El segundo sol

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Mientras, Saeran corría a la parada de autobús más cercana. Jamás había tomado uno por su cuenta. No sabía cómo funcionaba, pero lo intentó de todas formas. Recordó una que otra cosa que Yoosung le había dicho sobre su dirección o el lugar en que vivía, y le explicó eso al conductor. Él, con algo de miedo, aceptó llevarlo.

Su corazón latió acelerado durante todo el camino.

Una vez se bajó del autobús comenzó a analizar su entorno, buscando algo que se asemejara a lo que en algún momento el rubio le mencionó.

¿Dónde podría estar ese lugar?

Se acercó a los pocos transeúntes que circulaban por la calle para pedir indicaciones, pero estos se alejaban dedicándole una mirada de repulsión, como si fuese un bicho raro. Ya estaba dándose por vencido cuando escuchó que alguien lo llamó a sus espaldas.

-¿A dónde quiere ir, joven?

Era la voz de una anciana. Saeran volteó a ver y notó que esta era ciega. Eso explicaba por qué se acercó a ayudarle.

Se aclaró la garganta e intentó mantener la calma.

-Ah... Estoy buscando un parque, uno pequeño. Se supone que queda cerca del edificio 306, o algo así, pero no puedo encontrarlo...

Ella pareció entender de inmediato.

-Debes seguir por la calle que está frente al edificio y luego doblar a la izquierda. Es un parque pequeño, pero tiene bastantes árboles. Lo encontrarás de inmediato.

Su mirada se iluminó al darse cuenta de que no era tan lejos de allí.

-... Muchas gracias -le dijo con un tono amable.

-De nada. Que seas feliz...

Saeran comenzó a caminar, y entonces algo lo impulsó a voltear a ver a la anciana. Probablemente fue lo último que le dijo, así que consideró correcto agradecerle una vez más... pero ella ya no estaba. No quiso pensar mucho en ello y continuó por el camino que le habían indicado. Finalmente, a lo lejos divisó un parque lleno de árboles, tal y cómo la anciana lo había descrito. Se detuvo a recuperar el aliento y pensar en qué decir cuando viera a Yoosung, y entonces comenzó a llover. Se colocó la capucha de su abrigo y corrió hacia dicho parque, hasta quedar bajo los árboles. El gran tamaño que tenían era perfecto para bloquear la lluvia.

Su mirada iba de allá para acá buscando a Yoosung, pero no lo veía por ningún lado. Tal vez se había ido por el frío y la lluvia, o tal vez...

-¿Me habré equivocado? -murmuró.

Comenzó a desanimarse, aunque en ese punto una desilusión más no era la gran cosa. Estaba por irse a pesar de la lluvia, total, ya no había nada que le interesara en ese parque.

-¿Eres de por aquí? Nunca nadie viene a este parque, ya que dicen que la zona es peligrosa en la noche.

Esa voz, esa bendita voz.

Saeran contuvo sus emociones y se centró en averiguar de dónde provenía la voz que había anhelado tanto últimamente, pero no lograba dar con su paradero. Se sintió afortunado de llevar puesta la capucha, ya que así Yoosung no podía reconocerlo. No tenía otra explicación para que este le hablara con tanta naturalidad.

-No... Estoy algo perdido -respondió intentando cambiar su tono de voz para no ser tan obvio.

-Oh, entiendo. Puedes esperar a que pase la lluvia y luego seguir por esa calle cerca de los juegos, llegarías a la avenida.

-... Gracias.

Se le hacía tan extraño volver a escuchar su voz después de todo lo que había pasado, pero de igual manera esa sensación de paz había vuelto con solo haberlo escuchado unos segundos. Aunque esta vez era diferente, se sentía demasiado ansioso.

The Second SunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora