Capitulo 2: Exorcismo en el manicomio

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Estaba en la cocina, dentro de un gabinete de dos puertas que se usaba para guardar comidas enlatadas, los pasos se escuchaban aun más y más, sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, mi respiración exageraba, apenas cabía en el gabinete con todas esas latas que allí habían, al entrar, algunas de esas latas me había caído en la cabeza, ups ¡que doloroso!

Justo en ese momento una monja había entrado a la cocina, llevaba consigo una bandeja, dos platos y una vajilla, sin querer me moví y al tener las puertas agarradas también se movieron, la monja al parecer lo había notado y quiso revisar, al acercarse vi que había sido la misma monja que me guio a la salida.

Quiso abrir las puertas del gabinete, las tome con fuerza para que no las pidiera abrir, hizo el intento pero ya había caído en el hecho de que estaba cerrado con llaves, cuando salió de la cocina sentí un alivio tal cual que rápidamente salí del gabinete. Saque la cabeza para ver si había alguien en el pasillo afueras de la cocina, vi un papel pegado a la pared, era un aviso escrito a mano de que se necesitaba alguien para trabajar, revise todos los gabinetes de la cocina en busca de un cuchillo pero lo que encontré fue un uniforme, por suerte, me lo puse y salí al pasillo que por desgracia venia la hermana Eunice y ya me había visto.

- deténgase - dijo, caminando rápidamente - ¿Quién es usted?

- soy el nuevo, vine esta tarde para que me informasen mas sobre el trabajo y acepte.

- no me mienta - dijo, mirándome fijamente – los avisos de que se necesita nuevo vacante no se han hecho públicos aun.

- una de sus monjas me informo sobre este trabajo.

- entiendo - dijo con su hipocresía y siguió caminando rápidamente.

- espere ­- le dije, yendo hacia ella - ¿Dónde dormiré?

- ven conmigo.

La seguí, íbamos pasando pasillos y mas pasillos, hasta que me llevo a un lugar, era una habitación, tenía una camilla y un pequeño gabinete para poner la ropa ( pero ambos sabemos que no me quedare por mucho tiempo ).

- por cierto - dije, volteándome hacia ella - ¿Dónde tienen al tan mencionado asesino evan presley?

- eso lo sabrás mañana - dijo y se fue.

Cuando me levante, pensé que todavía era de noche porque la claridad no entraba a la habitación, lo sabía por un pequeño reloj que llevaba. Me vestí y salí de la habitación, me dirigí a donde estaban todos, al pasar por una de las puertas leí ¨manicomio de Lakewood: hospital mental para criminales dementes¨.

Sabía muy bien a quien buscaba, pero no lo había visto nunca, llegue al lugar y estaba más alborotado que ayer, las monjas no sabían qué hacer, la canción francesa para niños seguía sonando, creo que al igual que todos los días.

Hace un tiempo el manicomio de Lakewood fue el titular, una monja pidió de beber y le dieron de beber una sustancia acida, inmediatamente desde que la trago sus órganos empezaron a derretirse y cayó al suelo, un liquido banco salía de su boca, su nombre era kathy bates.

Muchos dijeron que los restos de su cuerpo fueron utilizados para hacer brujería, otros dicen que echaron sus restos a las criaturas del bosque, en fin, se supo de su muerte, nunca de sus restos.

En la sala principal estaba aquel hombre alto, el que vi ayer cuando salía de la oficina de la hermana Eunice, en su mano llevaba un cáliz, no me llamo mucho la atención lo que llevaba sino para donde iba con la hermana Eunice.

Los seguí discretamente hasta que llegaron a la enfermería del manicomio, ese debe ser el doctor Arthur del que mary me hablo ayer, la hermana Eunice se sube a una camilla y ¡esperen! La beso... sus calzones son color rojo encendido.

¡Que! ¿Teniendo sexo en el hospital del manicomio?, creo que eso me daría mucho para hablar en el periódico, me fui de ese lugar, ni siquiera podía creer lo que había visto, justo detrás de mi venia la monja que me había mostrado la salida.

-hola ¿así que eres el nuevo no? - dijo, estrechándome la mano.

- sí, ¿en qué puedo ayudarte?

- necesito tu ayuda- dijo, tartamudeando - a eso vine, el arzobispo Mark cannon vendrá hoy a hacerle un exorcismo aun joven, necesitamos de tu ayuda y experiencia religiosa.

- está bien ¿Dónde debo estar?

- la familia está esperando en la sala de espera, están con el chico, si puedes, llévalos a la habitación más cercana, luego llegare con el arzobispo.

- está bien- dije.

Les juro que no sé nada sobre exorcismos, nunca he tenido experiencias religiosas, ¿Qué diablos era eso? Llegue a la habitación con los padres, el chico estaba acostado en la cama, parecía estar muerto, pálido y si lo ponemos en la balanza, una pluma pesaría mas que el. El arzobispo entro y rápidamente el chico abrió los ojos en una forma alarmante y empezó a moverse en la camilla desde que vio al obispo.

- akjgfsak - dijo el chico endemoniado - nooo.

- por el poder que me concede la iglesia - dijo el obispo siendo interrumpido por la hermana Eunice al entrar.

- ohhh - dijo el chico al ver a la hermana Eunice - una prostituta, ven y haz tu trabajo.

El chico al mencionar estas palabras alzo su cintura, haciendo que se notara una deformidad total de su cuerpo, no se había arreglado bien después de la aventura que había tenido con el doctor Arthur, sele notaban los calzones, ¿le habrá hecho un calzón chino?

El obispo nos ordeno no hacerle caso ni escuchar lo que el endemoniado decía podía ser verdad, ¡no cabía duda de que si era una prostituta!

No quise llamar la atención, en medio del escándalo que había con aquel chico, pero no dio resultado.

- ¡periodista! - dijo - ¿ya conseguiste tu entrevista?

Inmediatamente capto mi atención, me puse nervioso, la hermana Eunice se me quedo mirando como si no entendiera, quede petrificado

El manicomioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora