Cuando María tenía once años, un chico en el colegio comenzó a molestarla por su color de ojos. Era un tanto inusual que alguien tuviera esa tonalidad de verde-miel en la mirada. Y ese chico, que en realidad molestaba a medio instituto, no dudó en jugarle bromas a María.
Un día, mientras la maestra no estaba, el muy ingrato comenzó con insultos y todos sus compañeros comenzaron a burlarse... María estaba tan molesta y triste, que salió corriendo del aula, y fue a buscar a Esteban. Él estaba en ala oeste del instituto, donde ya cursaba la preparatoria, pero siempre estaba al pendiente de María.
Esteban se puso furioso por la burla del malcriado que la había hecho llorar en sus brazos. Se dirigía al salón de María pero ella se lo impidió. Le dijo que si le hacía algo a Luis, el bromista, al que regañarían sería a él, por ser seis años mayor... Esteban le acarició la mejilla, que estaba marcada por las lágrimas, se acercó y le dijo que era maravilloso que se preocupara por él. Después depositó un beso en su mejilla y prometió visitarla por la noche, ya que tenía un trabajo pendiente que hacer en casa de unos compañeros.
María regreso al salón, y todos la recibieron avergonzados. Su mejor amiga le había contado a la maestra lo que había ocurrido y habían castigado y llamado a casa de los padres de Luis. Todos le pidieron perdón. Mientras, María estaba contenta, y no por el castigo bien merecido del chico, sino por el beso que Esteban le había regalado.
Estuvo toda la tarde y noche esperando a Esteban. Pero él nunca llegó. Sus padres casi la obligaron a que fuera a dormir. María subió a su habitación y después de un tiempo comenzó a escuchar ruidos en el exterior de la casa. Asomó la cabeza y se encontró con Esteban subiendo por el fuerte árbol que había justo al lado de su ventana... Su corazón brincó de felicidad. Esteban subía con dificultad, llevaba en una mano un peluche y en otra una caja de chocolates. María lo ayudó a terminar de subir...
-Perdona que venga a estas horas Mary. La tarea estaba complicada y después pase por una tienda de regalos para traerte esto... - le entregó los regalos y se aferraba al árbol para no caerse- ¿Qué pasó con el estúpido que te hizo llorar?
-Lo castigaron y mis compañeros me pidieron disculpas- tomó sus hermosos regalos.
-¿Te sientes mejor?- María se acercó a él y como pudo lo abrazó.
-Mucho mejor. Ahora me siento mucho mejor Esteban...
...
Ahora ella no tenía once años, y él no era el bachiller de 17.
Pero la escena parecía repetirse. Esteban subía por el mismo árbol que en aquella época subió muchas veces, sólo para verla. Y aunque antes se le dificultaba subir por los múltiples regalos que le llevaba, ahora estaba a punto de caerse por el estado de ebriedad en que se encontraba.
-¿Qué demonios haces Esteban?- María estaba tremendamente asustada. Se asomó lo más que su cuerpo le permitía y término de ayudarlo a subir. Tomó su cintura con sus pequeñas y débiles manos, pero Esteban dio un brinco y ambos cayeron al suelo del cuarto de María.
-¿Estás sola?- Esteban estaba sobre su cuerpo e instintivamente analizó con la mirada si María se encontraba con alguien...
-¿Y con quién demonios creías que estaba?- María comenzó a moverse para salir del abrazo- Esteban pesas demasiado.
Notaba enojo e incomodidad en María, pero veía una luz en su mirada. No perdió más el tiempo y comenzó a besarla. Al principio el beso fue lento y cálido, pero Esteban comenzó a acariciar su cuerpo, y ambos se perdieron en la pasión del momento. Los besos se tornaron duros y apasionados, y las caricias fueron subiendo de tono.
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Y Volveremos a Querernos
Hayran KurguMiró a toda la gente en la iglesia. Estaba justo en el altar, esperando. Esperándolo a él. Pero él nunca llego. María no quería aceptar la realidad que se dibujaba ante sus ojos. Después de todos los planes, de todos los años a su lado... después...