CAPITULO 31

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Luego de pasar una semana y media de diversión con Ryan, James y las chicas, tuvimos que volver porque James debía trabajar y su padre necesitaba de su ayuda mientras viajaba al otro lado del mundo.

Nos encontrábamos en el avión, James estaba viendo una película mientras por momentos cerraba sus ojos y los abría de golpe. Yo, por mi parte, estaba a su lado, leyendo una revista sobre chismes de famosos, nada interesante.
James estiró una pierna y me pateó haciendo que me sobresaltara y la revista cayera al suelo, maldije por lo bajo y me agaché a tomar la revista.

- ¿No tienes sueño? -preguntó bostezando. Negué con la cabeza y tomé de mi jugo de manzana. - ¿Ni un poco? -preguntó apagando el pequeño televisor frente a nosotros.

-Anoche pude dormir como Dios manda. -dije sonriendo y volví a tomar del jugo. - ¿Tú no?

-Convengamos que dormir en ese sillón nunca fue lo más cómodo. -se quejó mientras se acomodaba sobre el asiento. - Convídame. -dijo estirando su mano.

-No, búscate el tuyo. -le dije sacando el vaso de su alcance.

- ¡Que mala persona! -dijo de mala gana. - Quiero jugo. -se quejó. Le di el vaso y me sonrió antes de tomarlo. - Retiro lo dicho. -me dijo y tomó del vaso, dejándolo completamente vació. Me lo devolvió.

-Hey Maslow. -dije mirando que el contenido del vaso, ya no estaba. - Ahora me buscas uno.

-No queda nada para aterrizar. -dijo acomodándose mientras me daba la espalda.

-Quiero un jugo. -dije insistente.

-Pídele a Lucy. -me dijo.

-A bien, ahora le dices Lucy. -dije más que molesta. Volteó y me miró.

- ¿Celosa?

- ¿Qué crees?

-Pensé que no te gustaba ni un poquito. -me dijo sonriente. - ¿Ves? Te dije que nadie se resiste a mí, soy una bomba sexual. -sonrió.

-Que esta celosa no significa que me gustes tú. -dije arqueando una ceja. - Aparte, cuido lo que es mío y tú serás mi esposo y no dejare que me engañes. -me crucé de brazos.

- ¿Y también soy tuyo?

-Basta James. -dije enojada.

Si bien nos llevábamos mejor, las peleas eran muy comunes día a día. Podíamos pasar momentos muy lindos juntos, mientras que cuando uno miraba a otra persona, el otro ya se fastidiaba y se iba todo por la borda. James, quien siempre quería tener la razón, me hacía casi vendarme los ojos cuando íbamos a la playa, y yo, que, según él, siempre quería tener la razón, no podía decirle que dejara de mirar a las chicas, porque comenzaba con sus juegos de preguntas sobre mis celos hacia sus actos.

-James, vamos a aterrizar. -dijo la castaña cuando se colocó frente a él. - Le sugiero que se ponga el cinturón de seguridad. - esa era Lucy, la castaña que de seguro traía loco a James. Eso me ponía de los pelos.

-Claro y que a mí me parta un rayo. -dije enojada. James río.

-Oh, a usted también. -sonrió. Falsa, estúpida, castaña hueca.

-Si, si, comprendimos, puedes retirarte y dejar de tirarte a mi novio. -dije mientras me abrochaba el cinturón de seguridad. James volvió a reír y la castaña se retiró con cara de perro.

-Eso fue descortés. -me dijo.

-Lo descortés me lo paso por ya sabes dónde. -le dije de mala gana. Río. - Oh, ¿estas risueño Maslow?

-Ya, cálmate. -dijo entre risas. - Me gustó tu forma de marcar territorio.

-Bueno. -le dije sin siquiera mirarlo. - Abróchate eso, no vaya a ser que Lucy tenga que volver a recordártelo. -miré hacia el frente.

LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora