Capítulo 28 - Y al final vuelvo a fallar.

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 JACE



Me encogí en la esquina de la habitación, mirándola gritarme. Odiaba el sonido de sus gritos. Sus ojos estaban rojos mientras me miraba. Creí que todo iba bien, le había obedecido en todo. Mamá me abrazaba, me decía te quiero y besaba mi frente mientras sonreía, pero nunca duraba mucho. Ella se volvía loca y comenzaba a gritarme. 

Se acercó al mueble en donde estaban los platos y de uno por uno lo lanzó, se estrellaron contra el suelo cerquita de mis pies desnudos. Puse mis manos sobre mis oídos cuando comenzó a gritar. Me odiaba. Lo veía en sus ojos. Ella me pegaba y dolía mucho, mucho. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué me pega? Me había comportado bien...

¡Deja de llorar! gritó ella, lanzando otro plato y este se cayó en mi pierna. ¡Cómo odio tus malditos llantos!

Me dolió. Lloré. Comencé a mecerme en el suelo, tarareando en voz baja para así olvidar. Quería a mi padre.

Jamás quise un mocoso, nunca. Pero el muy maldito me obligó a tenerte...

Yo también me volvía loco. A veces odiaba a mi madre, tenía esos pensamientos de querer hacerle daño, hacer lo mismo que hizo con papá, pero después no me atrevía. Era débil y pequeño y siempre acaba de esta manera. Me estremecí y me acurruqué en el suelo. Mamá me asustaba. La vi arrancarse cabellos de la cabeza y luego caminó hacia mí. Sacudí con la cabeza sabiendo lo que vendría. No, no, no, ¡Noooo! Me agarró de la muñecas y empezó a tirar de mis brazos, alejándome de aquel rincón. Grité con todas mis fuerza mientras me defendía como podía, a pesar que dolía.

¡Ven conmigo! ordenó y de repente, me dio una bofetada que hizo que cayera al suelo.

No logré escapar...como siempre.





Me enderecé en la cama de un salto.

Las sabanas están pegadas a mi piel a causa del sudor. Mi mano vuelva a mi cabeza y gemí de dolor. Mi cabeza. Oh, estaba destrozada. Las imágenes vuelven y no sé sí podré con esto. Es demasiado. No creo que esa palabra defina lo cansado que estaba de tener ese recuerdo uno y otra vez. Temí cerrar los ojos. Sin poder estar en la habitación otro segundo más, salí de ahí y bajé al primer piso. Agarré la primer botella de alcohol que toqué y me fui a tirarme en el sofá a beber. Debí adelantarme a los hechos. Cada vez que cometía un acto sangriento los recuerdos de mi pasado regresaban a torturarme de manera cruel y despiadada. Recordándome lo débil que fui en esa época, en la cual obedecía cualquier mandato de esa mujer.

Mi mano tiembla y mis dedos estuvieron apunto de dejar caer la botella de alcohol. ¡Mierda! La dejé entre mis muslos y la abro y cuando ya puedo sostenerla con las manos, doy un buen trago. El líquido ardió en mi garganta y fue bienvenido.

—¿Te encuentras bien? —dijeron. Volteando me encontré a Rech detrás de mí.

Bebí otro trago: —Si.

—¿Seguro? —preguntó de nuevo y esta vez sentándose en frente de mí. Sus brazos cruzados y sus ojos me observaban preocupados. Siempre esa misma expresión, como si temiera que algún día perdiera el control de mi cuerpo y tenía motivos para temer.

—Estoy bien, Rech. —dije con brusquedad.  Mentí como siempre. No estaba bien. Nunca lo estoy. Teniendo las pesadillas de vuelta y Laila lejos para aliviar mi tormento...

—Tiemblas —murmuró Rech, levantándose de su asiento—, y no es por el frío. En serio, Jace, ¿Qué te está pasando? Desde que regresamos estás actuando extraño y no has salido de tu habitación por horas.

Te Encontré [ 2°T de TLA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora