siempre- se burló María. A Esteban no podía seguirlo ni su propia madre porque inmediatamente se ofendía y exigía espacio e independencia. Ahora parecía absurdo verlo rodeado de personas que buscaban su protección.

-No respondes mi pregunta- clavó su ojos en aquellos ojos verdes que le quitaban el sueño, pero ese verde mirar seguía evadiéndolo.

-Si así fuera ¿A ti qué?- por fin lo miró y Esteban logro detectar cierto reto en su insolencia. Aunque segundos después María bajo la mirada

-No juegues con fuego Mary...

-Te dije que no...- comenzó a decir exasperada mientras sus ojos relampagueaban y sus labios se unían en una delgada línea. Esteban la volvió a cubrir con sus brazos, tomó con una mano su nuca y con la otra la atrajo indecentemente de la cintura... Se acercó a su oido.

-Te diré como a mí se me antoje, las veces que se me antoje. Será mejor que guardes tu careta de niña presumida cuando estés conmigo...

-Buscare no toparme contigo en ningún lado, maldito engreído...- intentó, en vano, separarse de él.

Y Volveremos a QuerernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora