El Miedo

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Pasaron unos días y Yoosung continuó yendo a casa de los gemelos. Aún se sentía extraño, pero había algo que lo reconfortaba un poco, y eso era que desde aquel día del evento, Saeran había comenzado a responder a lo que él le contaba. Claro que no le daba respuestas muy extensas, sino cosas cortas como: «Sí, no, tal vez, quién sabe, no creo, puede ser, oh, hm...». Pero aunque fuesen apenas dos palabras como máximo, él se sentía feliz de que por fin le estuviese respondiendo.

Yoosung no lo notaba, ya que muchas veces se metía mucho en las historias que le contaba, pero Saeran lo observaba constantemente. Cabe recalcar que lo hacía teniendo cuidado de esto mismo. No quería que Yoosung lo viera observándolo, debido a que la última vez que lo descubrió haciéndolo simplemente corrió.

Detestaba tener que admitirlo, pero prefería tenerlo allí hablando a no tenerlo.

Fue por esta misma razón que se sintió profundamente decepcionado cuando Yoosung dejó de ir a visitarlo.

Pasaron dos semanas y no sabía nada de él. Muy a su pesar, comenzó a preocuparse de que algo hubiera sucedido.

¿Se había aburrido de él? ¿Se rindió? ¿Lo iba a dejar como lo hizo Saeyoung años atrás? No eran amigos, no los unía la sangre. No había razón para que se quedara, y pensar en las miles de posibilidades negativas hicieron que su pobre corazón se oscureciera un poco más. Ya se había acostumbrado a su voz y a su presencia, por lo que sentía algo de soledad extra cuando no lo tenía cerca.

Las sensaciones misteriosas no paraban, así que decidió ir a la cocina por un poco de helado. Allí, encontró a su hermano buscando sus recurrentes bolsas de Honey Buddha Chips. Mientras él seguía buscando, Saeran se dirigió al congelador y sacó el helado que planeaba comer en un principio. Tomó una cuchara y se apoyó en uno de los muebles que había cerca.

Comenzó a dudar sobre si era una buena idea o no, pero la curiosidad y la ansiedad le estaban ganando...

Se metió una cucharada de helado a la boca, y luego de saborearlo, miró a su hermano.

-Tu amigo... ¿Qué pasa con él? -preguntó en voz baja, desviando la mirada al notar el repentino interés en los ojos de su gemelo. Y cómo no interesarse, ¡era la primera vez que su hermano le preguntaba por algo más que no fuese helado!

Saeyoung se quedó pensativo unos segundos, y decidió que era un buen momento para jugarle una broma.

-¿Zen? Ya sabes, ocupado con sus ensayos y obras.

Saeran arqueó una ceja, incrédulo, mientras su hermano hacía todo lo humanamente posible por contener la risa.

-No, el otro.

-¡Ah, Jumin! -exclamó- Él está muy ocupado robándome el amor de mi Elly... -balbuceó entre sollozos.

-¡¡Idiota, te estoy hablando de Yoosung!! ¡Yoosung! -gritó enfadado.

Saeyoung soltó una risita burlesca por hacerlo gritar «ese» nombre, y se alejó lentamente de espaldas mientras lo apuntaba y se cubría la boca con su otra mano. Saeran, por supuesto, se quedó imaginando una guerra nuclear en la que su hermano y sus tontas bromas eran aplastados por un montón de bombas atómicas -de helado-.

Se había echado otra cucharada de helado a la boca cuando su gemelo apareció por el pasillo, asomando solamente la cabeza.

-De todas formas, no he sabido mucho de él. Ha de estar ocupado jugando o en la universidad.

Dicho esto, volvió a retirarse en silencio.

Saeran siguió comiendo su helado mientras suspiraba pesadamente.

The Second SunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora