IV

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Al alba Jimmy asistió a la aldea ubicada en el corazón del bosque para que Robert cumpliera su parte del trato; estaba emocionado porque su libro comenzaría a tomar forma, o tal vez era por ver a Robert, nunca lo sabría.

Percy lo esperaba en el punto habitual. Cabalgaron camino a la aldea, paseando por el bosque sin un sendero marcado debido a la calidad de secreta que tenía la aldea.

-Jimmy quisiera pedirte una cosa- dijo Robert después de un momento de silencio.

-¿Qué cosa?- inquirió con curiosidad.

-No menciones frente a nadie mi... visita de anoche- pidió sin verlo a los ojos. Jimmy volteo a verlo confundido.

-Como quieras- respondió un poco inseguro y con el ceño fruncido.

La conversación no continuó hasta llegar a la aldea. Un silencio incómodo los invadió el resto del viaje. Jimmy trataba de comprender que se negara a tocar el tema: la homosexualidad no era bien vista en esa época y hasta podía llevarlos a la muerte, por lo que era de entenderse que Plant prefiriera guardar el secreto; aún así a Jimmy le dolía su decisión.

-Comencemos con la revuelta en las tierras de tu padre- pidió Jimmy sentado frente a Percy, en su cabaña, con una hoja y un carboncillo para escribir entre sus manos.

-Está bien. Uno de los pocos amigos que tenía en aquel entonces era el hijo de la costurera, él murió porque no pudo pagar sus medicinas. Cuando me dieron la noticia hable con mi padre para hacer algo sobre los exorbitantes impuestos, pero a él no le importó mi pérdida; yo estaba furioso por la forma peyorativa en que se expresó de los pobres, así que en respuesta me auné a una pequeña organización campesina. Pronto me convertí en su líder, expresamos nuestras demandas a mi padre (nunca se enteró que conspiraba en su contra), al negarse y aumentar aún más los impuestos realizamos la revuelta. Resultó que había un traidor entre nosotros y para cuando llegamos al castillo Lancaster la guardia se había duplicado. Perdimos a muchos hombres ese día- contó Robert haciendo memoria, ante la atenta mirada de Page que hacía anotaciones.

-¿Cómo surgió el rumor de tu muerte?

-Una confusión: me habían capturado, gracias al traidor; pero algunos de los sobrevivientes fueron a rescatarme; ese evento fue confundido con un secuestro- comentó algo divertido.

-¿Por qué te dicen "dios dorado"?- preguntó Jimmy leyendo sus notas.

-¿No es obvio?- respondió moviendo su cabello con una mano haciendo que el duque riera con él- Por el oro que le llevo a las familias, soy el "dios" que les lleva monedas de oro.

-Tiene sentido. Y... ¿por qué... hiciste, ya sabes?- inquirió en susurro. Robert tragó saliva antes de contestar.

-No lo sé, fue... un impulso creo...- respondió algo tímido- Pero... puedo hacerlo de nuevo- sugirió dando un giro seductor a su voz poniendo nervioso a Page que se sonrojó sosteniendo el aire en sus pulmones.

Percy aprovechó la vergüenza del joven para acercarse y besarlo, esta vez fue más pasional. Se permitió saborear los finos labios rosados del noble que los abrió invitándolo a entrar con su lengua; él accedió recorriendo toda la cavidad apropiándose de su boca con vehemencia.

Jimmy no imaginó que besar a ese hombre fuera tan bueno, cerró los ojos dejándose llevar por Percy que no tardó en comenzar las caricias intensificando el beso. Con respiraciones agitadas sus bocas y lenguas se mezclaron en una danza íntima.

Jimmy enredó sus largos dedos entre los rizos rubios para acercarlo más, con hambre. Sus labios se separaron por unos segundos para volver a unirlos con lujuria y desesperación.

Los nudillos de Bonzo en la puerta de la cabaña de Percy los interrumpió; se miraron sonrojados cuando notaron que el hombre había entrado antes de tocar.

-¿Qué sucede?- preguntó Robert colocándose erguido al ver la preocupación en el rostro de John.

-Es Janis...- dijo vehemente saliendo nuevamente seguido por el par que intercambiaron mirada de desasosiego.

En algunas misiones los guerreros salían bajo el mando de Bonzo, el segundo al mando de Robert, que se encargaba de dirigir lo que previamente se planeaba con Plant, quién era excelente estratega e improvisador cuando algo no salía como se había planeado; sin embargo John aún necesitaba desarrollar esa habilidad.

Janis estaba sobre la mesa de trabajo en la cabaña del doctor Dickinson con una mano sobre su estómago deteniendo el sangrado mientras el médico cortaba las ropas para tener mejor acceso a la herida. El doctor pidió a todos permanecer fuera hasta que terminara de examinar y tratar a la mujer.

Pasada casi una hora de incertidumbre Bruce permitió a Percy entrar para ver el estado de la chica.

-¿Cómo te sientes?- preguntó acercándose con Bonzo y Jimmy observando desde su hombro.

-Sólo fue un rasguño- aseguró Janis tratando de ponerse de pie.

-Debes reposar- la reprendió el doctor- Es una herida superficial, pero si no te cuidas se puede infectar.

-¿Qué hace él aquí?- cuestionó la presencia de Jimmy.

-Le debía una historia por el trabajo que hizo...

-¿Trabajo? Todavía no terminamos de reparar todo lo que arruinó- se quejó Janis.

Robert no respondió a su comentario. Ahora que estaba seguro de que no era grave; ya que aún podía quejarse; estaba más tranquilo.

Percy confrontó a Bonzo fuera de la cabaña de Dickinson para averiguar qué había salido mal; era un trabajo sencillo: vigilar un paso poco transitado donde pasaría un cargamento del Marqués de McCartney con ropajes finos que necesitaban para un atraco mayor que estaban preparando.

-¿Qué rayos pasó?- inquirió molesto.

-McCartney le pagó al comisario Harrison para que custodiara personalmente su cargamento. Logramos hacernos con el carruaje, pero Janis tuvo que pelear con Harrison para darnos tiempo de escapar... yo no había notado que estaba herida, se veía bien cuando volvíamos- respondió en su defensa.

-Nadie lo había notado- agregó Jonesy apoyando a Bonzo.

-Eso no es excusa, te he enseñado a estar preparado para imprevistos- lo amonestó Plant.

-No es mi maldita culpa- se defendió Bonzo; a veces sentía que las responsabilidades que Robert le encomendaba eran demasiadas.

-Regla número uno: el hombre al mando siempre tiene la culpa- le recordó Percy- No asistirás a las próximas misiones, velo como un castigo.

-Pero...- Bonzo intentó protestar pero Jonesy lo golpeó en el costado callándolo para no agravar su pena- No es justo- musitó molesto retirándose a su cabaña.  

A veces Percy podía ser muy duro con los castigos, pero estaba seguro de que hacía lo correcto. La disciplina era esencial.

Jimbert -El dios dorado del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora