|DiECI(R)sieTE|

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Estaban caminando hacia sus casas. Por supuesto que Keth y Cal no eran vecinos, eso sería mucha suerte, pero el padre de Cal era amigo de los padres de Keth, así que cuando Cal se mudó al vecindario, su padre lo llevó a conocer a la familia de Keth.

—¿Qué dirías si empiezo a hablar con Mae?

Keth entrecerró los ojos como si pudiera amenazar a alguien con eso. A Cal le daba gracia, pero no se reía, siempre fingía que funcionaba.

—Si lo haces, dejo de hablarte. Eres demasiado boca floja.

—¿Yo? —Recordó que Mae ya estaba enterada de que le gustaba a Keth—. Va, quizás sí, pero, ¿y si logro que sea tu novia o algo?

—Eso nunca pasaría, terminarías estropeándolo. ¿Recuerdas a Rebeca? Yo sí, pobre chica, ¿cómo fue que le dijiste que tengo problemas de ira?

—Se me escapó y ella lo tomó muy serio.

—Ahí está y luego Carla. Te acercaste y resultó que terminó enamorada de ti.

—Y no le hice caso, recuérdalo.

—Nunca me cuentas cuando alguien te gusta de verdad, simplemente le das un silbido ocasional a alguna y ya, así que, no arruines esto con Mae, porque comenzaré a pensar que lo haces a propósito. Si algo debe pasar entre nosotros, pasará, hasta entonces, buenas tardes.

Habían llegado a la casa de Cal, pero Keth siguió de largo hasta la suya.

Adiós jueves de videojuegos.

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