Canción 14

4K 612 130
                                    

Oh, if the sky comes falling down

For you there's nothing in this world

I wouldn't do


—¡Buenas noches, mis amores! Bienvenidos al programa de radio que llena de dulzura la noche cordobesa.

—Decímelo a mí —escuché el gruñido de Casiano a través de los auriculares.

—Ohh, por favor. No me digas empalagosa luego de ver tu reencuentro con ella —respondí mientras sonaba la apertura del programa—. Había sido que sí existe una persona en este mundo que puede sacar tu lado cariñoso.

No pude evitar sonreír al ver cómo Casiano se ponía rojo, lo había visto en su peor momento y ahora su reputación de chico frío se había caído al piso. Me gustaba molestarlo con ello. Aunque debía admitir que era un poco tierno verlos juntos. El amor que él sentía por esa chica era notable. Ella no era cualquiera, era su chica.

♥ ♥ ♥

Luego de la transmisión de ayer, Casiano y yo subimos al departamento mientras Guido lo cubría en su programa de rock. Allí nos esperaban Percy y la invitada de Casiano sentadas en la mesa de la sala con una taza de té cada una.

—¿Qué hacés acá? —exigió saber Casiano ni bien entramos. Él realmente se veía molesto.

—Creo que iré por más té —dijo Percy encaminándose hacia la cocina.

—Te ayudo —dije siguiéndola. Sabía que teníamos que darle su espacio, pero no pude evitar espiarlos desde la puerta. Así era yo, una completa chismosa.

—Te extrañaba —respondió la muchacha poniéndose de pie y enfrentándolo a pesar de que Casiano le llevaba una cabeza de alto—. No te veo desde hace dos meses y vos ni me das un beso.

Sin decir nada Casiano caminó hasta la chica y plantó un beso en su cabeza.

—Yo también te extrañé, cara de sapo —sonrió. Pero un momento después, su rostro volvió a adquirir un gesto severo—. Pero no respondiste mi pregunta. ¿Qué hacés en Capital?

—Ya te dije que...

—Cassidy.

Rendida, la muchacha soltó un suspiro antes de contestar:

—Vine a ver universidades.

En ese momento, Percy y yo vimos como Casiano contenía sus ganas de soltar una sarta de insultos frente a su hermanita.

—¿Hablaste con la abuela y la Madre Superiora antes de venir? —dijo en cambio.

—Por supuesto que hablé con ellas. ¿De dónde crees que saqué la plata para venir? —respondió la muchacha.

—Así que vas a dejarlo todo y venir a una universidad, cuando sólo te quedaban unos meses de noviciado —dijo Casiano, entre preocupado y decepcionado, sin abandonar su tono duro—. Por un capricho.

—¡Ya te dije que no es un capricho! —gritó la muchacha con ojos brillosos—. Tengo mis motivos. Hay algo que tengo que descubrir por mí misma antes de saber si podré consagrarme. Incluso la Madre Superiora me dijo que me haría bien pasar un tiempo fuera del monasterio para probar mi fe.

Entonces cayó sentada en una silla, exhausta por su arrebato. Pero algo no estaba bien. Su pecho comenzó a agitarse y respiraba con dificultad. Estaba sufriendo un ataque de asma.

Las canciones de CelestinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora