capítulo cuatro

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐈𝐕: 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐖𝐁𝐄𝐑𝐑𝐘 𝐌𝐈𝐋𝐊𝐒𝐇𝐀𝐊𝐄

La ansiada noche del baile de inicio de curso había llegado. Tras las insistencias de Betty, Lisa aceptó asistir, aunque sin pareja. Betty, con la ayuda de Veronica y Lisa, le había pedido a Archie ir juntos al baile y el chico había aceptado gustosamente. Irían los cuatro juntos y disfrutarían de la fiesta como nadie.

Lisa no estaba acostumbrada a acudir a ese tipo de bailes, mucho menos acompañada de algún chico. En Nueva York, cuando las amigas de Veronica organizaban alguna reunión o fiesta, ella nunca estaba en la lista de invitados. Aunque le habría gustado decir que nunca le había afectado, lo cierto era que su orgullo estaba machacado y cada vez dolía más por culpa del mal trato de la chica Lodge y sus amigas.

Sin embargo, esa Lisa que se encogía antes las malas palabras y agachaba la cabeza con temor a que la fueran a juzgar se había evaporado. No había ni rastro de ella.

Archie empujó las puertas del gimnasio y ante sus ojos se alzó una vista muy diferente a la que acostumbraban ver a diario. Varios focos apuntaban directamente al escenario que aún estaba vacío, ni un instrumento a la vista. Otros tantos se movían creando un juego de luces divertido en la pista de baile. Pero, sin duda, lo que más llamó la atención de las dos chicas nuevas fueron las imágenes de un chico de rostro pálido y pelo anaranjado como el de Cheryl que colgaban del techo acompañadas de globos azules y dorados.

—Supongo que ese era Jason Blossom —Archie asintió ante las palabras de Lisa, quien estaba a su derecha. La chica vestía un vestido rojizo de terciopelo que se ajustaba a las curvas de su cuerpo y la hacían lucir mucho menos inocente de lo normal. Sus piernas parecían incluso más largas y sus labios, tan rojos como siempre, brillaban gracias a la gruesa capa de brillo que había aplicado segundos antes de salir por la puerta de casa—. Voy por algo de ponche.

Se alejó del grupo de amigos, no sin antes animar a su amiga Betty, quién tenía planeado terminar la conversación que había empezado unas cuantas noches atrás. Iba a confesarle a Archie todo lo que sentía, y esta vez no iba a dejar que nada ni nadie se lo impidiera.

Lisa se acercó a la mesa sobre la que descansaban los cuencos rellenos de un líquido rojizo, y junto a estos, bandejas repletas de comida. Oteó alrededor buscando el primer bocado que probaría y terminó decantándose por unos pequeños sándwiches rellenos de lo que parecía ser mantequilla de cacahuete y mermelada. Sus favoritos. Se rio sola viendo como un grupo de estudiantes, con cuidado de no ser descubiertos por los profesores, vertió una petaca cargada de licor en uno de los cuencos de ponche. Pero sus ojos se abrieron como platos cuando reconoció el rostro de uno de los involucrados.

—Podrían expulsarte por eso, ¿lo sabes? —susurró tan cerca del oído de Kian que el chico se sobresaltó y estuvo a punto de tirar la petaca lejos. Él la miro asombrado, escaneándola de pies a cabeza sin miramientos.

—No sabía que vendrías.

—Yo tampoco, pero me han terminado convenciendo.

Kian no podía despegar sus ojos de la figura de Lisa. Y es que la chica que se escondía entre jerséis de punto y faldas de cuadros tenía mucho potencial que estaba malgastando por culpa de su maldita costumbre de no opacar a Veronica Lodge.

—¿Quieres?

Lisa dejó a un lado el vaso de ponche que se había servido y aceptó el que Kian le tendía, sabiendo que aquel provenía del cuenco bueno. Ambos chicos rieron y continuaron charlando. Por encima del hombro del joven, Lisa pudo ver como Archie se alejaba de Betty y caminaba, no muy disimuladamente hacia una mujer de gafas y pelo recogido en un moño bajo.

BURNING RED » jughead jones ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora