Sweet Love; 11

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POV CHESTER

El clima de hoy está particularmente helado, partes del valle donde hay pequeñas hierbas están llenas de escarcha e incluso veo nieve en las montañas más lejanas. Mi aliento se materializó frente a mis ojos luego de un suspiro, luego me di la vuelta para entrar a mi calabozo. La cama estaba desordenada pero el resto se encontraba en su orden habitual. No he visto a Roberta desde que desperté, mas eso no me preocupa. Supongo que sabrá cuidarse sola.

Desperté hace pocos minutos, sin poder recordar con detalle los sucesos del día anterior; eso no me extraña, me acuerdo de que hechizos como los que ella está ocupando producen pérdida momentánea de memoria.

Iba al escritorio en búsqueda de mi bitácora cuando de improvisto el suelo tembló y una onda expansiva chocó contra mi cuerpo, desorientándome. Mareado, me apoyé en la mesa que daba a la ventana de los barrotes y abrí la escotilla con rapidez. En el pasillo el suelo estaba lleno de escombros y un molesto polvo de caramelo impedía la visión. Traté de sacar el barrote que Roberta se había comido, pero era imposible, como si estuviera fijado de nuevo a la estructura.

Escuché voces. Eran confusas y lejanas, hablando varias a la vez en un tono bajo. Me retiré de la escotilla y no la cerré, me escondí tras el escritorio, viendo una porción de la ventana. Unos instantes después las voces se acercaron a mi lugar, sin embargo seguía sin poder observarlos. Me trasladé debajo de la mesa para poder escuchar mejor.

―¿Puedes buscarlo por su espectro mágico? ―una voz grave y melodiosa preguntó.

Me moví apegando mi oreja a la pared.

―Siento la red muy débil...―habló una mujer esta vez.

El hombre de recién habló nuevamente: ―¿Dónde podrá estar?

Fin POV CHESTER

Chester se asomó por la escotilla y vio una figura alada junto con otras tres siluetas. Sin ocultar su asombro, llamó con voz temerosa.

―¿Mike, Talinda?

Las figuras se giraron a velocidades extraordinarias y una de ellas con espada en mano corrió al lugar de donde provino el sonido. Los demás se aproximaron con más lentitud, precavidos.

Al acercarse a él, Chester confirmó sus sospechas. Eran Mike, Talinda, Rob y Brad, todos armados y sucios como si recién hubieran salido de una pelea épica. Mike se paró frente a la escotilla y perplejo alzó su mano para tocar a su prometido.

―Chester... ―Lo miraba con aire quedo.

Chester tomó la mano del otro joven y preguntó extrañado: ―¿Qué hacen aquí...c―cómo llegaron?

―Es una larga historia ―dijo Mike saliendo de su trance, soltando una sonrisa y apretando su mano. Guardó la espada―. Ahora, necesito que te pongas a cubierto para que derribemos los barrotes y puedas salir.

―¿Y los demás?

―Afuera haciendo guardia, vamos Ches, a cubierto.

Chester asintió y soltando la mano de Mike se retiró del lugar hasta llegar al baño y refugiarse allí con la puerta cerrada. Soltó una afirmación cuando le preguntaron si estaba seguro y segundos luego percibió una explosión un poco más pequeña de la que había sentido.

―¡Ya puedes salir! ―escuchó gritar a Rob cuando los escombros dejaron de caer.

Salió con cuidado de no pisar los restos de caramelo y de no tropezar con los muebles. Cuando finalmente logró pasar a través del orificio estrecho sintió el reconfortante abraso de Mike atraparlo al casi caer. Se sintió seguro entre esos brazos fuertes y se dejo mecer por unos momentos cerrando los ojos con el calor del cuerpo ajeno que más conocía en el mundo.

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