Capítulo 10

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—Ese día nos sorprendiste a todos. —Sonrió Grace con nostalgia mientras acariciaba al cabello desordenado de Christian.

—Me imagino el porqué —respondió con voz queda sin despegar la mirada de Anastasia.

Hoy se cumplían ocho días de aquel fatídico día, ocho días que pasaban lentamente y que ha bien sido un total suplicio para Christian, como el primer día seguía cuidando el sueño de Anastasia.

—Era la primera vez que te veíamos en dos semanas, aún recuerdo la cara de tu padre cuando te vio llegar con todas esas bolsas de comida rápida a casa y verte hablar tan feliz de Anastasia, ese día no hubo ocasión que no la mencionaras. —Una débil risa inundo la habitación—. Mia tomo varias fotos sin que nadie se diera cuenta, me las enseño a mí y a Elliot.

—Claro que estabais sorprendidos, pensaban que era gay —objeto sin rastro de emoción, pero las mejillas de Grace rápidamente tomaron un fuerte color rojo mientras se llenaba de vergüenza.

Ninguno de los dos dijo más, solo se dedicaban a observar a Anastasia como si en cualquier momento fuera a salir huyendo de esa habitación y sin siquiera molestarse en respirar comenzaría a correr por todo el hospital gritando y cantando debido a su fobia a los hospitales, pero eso no pasaría quisieran o no.

Christian se incorporó en su silla alejando la mano de Grace y tomo un pequeño vaso de plástico con agua y un bastoncillo de la mesita de metal para luego levantarse y con una delicadeza impactante e increíble untando el bastoncillo en el vaso con agua, comenzó a deslizarlo por los labios rojos, pero resecos de Anastasia como llevaba haciendo desde el primer día.

—¿Por qué aún no despierta? —volvió a preguntar Christian como cada día con la voz rota y rasgada producto de las lágrimas no derramadas.

Grace no sabía que decir, decir el usual tópico —Ella necesita descansar, cuando esté lista para despertar, lo hará— estaba dejando a Christian sin fuerzas porque cada noche que pasaba y Ana no despertaba se sentía cada vez más vacío, como si un pedazo de su desgarrado corazón cada noche se le fuera arrebatado.

—Pronto lo hará, ya lo verás —contestó finalmente sofocando sus lágrimas.

—Quiero estar solo...

—Christian... —intento hablar Grace, pero Christian alzó su mano deteniéndola.

—Por favor... —insistió quebrantado sin siquiera mirarla.

—Está bien —respondió con voz queda.

Se levantó de la silla y comenzó a caminar hacia la puerta con pesadez, cuando cruzó el umbral de la puerta se volvió a mirar a Christian que no se había movido ni un solo centímetro; está vez las lágrimas comenzaron a desbordar sus ojos sin control alguno, no quería controlarlas. Ver a Anastasia y a Christian en esa situación, rompía a todos los Grey's porque si había un amor tan puro, cristalino y verdadero, era el de ellos y lamentablemente estaba en peligro.

No merecían pasar por ello...

Cuando la puerta finalmente se cerró, completamente abatido, Christian tomo la mano de Ana y la presionó contra sus labios con fuerza, pero no la suficiente para lastimarla mientras su pecho descendía y ascendía erráticamente producto de las lágrimas que bañaban sus mejillas como dos ríos dejando un rastro de ardor.

—No me dejes... —artículo entre hipidos, pero tomando el valor y la fuerza suficiente se acercó a su oreja e intentando controlar sus sollozos susurro—: Hoy Elliot ha terminado las obras en casa, si me estás escuchando sé que te mueres por interrumpirme y preguntarme: ¿Christian de qué Carajo estás hablando? —Una sonrisa se asomó por sus labios, hablar con ella lo colmaba—. Y la respuesta es: Hace siete meses cuando aceptaste ir a vivir conmigo al escala era el hombre más feliz del mundo y estaba tan emocionado que ya estaba pensando en boda e hijos, lo sé, muy apresurado en ese momento... pero no cabía de la felicidad por lo que compre la casa que siempre quisiste porque no quería que nadie más que no fueras tu la tuviera. ¿Cómo lo supe? —Limpio sus lágrimas—. Cada vez que pasábamos por ahí tus ojos brillaban como dos arboles de Navidad y quedabas adorablemente embobada pegada a la ventanilla del auto. —Pauso inhalando su dulce aroma a fresas—. No he querido verla, pero confío en que Elliot es competente y no me sacará canas verdes cuando la vea, solo hace falta que abras tus hermosos ojos azules y vayamos a verla. Juntos los dos como siempre...

 Juntos los dos como siempre

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Susurros de Amor... y del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora