- ¿Entonces? ¿Vamos a desayunar así de callados? -preguntó mirándome. No le dediqué ni una mirada, solo asentí con la cabeza. - Quería preguntarte algo. -agregó.
-Guárdatelo, no quiero saber que quieres preguntar. -dije. Río cínicamente.- ¿Por qué tan a la defensiva?
-Porque tú eres un maldito fastidioso.
-Lastima. -dijo echándose para atrás sobre el respaldo de la silla. - Vas a soportarme toda tu vida.
-Aun no entiendo. Está bien que me compres en una subasta y todo eso, que me tengas en tu casa y me fastidies todo el día, pero... ¿Por qué me tengo que casar contigo?
-Porque a mí se me da la gana. - me dijo. Ahora si lo observé.
- ¿Y si a mí no se me da la gana? -arqueé una ceja. Sonrió. - No me hace ningún tipo de gracia, es más, cuando estemos en el altar y pregunten si acepto o no, diré que no.
-Dilo y quedas expuesta a cualquier tipo de venganza. -me dijo. Arrugué la nariz y le saqué la lengua. - Yo también te amo _______. -me dijo entre risas sarcásticas.
Aún estaba sin entender todo esto. Él podría haber abusado de mí, me podría haber golpeado y hasta insultado de manera extravagante por mi comportamiento, sin embargo, solo me molestaba y me deseaba en su cama.
-Como digas Maslow. -dije tomando el último sorbo de mi jugo. - De todas maneras, no ganas nada siendo mi esposo, así que da igual.
-Si que gano bonita. -me sonrió. - Y créeme que aún no sabes lo que tú te ganaras.
-Depravado. -dije haciendo una mueca de asco. Río.
-Ya verás, cuando estemos casados no dirás lo mismo, todo a su debido tiempo.
-James, ya deja de soñar despierto y termina con tu café, quiero irme de aquí.
-Tranquila, tranquila pequeña. -dijo calmado. Desvié la mirada.
Estoy segura de que era a propósito. Estaba tardando más de media hora en tomarse un insignificante café. Me tenía harta, cansada y muerta de sed. Quería irme, escaparme de su lado, no volver a verlo. Cerré los ojos con fuerza, me dolía la cabeza y no soportaba el bullicio de gente.
-Ya vamos. -dijo, al final. - Pero espera que voy a pagar al mostrador.
Me quedé ahí sentada con los ojos cerrados por un rato. Respiré profundo y me levanté de la silla, inmediatamente me mareé y tuve que volver a sentarme.
- ¿Estas bien? -preguntó poniendo una de sus manos sobre mi hombro. La quité con una mueca de desagrado e intenté levantarme de nuevo. James tuvo que tomarme de la cintura, casi caigo dura al piso. - No, definitivamente no estás bien. -dijo. Apoyé mis manos sobre los hombros de James y me puse firme.
-No necesito tu ayuda. -dije. Elevó los hombros en señal de desinterés y me aferró a su cuerpo.
-Si la necesitas. -me dijo sensualmente a escasos centímetros de mi oído.
-No James. -dije tragando saliva. Me separé del.- No quiero nada que venga de tu parte. -agregué y comencé a caminar.
Sin decir más nada me siguió. A mitad del camino se adelantó y me tomó la mano con suavidad.
- ¿Vamos a la playa? - preguntó luego de besar mi mejilla.
-No tengo ganas. -dije pasando mi mano por donde había dado el beso. - Y no me beses. - lo había limpiado con brusquedad.
-Mala persona. -dijo y tiró de mi brazo para atraparme en un abrazo. - Vamos a la playa. -insistió. - Por favor. -besó mi cuello. Lo aparté con desagrado.
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LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU)
RomanceQue feo es cuando la persona que mas amas es la persona más fría del mundo. Que feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Que feo es que tu seas la pobre e indefensa presa de sus castigos y malas costumbres. Vivir con...