Capitulo 3: me descubren

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La hermana Eunice se me había quedado mirando fijamente, como confundida con lo que el chico aquel me había preguntado.

- ¿Qué entrevista? - dijo - ¿de qué habla?

- no lo sé - dije, mire al chico inmediatamente - no le preste atención.

No sé qué paso en ese momento, pero el chico se quedo mirando fijamente al arzobispo mientras este le oraba, de momento a otro la monja que me había llevado a la salida (que todavía no me sabia su nombre) se había desmayado, el chico inmediatamente se quedo inmóvil, no supe que hacer así que lentamente solté al chico, todos estaban en silencio, toque el pecho de aquel muchacho y corazón ya no latía mas.

Salí de aquel lugar horrorizado, no quería volver a ver alguien poseído otra vez, Salí al gran salón y vi al hombre alto que hablaba con un chico de pelo rubio, bajo de estatura, ojos azules, al igual que todos tenía una camiseta y unos pantalones largos azules, estaba parado a la entrada de aquel salón, el hombre alto me llamo.

- ¿Eres liam rossi? - dijo, algo extraño.

- si - dije, algo nervioso - ¿Qué pasa?

- hay alguien esperando por ti allá afuera.

- ¿Quién?

- lo sabrás cuando la veas.

- ¿Cuál es su nombre?

- esa persona no me dijo su nombre.

- Me refiero al suyo - dije, mirando al chico que estaba en frente, me parecía extraño.

- soy el doctor Arthur - dijo con una sonrisa macabra.

- ¿sabe cuál es el asesino? - dije, cambiando el tema de los nombres.

- lo tienes al frente tuyo.

Mire al chico fijamente, a sus grandes y azulados ojos, volteo la cara y no me quiso dejar ver más, se paró de la silla y fue a otra mesa.
- muchas gracias doctor - fui a la sala de espera.

Fui a la sala de espera, vi a mi esposa sentada en el sofá, al verme se abalanzo sobre mí.

- ¿no pensabas volver a casa? - dijo - estuve muy preocupada.

- claro que voy a volver - dije, mirándola a los ojos, justo en ese momento se escucharon los pasos de la hermana Eunice detrás de mi- actúa como si no me conoces.

-¿Por qué?

- Solo hazlo,

- hola señorita - dijo, mirándola de arriba abajo - ¿en qué podemos ayudarle?

- ella había venido por lo del trabajo - dije - quería ver si podía aprobar, pero le dije que ya habían ocupado ese lugar.

- donde supo usted del trabajo - dijo, en forma amenazante.

- alguien cercano a mí me dijo- respondió mi esposa, es una gran mentirosa por cierto.

- así como oye - dijo la hermana Eunice - ese puesto fue ocupado.

- veo que está casada - dijo mirando el anillo que daya tenía en su mano - ¿iba a dejar a su marido para trabajar aquí?

- solo vine a eso - dijo daya

- pues gracias- dijo la hermana Eunice retirándose.

Mi esposa se dio la vuelta, me di cuenta que había salido confundida de allí, seguí a la hermana Eunice, no me había dado cuenta de que había un escalón más adelante, seguí caminando como cualquier otro que se da cuenta que había un escalón solo cuando cae al piso, así es, caí como un mango, por poco y grabadora sale volando, mi mano toco tan fuerte el suelo que no la sentía, la hermana Eunice se había devuelto a levantarme, no había visto el escalón, la hermana Eunice había tomado mi grabadora, intenté quitársela pero ya era tarde.

- ¿Qué es esto? - dijo poniéndome la grabadora en la cara - ¿acaso nos estas espiando?

- no yo solo...

Y por suerte detrás venia el doctor Arthur, se abalanzo sobre mí, caí al piso, luchaba por quitármelo de encima, le dijo a la hermana Eunice que era el periodista, seguía luchando por zafármeles, pero era imposible, la hermana Eunice me golpeaba con la grabadora en la cabeza, nadie escuchaba mis gritos, lo último que el doctor Arthur hizo fue chocar mi cabeza del piso, quede inconsciente.


El manicomioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora