La última noche. III

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Por primera vez en su vida, sintió preocupación por Hermione. La manera en que le había tenido que suplicar para que le soltara, era completamente delirante. En ese momento se sentía como un animal. Se daba asco el mismo. Aunque el no sabía que su marca se encontraba ahí, no era justificación. No debió de haberla tocado de esa manera. Se sentía como la persona que más odiaba en el mundo después de Voldemort. SU PADRE. 

Mientras, Hermione concluyó que el ardor se debía a que Snape aún tenía residuos de la marca tenebrosa, y su cicatriz al ser provocada por una mortífaga, su tacto sobre ella era como un CRUCIO. 

En esos momentos se encontraba demasiado frágil emocionalmente. El dolor iba disipando en cuanto el la soltó; había permanecido ahí, sentada nuevamente a centímetros de su cuerpo, pero la cabeza la había volteado lo más que podía. No entendía porque se sentía avergonzada y humillada al mismo tiempo. Se preguntaba si el día que Ron la hiciera suya por primera vez le desagradaría la marca en su cuerpo. 

Ella se oprimía el brazo a su pecho mientras trataba de controlar las lágrimas que aún salían de sus ojos, que para su desgracia, no eran pocas. Aún tenía la respiración agitada, pero sacando a la leona que llevaba dentro, le dirigió una mirada expectante a Snape. Creía que el se estaría burlando de ella, o que no le había dado tanta importancia, pero fue todo lo contrario. Para su sorpresa, Snape se hallaba igual de mortificado que ella.

- ¿Es la marca de Lestrange?- preguntó él.

Ella se limitó a asentir. No podía articular ninguna palabra.

Volteó a ver el reloj que colgaba en la pared de la entrada. Eran ya las 5:30 de la madrugada. En tan solo hora y media podía salir de ahí corriendo. Se sentía demasiado vulnerable ante ese hombre. 

- No quise lastimarla, señorita Granger.- le afirmó en el más sutil de los tonos.

- Estoy bien.- dijo con un hilo de voz.

- Si me permite revisarla .. - le dijo el, buscando alguna respuesta en sus ojos.

- No es necesario.- dijo, levantándose de la cama. Pero Snape se lo impidió. Ya no quería cometer la misma estupidez, así que esta vez tiro de su cintura. Lo cuál hizo que ella se estremeciera ante tal tacto. 

- Por supuesto que es necesario.- le dijo.- Por favor.

A Hermione no le quedó de otra. Estiró su brazo y poco a poco subió la manga de su suéter. 

Para sorpresa de ambos,  la cicatriz estaba de lo más normal. Claramente se leía "sangre sucia", pero era como si no hubiera pasado nada. 

Lo único que tenía, eran los dedos de Snape marcados con un tono demasiado rojo. Le pareció demasiado extraño, por un momento pudo sentir como volvía a sangrar pero no había seña de que eso hubiese pasado. Pero como buena sabelotodo, quiso averiguarlo.

- Me permite su brazo .. por favor.- le cuestionó a Snape, más intrigada.

- ¿Para qué, exactamente?.

- Solo quiero comprobar algo.- le dijo, alzando los hombros como restandole importancia.

Snape empezaba a sospechar su teoría. Así que extendió el brazo donde tenía la marca tenebrosa y antes de que el lo hiciera, Hermione con delicados movimientos desabotonó la muñeca de la camisa y comenzó a doblarla hasta el codo. 

Con cada doblez de ésta, a Hermione se le iba el aliento. Hacerle eso a Snape era algo completamente inusual. Tenía manos y brazos fuertes, las venas y los vellos se le marcaban tan varonilmente que tuvo que controlar sus pensamientos. No estaba dispuesta a arriesgarse a que de nuevo le leyera la mente.

Una Segunda Oportunidad Para AmbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora