La luz blanca de mi móvil se encendió, tenía un mensaje. Pensando que era mi madre, lo abrí con rapidez, ya la enfadé por no contestarla. Cuando llegué a la sala de chat me di cuenta que no era ella, era un número desconocido.
No le conteste, no sabía quién era ni que quería. Antes de bloquear la pantalla, volvió a enviar un mensaje. Así sucesivamente hasta que le contesté un simple "¿Qué diablos quieres?"
El anónimo se desconectó y un escalofrío recorrió mi cuerpo, tenía un mal presentimiento.
Apagué el aparato durante un tiempo y me fui a dar una vuelta para calmarme. Suelo ponerme muy paranoica con estos temas.
***
Llegué a mi casa y no había nadie. Me extrañó bastante, ya que eran pasadas las diez de la noche y a esa hora solemos cenar. Abrí el teléfono, a ver si mi hermana mayor o mis padres me habían llamado o algo por el estilo, pero, para mi sorpresa, no había nada. Solo había otra nota del extraño. Me arrepentía de haberle contestado, pues su texto más que una sugerencia, era una orden.
"Te quiero a ti, cielo. Tienes hasta las doce para ir a la puerta de tu instituto, a tu familia no le pasara nada, siempre y cuando estés ahí para recogerte. Ni se te ocurra llamar a la policía, más daños recibirás, tanto físicos como mentales. Avisada estas. Siempre tuya, 606"
Leí lo que me había enviado varias veces, asustándome cada vez más. Miré el reloj, marcaban las once. Tardaba de mi casa hasta mi centro educativo unos cuarenta y cinco minutos, siempre que no hubiera atascos ni huelga en el transporte público.
***
Quedaban dos minutos para que fuera media noche y aún no había llegado al punto de encuentro. Estaba corriendo lo más rápido que podía, me costaba respirar. Llegué a la puerta justo cuando tocaron las campanas que marcaban la hora acordada.
No había nadie, volvía a estar sola. Apoyé mi espalda en la puerta para recuperar el aliento. Unas manos salieron de detrás y me puso un pañuelo que cubría parte de mi cara. Intenté chillar, pero mi voz se iba haciendo cada vez más débil.
***
Me empecé a despertar poco a poco y miré a mis alrededores, ¿dónde se supone que estaba? Mi orientación nunca había sido la mejor y menos en estos instantes. Intenté levantarme, pero no pude. Me fije en mis muñecas y estaban atadas en los reposabrazos con una cuerda. Normal que me picaran. Mis tobillos estaban en las mismas condiciones, solo que en las patas.
- ¡AYUDA, SOCORRO! - grité lo más alto que pude.
Tenía una mínima de esperanza en alguna parte de mí. Escuché unas risas y después golpes. Tragué saliva mientras la puerta se abría. No veía nada, estaba todo demasiado oscuro para saber qué o quién era. Me mordí el labio.
-Chilla todo lo que quieras, quédate afónica si quieres- decía una voz de tono dulce, no pegaba con la situación. Cada vez se iba acercando más a mí-, pero no conseguirás nada. ¿Sabes por qué? -tenía miedo de contestar, no dije nada. Parece ser que se cansó de mí y me dio una bofetada- ¡CONTESTA!
-No... No lo sé- dije con un hilo de voz, a borde de las lágrimas.
Quién fuera que me tuviera encerrada en ese sótano se estaba divirtiendo con la situación, yo me ponía más nerviosa. No decía nada, solo escuchaba su respiración. Pegó su boca a mi oído y dejó escapar un suspiro.
-Nadia, cielo, estás sudando-dijo en un susurro que erizó cada centímetro de mi piel-, ¿quieres hacer el favor de relajarte?
- ¿Cómo sabes mi nombre?
-Fácil, llevo un año intentando que te fijes en mí- se alejó de mí y le dio a un botón, la luz se encendió. No podía verle el rostro, pues estaba detrás mío y el miedo había hecho que no me pudiera mover-, y nunca lo hiciste. Así que hoy, tendrás el honor de saber quién es tu admiradora secreta que tanto temes.
Apreté los puños y me estaba preparando mentalmente para saber quién era mi acosadora, esa persona que ha estado durante tres años seguidos enviándome notas y cartas que las ponía en mi taquilla. Para cada San Jorge, me regalaba una rosa junto a un libro.
Una chica de mi edad, bastante más alta y fuerte que yo era quien me tenía secuestrada en su sótano. Tenía una mirada cargada de locura. Sus labios formaban una cínica sonrisa.
- ¿Alice, siempre has sido tú?- se me saltaron las lágrimas, tenía la sensación de que mi nariz se estaba poniendo roja. Intentaba respirar con normalidad, pero no podía- ¿Por qué nunca me dijiste nada? No soy adivina.
En aquel momento rompí en llanto. Aquella chica de la otra clase que me parecía tan misteriosa, que había llegado a interesarme en ella, era mi raptora.
¿Para qué mentir? Yo también había estado "investigando" para saber más de ella, pero no conseguí nada y me di por vencida.
Otro golpe recibí en mi cara, en el centro esta vez. Mi nariz empezó a sangrar, el líquido color carmesí caía hasta mi boca.
- ¿¡Quieres callarte!? Eres una niña llorona, eso no me gusta. Pero para nada-rio y posó sus ojos en mi hocico.
Se acercó peligrosamente a mi rostro y arrimó su mano a mis ñatas. Eché la cabeza para atrás, con miedo de que me volviera a calentar, pero no fue así. Me limpió el flujo que salía de ahí y se me quedó mirando fijamente.
Sentía algo en mi estómago, ¿mariposas? Imposible.
Alice me pasó sus palmas por detrás de mi cuello, con una suavidad extraña después de todo lo sucedido y rozó mis labios con los suyos.
-Cielo, solo serás mía, que lo tengas en cuenta.
Y con esa frase, me besó.
N/A:
Heeeeey~ Bueno, este es mi relato que presenté en mi insti. Creo que no ganaré, demasiado violento xDDDD Pero bueh, a mi me gusta el resultado, por eso os lo publico.
Espero que os guste:3
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Relatos cortos
Short StoryPequeños relatos que empecé a escribir en 2017 y, actualmente estoy retomando. ¡Espero que os guste!