Se Busca Casa Para... Vivir (Jin Omma)

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Cuando vino ese señor con una bata sucia, los pelos locos y una botellita de agua bendita en las manos, supo que sus días de juerga en aquella casa se habían terminado. Suspirando, recogió sus pertenencias, o sea, nada, y salió de esa vivienda.

Salió por la ventana, traspasando la gruesa cristal y cayó desde un quinto piso con un fuerte ruido. Sin embargo, nadie se dio cuenta ni la escuchó, nadie, excepto ese señor loco que con una sonrisa, supo que su trabajo se había terminado.

No sabía cómo murió, sólo supo que murió y punto. No se reflejaba en los espejos, así que ya casi no se acordaba de su propio rostro. Se estaba olvidando de muchas cosas, como su nombre, su familia, su pasado, su humanidad...

Sabía que al final se convertiría en una de las muchas almas perdidas de este mundo, vacías, vagando por las calles, sin rumbo; quietas y silenciosas, sin sentimientos o pensamientos, muertas. Pero ella no quería ser una de ellas, ella quería recordar, sentir... vivir. Pero por desgracia, no podía interactuar con los humanos, así que eso tampoco ayudaba mucho. Cada vez que le costaba más mantener su consciencia despierta, su humanidad se le estaba yendo de las manos como arena del reloj. 

Paseó por el vecindario sin saber muy bien a dónde ir, buscaba una casa... para vivir. Qué ironía, si no la necesita. De todas formas, ella deseaba tener una casa, un techo. Porque eso hacían los humanos, no? Ella intentaba ser una más, aunque no la veían.

Pero seguía sin saber a dónde ir... De repente, paró ante una tienda de conveniencia. Y no paró porque quería no refresco, no, paró porque vio a algo, más bien alguien. Alguien especial, especial porque era la primera vez que veía a alguien que le resultase familiar. Olvidó a todas las caras y nombres desde hace mucho tiempo, así que no entendió porque le resultaba tan familiar aquel muchacho con una sudadera rosa y un gorro de béisbol, rosa, también...

Decidió seguirlo, para saber más sobre él. A lo mejor era un conocido suyo, a lo mejor era su hermano, quien sabe.

Le siguió hasta su casa y entró con él. Llevaba bolsas de patatas y fideos instantáneos.

- Sea quien sea, no parece ser muy sano con su comida. - Pensó la chica, sí, al menos se acuerda de que era una chica. 

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